Capítulo 21

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La pena

Sentía como su corazón latía, mientras daba una vuelta en la cama, sus ojos no querían cerrarse mirando ese espacio vacío a su lado ¿Dónde estaba? ¿Por qué no había llegado? Eran preguntas que la atormentaban, no entendía ¿Por qué le afectaba tanto? Solo había dormido una noche con él y ahora parecía paranoica al no verlo en la habitación.

No sabía cuántos tragos se había tomado, pero solo quería olvidar, olvidar que esa mujer estaba siendo estragos en su cabeza ¿Por qué no lo dejaba en paz? Sus pensamientos solo giraban en connotación a esa rubia. — El alcohol no va a borrar tus penas— dijo una voz femenina ganándose la atención del pelinegro. —Si sigues bebiendo de esa manera vas a terminar en un lío— añadió la morena que se encontraba al otro lado de la barra. —No ando buscando ninguna chica para coger— dijo directamente molesto y ella con una sonrisa negó con la cabeza. — ¿Quién se creen ustedes los hombres? — preguntó levantándose elegantemente de su asiento para sentarse a la par de él. — Dos tragos del mejor whisky — ordenó la morena al mesero y luego miró al hombre pelinegro. — No puede una mujer hablar porque piensan que queremos meterlos en nuestras piernas— comentó la chica y Pablo la miró enojado ¿Quién se creía esa mujer? —Pero diré que su franqueza me sorprende, es muy afortunada— comentó la chica mirando directamente la sortija de la mano. —¿Quién? — preguntó Pablo sin procesar muy bien la información, el alcohol estaba haciendo efecto en su cabeza. —Su esposa— contestó la morena y él sonrió con sarcasmo. —Ya no lo sé, no la merezco— comentó bebiéndose el trago que el camarero había servido. —Ella es un ángel, rodeada de demonios — prosiguió hipeando mirando doble su alrededor. —Creo que ya has bebido demasiado— dijo la chica sosteniéndolo del brazo cuando intentó levantarse. —Ella merece ser feliz— comentó gritando mientras se tambaleaba. —Entonces hazla feliz— dijo la morena pasando su brazo apoyando al pelinegro. —Ese es el problema yo no, yo no puedo hacerla feliz— mencionó Pablo buscando con la mirada al camarero. —Trago doble— dijo al chico que lo miraba frunciendo el ceño. —No, ya no más tragos— ordenó la chica al camarero y él frunció el ceño. —No eres mi mamá, ella está muerta, no decidas por mí— dijo Pablo enojado y la morena lo miró con lastima. —En este estado no harás feliz a tu esposa— dijo la chica desconocida. — déjame ayudarte— añadió guiándolo hasta el estacionamiento del bar, definitivamente ese hombre no iba poder manejar.

Flash back

La escuela estaba prácticamente vacía, todos los estudiantes se estaban retirando, pero ella continuaba allí parada en el portón escolar, esperando por una causa perdida. La chiquilla rubia suspiró triste, sus padres habían olvidado por completo su existencia. Ese día había salido un poco más tarde por los talleres de dibujo que estaba empezando llevar, y no se había ido con sus hermanos quienes, si habían sido recogidos por su familia, pero se suponía que ella les había avisado a sus padres la hora de salida y al parecer no era tan importante para recordarle. —Sarah cariño ¿Qué haces aquí? — preguntó la maestra de lenguas que estaba saliendo de la institución. —Creo que mis padres olvidaron mi hora de salida— mencionó la niña con una mueca triste compadeciendo a la maestra. —Ven cariño te llevaré a tu casa— dijo la maestra acariciando el cabello rubio de la niña. Se preguntaba ¿Cómo podían existir padres tan irresponsables para olvidar la hora de salida de su hija? Las dos se encaminaron hacia el estacionamiento para subir al vehículo.

La niña rubia miró a su maestra agradeciéndole por traerla y se encaminó hacia la mansión de su familia, pero su madre se encontraba sentada en el jardín tomando su té matutino de las tardes. —Hiciste lo que te pedí— escucho la voz de Ágata que parecía estar en una llamada. —Necesito que elimines cualquier prueba que me recrimine — dijo la mujer rubia, pero su mirada viajó hasta la pequeña que se acercaba a su madre. — Te dejo tengo un inconveniente— colgó la mujer parándose de la silla donde se encontraba. —Que te he dicho de escuchar conversaciones ajenas— dijo molesta la mujer agarrando fuertemente el brazo delgado de la pequeña niña de siete años. —Pero mamá— replicó la niña agachando la cara, le dolía su brazo. —Pero nada, estarás castigada por una semana— dijo Ágata jaloneándola del pelo con fuerza hasta arrastrarla a la habitación. —Te quedaras encerrada para que aprendas una lección— añadió la mujer tirando a la pequeña en el suelo de la habitación quien lloraba.

Fin del flash back.

Bueno ya sabemos por que Sarah se enojó mucho cuando Pablo la encerró mis amores; les dejo un poquito sobre el pasado de la rubia... 

Les quiere Yarlin 💜

¡Te odio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora