Capítulo 5

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Vestido de novia

Los días estaban pasando volando y ese día que sería el peor de su vida estaba muy cerca; Sarah se aferró tanto al trabajo para olvidar todo eso que la atormentaba. Estaba decepcionada, asustada, agobiada y furiosa que no quería volver a ver a nadie vinculado con lo malo que le estaba pasando, su padre trataba de acercarse, pero ella solo pasaba de lado.

La víbora entro a su oficina con una sonrisa socarrona. —Tienes una cita con la modista para que te midas el vestido de novia— anunció Ágata Gallardo sonriendo triunfante. —Disfrutas mucho mi desgracia ¿Cierto? — comentó la rubia menor y su madre sonrió de oreja a oreja. —Esto es lo mejor para ti Sarah, y una madre solo quiere lo mejor para sus hijos— dijo la rubia mayor con hipocresía. —Ese hombre tiene mucho dinero deberías estar agradecida que se haya fijado en ti, tendrás una vida llena de lujos— comentó esa víbora venenosa. — Como siempre el dinero es lo único que te importa Ágata — bufó Sarah con molestia. —Pero no te preocupes tanto por mí, después de todo alejándome de ti ya estoy ganando— sonrió a su madre que la miraba enojada. —Tener a alguien cerca tan artificial, ambiciosa, falsa y ridícula como tú, madre — continuó — es perder y yo no quiero seguir viendo tu cara tan patética— añadió y su madre la miró rabiosa. — No te preocupes iré más que encantada a la cita con la modista ya que es mi puerta para alejarme de ti— dijo abriendo la puerta de su oficina. —Hasta nunca mamá— comentó, por primera vez le decía mamá y sería la última.

Sarah llegó al centro comercial y empezó a probarse varios vestidos de novia, pero ninguno la satisfacía, hasta que encontró un vestido hermoso, era escotado en la espalda y estilo de princesa, sus mangas eran largas, se miró en el espejo, parecía una mujer encantada con ese vestido, como si hubiera llegado su hada madrina, pero no se sentía feliz, se supone que cuando una mujer busca su vestido de novia, es más que feliz, pero ella era todo lo contario, solo se sentía en agonía y así seria por el resto de su vida.

Salió de la tienda después de encargar su vestido y se dirigió hacia la salida del centro comercial en busca de un taxi, ya que, no había querido venir en su auto, en ese momento un auto negro se paró justamente frente a ella. Un hombre con traje negro y blanco bajó abriendo la puerta trasera y ella estaba confundida. — Vas a entrar al auto o vas a quedarte como una estatua— dijo una voz reconocida dentro del auto y ella negó molesta. — No me interesa entrar a ese auto, prefiero un taxi— dijo furiosa y el chofer la miró con asombro sin saber que hacer mientras que un pelinegro bajaba molesto del auto. — Luca sube al auto— ordenó Pablo y el hombre obedeció colocándose en el asiento del piloto. —Vas a entrar a ese auto a la cuenta de tres o vas a atenerte a las consecuencias— amenazó muy molesto con la rubia altanera, pero ella parecía muy tranquila al no seguir sus indicaciones. — Uno— dijo el pelinegro, pero ella ni se inmuto, solo cruzó sus brazos en una pose molesta. — Dos— prosiguió Pablo tensando su mandíbula, pero Sarah continuaba en la misma posición sin acatar y eso lo estaba comenzando a alterar. — Tres— terminó y la chica lo miró con una ceja arriba, esa mujer lo estaba exasperando con su caprichosa actitud. — Bien has escogido por las malas— añadió tomando desapercibida a la rubia subiéndola a sus hombros como un costal de papas. —Suéltame imbécil, estúpido, infeliz, cavernícola— gritaba muchos insultos mientras pataleaba, ese descarado la había alzado como si nada metiéndola al auto a la fuerza. —Tienes una boca muy sucia— dijo molesto el pelinegro cerrando la puerta tras de él con fuerza. — Que culpa tiene la puerta — dijo ella mirándolo con rabia, pero él solo mantuvo su mandíbula apretada. — Me secuestras y ahora me ignoras— comentó la rubia cruzando sus brazos dejándose llevar mirando por la ventana.

