21- La joya de hielo

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En el autobús Ranma observaba la lluvia caer por la ventana, a su lado estaba Shampoo leyendo un libro que Shinobu solía dejar en la posada. Claramente por la mente de la pelirroja pasaban dudas, inseguridades, inquietudes y demás; en un mar de incertidumbre la única salida era hallar respuestas aunque sea usando manotazos de ahogado. La amazona deslizó su mirada hacia Ranko, la tomó de la mano y la miró a los ojos con calidez.

—Todo se va a solucionar — dijo la de cabello azul.

—No sé — murmuró Ranma exhalando, el frío hacía que su aliento saliera en forma de vapor —ella no merece ser odiada.

—¿Tú la odias? 

—¿Por qué debería? — la pelirroja la observó —no quiero odiarla... tch... es sólo que odio que me mientan, que me oculten cosas. Por ejemplo ¿por qué debería casarme con Akane? bueno, ella es alguien agradable, de carácter fuerte claro pero forzar a alguien a casarse es absurdo.

—No lo discuto — mencionó la amazona —¿qué harías si te dijera que talvez hay una cura para tu maldición?

—En lo personal — Ranma se acomodó en la silla —no la siento como una maldición. Si por mi fuera dejaría que tú, Ryoga, Saotome — hizo una pausa con clara molestia —no sé quién más tenga esa maldición de Jusenkyo.

—Mousse, Pantimedias Taro y yo — explicó Shampoo —¿aún sigues enfadado con tu papá?

—Shampoo, no quiero hablar de eso — miró a otro lado —además... él y mi mamá deben explicarme algo también: ¿por qué tengo una hermana perdida?

La amazona se acurrucó en el hombro de Ranma, ella le transmitía una seguridad que sólo hallaba en Nodoka y la confianza que encontró en ellas era sin igual, claro está que también Takeshi y todos ellos formaban parte fundamental al momento de adaptarse al barrio menos normal de Tokio. El frío calaba hasta los huesos, el hambre hacía ya mella en ellos; antes de llegar a Nerima hicieron una parada en un restaurante para comer algo.

—Maldita sea, hace mucho frío — exclamó Shampoo —si así es el clima aquí no quiero imaginarme el de Alaska.

—Te congelas, gata — le respondió Ranma de forma bromista.

—¿A quién le dices "gata"? — Shampoo le tiró una bola de nieve.

Entre los dos comenzó una disputa de bolas de nieve, a leguas se notaba que actuaban como dos enamorados. Cuando ya por fin dejaron de lanzarse bolas de nieve entraron al restaurante, lo que más le sorprendió a Shampoo fue ver a Mousse allí; el chico de los lentes estaba bastante bien acompañado. 

—Vaya, ¿qué tenemos aquí? el bajista de Jusenkyo Crew está saliendo con alguien más — afirmó Ranma con una sonrisa.

—Cállate, Ranma — exclamó el pelinegro.

—Ah, tú debes ser la novia o exnovia de Mousse — mencionó la joven —me llamo Yuki.

Ranko y Shampoo se miraron de reojo, a pesar de que Yuki estuviera saliendo con Mousse aún no se explicaban esa notoria casualidad; al momento los dos chicos se acercaron a los otros dos con la firme intención de socializar con ellos. Por varias horas hasta bien entrada la noche se entretuvieron entre risas, bromas y bebidas. Hacia las once de la noche, la pelirroja recibió a su teléfono un mensaje proveniente del celular de Akane y otros dos mensajes de su madre; Nodoka, que estaban bastante preocupadas pero básicamente estaba a punto de quedarse sin batería.

—¿Ocurre algo, Ranma? — preguntó Shampoo.

—Es Akane — mencionó la de la trenza —ella me está preguntando si ya pensé lo del viaje a Alaska.

—¿Se irán a Norteamérica? — Yuki abrió los ojos sorprendida —yo he tratado de ingresar a alguna universidad en Nueva York o en Toronto.

—Esto sí es un inconveniente — mencionó Mousse acomodando sus lentes —básicamente Alaska está más cerca de Tokio que de Nueva York. Imagino que Ryoga se perderá en ese sitio.

—Es cierto, en Alaska hace también mucho frío — la novia de Mousse tomó la palabra —pero lo vale, todo por ver esas auroras boreales... ¡ay es tan romántico!

Ranko miró a Shampoo por su cabeza pasaban mil y una ideas con relación a las auroras boreales y su cercanía con la amazona, pero qué sentía realmente él por ella. Básicamente pasaban casi todo el día juntos, se sentían cómodos y, además, él ya no consideraba a su forma femenina como una maldición. 

—Mousse, ¿puedo hablar contigo un momento? — indagó Ranma —a solas.

Las dos chicas biológicas salieron hacia el baño a darse unos cuantos retoques, por su lado Ranma pidió agua caliente en una tetera y agua fría en una botella. Vertió el agua caliente en su cuerpo volviendo a ser chico, miró a Mousse y empezó a sentirse estresado.

—¿Qué hago? — Ranma lo sostuvo del abrigo —Nunca me había sentido así, Mousse. Yo te considero como un amigo, aconséjame. 

—Bueno — el de cabello largo se soltó y le pegó en la cabeza a su contrario.

—¿Oye? ¿qué te pasa? 

—No me agarres así — hizo una pausa y acomodó sus lentes —amigo mío te escucho.

—Me siento a gusto con ella, tranquilo, sé que puedo ser quién soy a su lado — el trenzudo empezó a hablar —es amable, tierna, cocina bien aunque últimamente la he visto como si le fuera a dar gripe.

—Es normal, está haciendo demasiado frío — explicó Mousse con calma —continúa.

Soltando un suspiro sonoro y muy fuerte; exhalando, de esa manera, una gran cantidad de aire miró a Mousse que permanecía tranquilo meditando cada palabra de Ranma Saotome.

—Es temprano para dar un veredicto — mencionó entre titubeos —pero... creo que ella me gusta.

—Ya han salido, ya se han divertido — dijo el de cabello más largo —Ranma, yo estoy feliz con Yuki así que ve por ella. El Ranma que yo conocí era perseguido por muchas mujeres, ¡ahora es momento de decidirte! Haz que sea emotivo y muy hermoso.

Ranma sonrió de una forma boba y al mismo tiempo miraba la puerta del baño de mujeres que estaba al final del pasillo; luego, bebió su café caliente y miró al cielo. Una propuesta tan común como una realizada en una playa no le llamaba la atención.

—¿Qué hay de hermoso en Alaska? — preguntó.

—Yuki lo dijo, las auroras boreales. Aunque...

—Eso es — Ranma se colocó de pie —ya vuelvo, no dejes que Shampoo vaya a la posada Arisaka ni a la casa Tendo.

Ranma salió a toda prisa, Mousse lo detuvo de su camiseta y lo miró a los ojos con extrañeza.

—¿Qué pretendes hacer, Ranma? — le preguntó el chino.

—Pues verás...

El Saotome se acercó a Mousse y empezó a susurrarle algo al oído, un par de segundos después, con la consciencia más tranquila, se marchó hacia la casa Tendo en un taxi nocturno.
Obviamente sus planes estaban fríamente calculados para que la amazona no se entere y así no se le arruine la sorpresa que él con tanto esmero le estará preparando.

A su joya de hielo. A Shampoo.

Recuerdos de NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora