Pesadilla
Flash back
La chica rubia de catorce años se dirigía hacia su colegio esa mañana de abril, todo estaba tranquilo en lo que transcurría el día, en la tarde de regreso unos amigos la invitaron a tomarse un helado, puesto que en su casa a nadie le importaba si no llegaba y siempre la esperaba algún castigo, por lo que acepto, había sido una tarde agradable, puesto que no quería llegar a casa, solo para que esa mujer le hiciera la vida cuadritos como siempre, vivía un infierno, con castigos desde encerrarla sin comer por tres días, hasta latigazos en su espalda y a nadie le importaba. Con su cabeza baja tratando de pasa desapercibida subió las escaleras, pero una mirada la penetraba desde su espalda, sabia quien era, ese hombre que su madre había contratado para el jardín, trato de ignorarlo como siempre.
Al abrir la puerta de su habitación una cabellera rubia la esperaba en su habitación, esa mujer con sonrisa cínica, hace mucho la había dejado de llamar madre. — Dos horas tarde — mencionó la mujer mirando su reloj rolex con oro incrustado, debía costar una verdadera fortuna; fortuna que su padre ganaba pasando mas tiempo en la oficina que con su familia. La rubia se soltó de su mochila para ponerla en la silla de su escritorio. — No me ignores mojigata, tengo mis contactos y te vieron con tres malditos mocosos salir del colegio — comentó Ágata con rabia. — Te cogieron — aseguró ganándose una mirada sorprendida de la chica rubia, solamente había ido por un helado, pero esa mujer tenia la mente podrida. — Estarás castigada, pero este castigo será diferente, vas a aprender como comportarte, ya que andas tan pierna sueltas y mas te vale no decir nada o la preciosa Alicia le pasara lo mismo cuando la castigue — añadió la mujer saliendo de la puerta, en realidad no había comprendido nada de lo que Ágata Gallardo había tratado de decir en ese momento, pero lo comprendió después, cuando en su habitación entraba el monstruo de sus mas crueles pesadillas. — No, por favor no — suplicó con sus mejillas mojadas de su llanto.
Un mes, había pasado un mes desde el momento que ese hombre entraba a su habitación todas las malditas noches y abusaba de su cuerpo, la rubia solo pasaba en la regadera restregando el asco que sentía por su cuerpo, nadie había notado su desgracia y siempre que trataba de escapar la puerta de su habitación estaba cerrada, alguien la cerraba y sabia quien era, esa mujer permitía que la violaran, ese era su castigo, que el maldito jardinero abusara de ella. La chica miró el filo de aquella tijera y restregando su cuerpo en aquella bañera pensó que era su única salida, por lo que miró su muñeca izquierda acercando la tijera para luego cortarla e hizo el mismo procedimiento con su mano derecha. Dejó caer las tijeras para arre costarse en la tina con sus ojos cerrados, sabia que era lo mejor, puesto que su cuerpo y su alma ya se encontraban manchadas. Sentía paz, iba a morir, que mas daba a nadie le importaría si daba su ultimo respiro.
Alejandro se había refundido tanto en su trabajo, puesto que se sentía vacío desde que Adriana había aparecido muerta, ya no le importaba nada, había tenido que contraer matrimonio con Ágata por que había robado su pureza y la chica había quedado embarazada, pero nunca mas Adriana había querido verlo, había desaparecido de su vida, pero lo que mas le dolió fue en el momento que le avisaron que una chica había aparecido muerta y descuartizada en la orilla de un rio y que esa chica era el amor de su vida. Camino por el pasillo de las habitaciones para dirigirse a la recamara, pero sentía una necesidad de entrar a la habitación de su hija mayor y la vio, Adriana lloraba en la puerta mirándolo con lagrimas — No me dejes morir — dijo con esa misma voz y corrió hacia dentro, Alejandro nunca en su vida había vivido una situación de esa forma, así que entro en la habitación y la miró entrar al baño con sus ojos llorosos, así que se encamino hacia ese lugar, pero no estaba Adriana por ningún lado, pero lo que encontró fue peor, Sarah se encontraba en la tina de baño aun con ropa, y sus manos sangraban manchando el agua y el piso — Sarah — gritó el hombre agarrando a su hija en sus brazos con desesperación.
Sus ojos empezaron a despertar mirando un lugar completamente blanco, acaso eso era morir, pero un pip la estabilizó mirando bien a su alrededor, se encontraba en una camilla, tenia puesta una bata azul de hospital y sus dos manos estaban vendadas, es que acaso no había muerto, miró a su padre que se encontraba sentado en un sillón mirando su laptop, la rubia rodó los ojos, ni siquiera en el hospital podía dejar de trabajar, aunque si notó las bolsas bajo sus gafas y su cabello despeinado.
Tenia mucha sed, cuanto tiempo llevaba en ese lugar y por que no estaba muerta. — Sarah — dijo su padre al percatarse que la adolescente había despertado. — Hija — mencionó el hombre dejando la computadora a un lado para acercarse a la chica rubia. — Despertaste — dijo con ilusión, se sintió un poco mal por su padre, ¿Acaso había sufrido? no lo podía creer, puesto que no era un padre muy presente en su vida, que ni siquiera se había dado cuenta de todo el daño que esa mujer le provocaba. — Buenos días Sarah — dijo una doctora entrando a la habitación después de que su padre apretara un botón rojo. — Me alegra que hayas despertado — dijo la mujer con una sonrisa, pero Sarah solo quería salir corriendo ¿Por que mierda no había muerto?.
Fin del flash back
— Y así fue como desperté, después me enviaron a un internado donde pase recluida hasta los dieciocho años que empecé a estudiar en la universidad, aunque no fue tan malo, me ayudaron a superarme y poder vivir aunque estuviera muerta por dentro — dijo Sarah mirando el techo de la habitación. — ¿Tu padre lo supo? lo que hizo esa mujer — preguntó el pelinegro con rabia, como una madre podía hacerle eso a su hija. — No, si supo que me violaron, puesto que en los exámenes que me hicieron en el hospital salían los resultados de violación, pero nunca tuve el coraje de decirle la verdad, tenia mucho miedo — dijo la rubia con los ojos llorosos. — De hecho eres la primera persona en saber todo esto, nunca hable por miedo a la represalias, ella vivía recordando que si decía una palabra mi hermana Alicia viviría la misma pesadilla — comentó Sarah negando con la cabeza. — Tenia miedo de que Alicia pasara por lo mismo — dijo la rubia con lagrimas en los ojos. — Lo único que tenia presente es que debía protegerla, que como hermana mayor no podía permitir que ninguno de mis hermanos sufriera lo mismo — comentó la chica recibiendo un abrazo reconfortante de Pablo. — Tú y mi madre van a tener justicia y esa mujer va a pagar todos sus crímenes o me dejo de llamar Pablo D'Monte — aseguró el hombre y por primera vez, Sarah Gallardo se sentía protegida.
ESTÁS LEYENDO
¡Te odio!
RomanceUna chica de 24 años, trabaja para la constructora de su familia, ella es una diosa, todos los hombres la desean, pero ninguno a llegado a ese corazón que es más frío que un témpano de hielo. Un hombre de 27 años, tiene su propio imperio, es millona...