El auto parqueó frente a una mansión enorme, mucho más grande que la mansión de los Gallardo dejándola asombrada con la vista. — Mucho cuidado como te comportas fiera, deberás fingir estar contenta sino quieres que Julián pierda su práctica en el bufete de abogados— amenazó Pablo y ella tensó su mandíbula, infeliz tenía todo tan bien estudiado que la amenazaba sin ningún remordimiento.

Pablo entrelazo su mano con la de ella y una corriente extraña viajo entre los dos, pero lo dejaron pasar. Entraron a la mansión sonriendo como un par de enamorados. — Famiglia voglio presentarti alla mia amata e futura moglie— dijo el pelinegro en italiano (Familia, quiero presentarle a mi amada y futura esposa). —è un placere incontrarti, sei bella— comentó una mujer castaña sonriendo con amabilidad (Es un placer conocerte, eres bella). — Grazie e dico lo stesso— contestó Sarah con un perfecto italiano (Gracias y digo lo mismo). — ¿Hablas italiano? — preguntó el pelinegro y ella sonrió con arrogancia. — Hablo cuatro idiomas además del inglés — comentó orgullosa de sí misma. — Que bueno que al fin mio fligio sentó cabeza— dijo un hombre y saludo a la joven con dos besos en la mejilla al igual que su esposa (Mi hijo). — Padre deja de decir estupideces y no me avergüences con mi futura esposa— comentó Pablo con diversión y el hombre sonrió divertido. — Así que esta hermosa chica es tu novia— dijo un joven que venía con otra chica de cara inocente. —Es sexy — añadió el chico divertido ganándose una mirada fulminadora por parte de su hermano mayor. —Cuidado Tyler no queremos que tu baba manche la camisa— comentó por primera vez la chica castaña. — è un placere, sonó Dalia— se presentó la joven con una sonrisa, pero su mirada estaba perdida en el horizonte, pareciéndole algo extraño a la rubia (Es un placer, soy Dalia). — Soy Sarah— contestó la rubia acercándose a la joven tomando su mano y eso sobresaltó a la chica, pero sonrió y en ese momento la rubia comprobó su hipótesis, esa chica era ciega. —Mi primo nos mencionó que pronto il tuo matrimonio sarà celebrato— comentó Dalia sonriendo (se celebrara su boda). —Bueno no incomodes a mi novia, primita — dijo Pablo abrazando por la cintura a Sarah que sintió de nuevo esa corriente recorrer su cuerpo. —Ellos son mi familia, mis padres, mi hermano y mi prima— presentó Pablo a la familia D'Monte. — ¡Oh! Signorina nos harás el honor de acompañarnos a la mesa— dijo el señor Angelino D'Monte (señorita). — Chiaro— contestó la rubia sonriente (claro). En realidad, esa familia era un amor que ni siquiera se sintió fuera de lugar en la cena, se divertía con las ocurrencias de Tyler, los sarcasmos de Dalia, las alegaciones de la señora Alisa D'Monte y las bromas del Sr. D'Monte. En ese momento comprendió que el único subnormal de esa familia era su desgraciado esposo. En realidad, era el único que no tenía parentesco físico con ninguno, su prima era castaña de ojos grises, su hermano era castaño con ojos marrones al igual que su madre y su padre, solamente Pablo era el único con el cabello negro y ojos azules, cosa que le extrañaba porque estaba segura que algo debía parecerse a su familia, por lo menos ella, aunque no le gustara tenía el cabello rubio de su madre y los ojos verdes de su padre y sus hermanos también tenían parentesco.

En el camino a casa todo fue en silencio, así que apenas llegaron bajó del auto y lo último que escucho fue las ruedas avanzando. Entro en su habitación después de ese día tan extraño y agitado, se tomó las pastillas para dormir y se dejó vencer por el sueño.  

Que familia tan encantadora son los D'Monte.

Les quiere Yarlin💜

¡Te odio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora