La cena
Había pasado prácticamente toda la tarde encerrada en la habitación de aquella impresionante residencia, pero no quería caer en tentación, no sabia que había pasado con Pablo, puesto que no lo escuchaba por lo que imagino que seguro se encontraba afuera, así que decidió salir de su encierro, ya que su estomago estaba rugiendo de hambre, se encamino con sus muletas tratando de pasar desapercibida, pero su misión falló cuando el pelinegro abrió la puerta principal con una sonrisa cuando la notó, la rubia quería que la tierra se la tragara para dejar de ver esa sonrisa tan malditamente agradable. — Estaba esperando que salieras de la habitación — dijo Pablo acercándose a la chica que lo miraba con cierta duda en sus hermosos ojos verdes. — Te tengo una sorpresa — añadió el pelinegro.
Los dos salieron a la hermosa terraza con una vista impresionante, pero lo que mas llamó la atención de Sarah fue la hermosa mesa que se encontraba acompañada con dos sillas y una decoración demasiado romántica; Pablo había hecho una cena romántica para los dos, por que se empeñaba tanto en cortejarla, eso era peligroso, puesto que ella no quería enamorarse de ese hombre que se había acercado con una idea de venganza. — Me tome el atrevimiento de preguntarle a tu hermano por tu comida favorita — mencionó el pelinegro después de haber corrido la silla para que la rubia tomara asiento. — ,Y resultó ser mi favorita también — añadió el hombre destapando los platos que contenían una porción de macarrones con queso, sorprendiendo a la rubia que se sentía en una nube de confusión, pero a la ves nunca nadie había hecho algo tan especial por ella de esa forma.
Así que, la rubia no espero demasiado, puesto que su estomago estaba rugiendo de hambre. — Umm esta delicioso — dijo Sarah con una sonrisa en su rostro, ya que el sabor de esos macarrones la hicieron devolverse a su infancia cuando su nana Susy la cuidaba y ella era feliz. — Lo se, mi madre solía prepararlos para mí — contestó Pablo comiendo de sus macarrones y sorprendiendo a la chica, puesto que ella no se imaginaba que la suegra Alisa supiera algo de cocina, ya que siempre en su cocina había personal calificado para cocinar. — No sabia que Alisa cocinara — mencionó la rubia saboreando su comida, pero Pablo la miró, por supuesto que su esposa no conocía la realidad, quizás era el momento de presentarle quien era en verdad, tal ves mostrándole un poco de su vida, la rubia empezará a confiar en él. — Alisa es mi madre adoptiva y se le quema hasta el arroz — comentó el pelinegro con un tono de gracia para que la verdad no sonara tan cruda, pero la rubia lo miraba con sorpresa, puesto que ella si se le hacia extraño que su esposo físicamente no se pareciera a su familia, pero jamás se imaginó que fuera adoptado. — No sabia que eras adoptado, lo siento — dijo con pena la rubia levantando la servilleta. — No pasa nada, me adoptaron cuando tenia ocho años — explicó el pelinegro. — Mi madre de sangre eran quien me preparaba los macarrones con queso, y siempre le quedaban delicioso — comentó con ilusión marcada en su mirada azul, por lo que la rubia entendió que quizás Pablo si había sufrido una perdida muy grande en su vida. — ¿Qué le paso? — preguntó Sarah, pero en el momento se arrepintió, era una bocona. — Murió — contestó Pablo y ella bajo la mirada, era una tonta por a ver preguntado algo que era tan evidente.
La cena transcurrió bien, puesto que ninguno de los dos volvió a hablar mas de ese tema, se centraron en hablar trivialidades, como si estuvieran en una cita, hubieron momentos donde la rubia reía a carcajadas por las cosas que Pablo le decía, quizás después de todo ese viaje no iba a ser tan malo, y el pelinegro se sentía a gusto, puesto que sentía que estaba bajando la barrera que Sarah se había colocado para cuidarse de él creyendo que iba a dañarla por su absurda venganza.
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¡Te odio!
RomanceUna chica de 24 años, trabaja para la constructora de su familia, ella es una diosa, todos los hombres la desean, pero ninguno a llegado a ese corazón que es más frío que un témpano de hielo. Un hombre de 27 años, tiene su propio imperio, es millona...