28- Un beso bajo la aurora boreal (final)

90 3 1
                                    

Aquel hostal del vecino de Ranma era un conjunto de cabañas levemente dispersas al rededor de un lago de grandes proporciones, el frío invierno provocó que la nieve cubriera todo el verdor de aquellas montañas brindándole a los escapados a esas escarpadas formaciones rocosas un paisaje inigualable. Ranma mantenía su mano cálida sobre el tembloroso torso de Shampoo que por culpa de las bajas temperaturas parecía un gatito asustado, el muchacho sacó de la maleta dos pares de patines para hielo y señaló al lago congelado.

La sonrisa característica de Shampoo, llena de picardía y diversión se volvió a apoderar de su rostro; tomó de la mano al joven Saotome yéndose juntos hacia el lago congelado, la muchacha tomó los patines y cuando se los puso se colocó de pie tratando de mantener el equilibrio con la mala suerte de haber terminado estampillada contra el pecho de su chico.

—Ven... es divertido ir a patinar en el hielo — mencionó Ranma dándole la mano para que se aferrara a él.

Shampoo simplemente aceptó el gesto con timidez, simplemente se dejó guiar y al tiempo que se deslizaban sobre la fina y fuerte capa de hielo que se formó sobre la superficie del lago observaban a varias familias que disfrutaban de los días festivos de aquellas fechas. La mirada de la amazona se detuvo sobre una pareja que llevaba a dos niños de unos cuatro a seis años de edad a conocer ese deporte del patinaje sobre hielo. Sintió como desde atrás alguien le sujetaba por los hombros y la fue guiando, Ranma colocó en la oreja derecha de la chica un audífono por donde podía escuchar la canción "Innuendo".

La amazona se dejó guiar y al sentirse algo desprotegida pidió ayuda con su mirada a Ranma que oportuno llegaba a ayudarla para que no se cayera, poco a poco el chico le daba su espacio para que pudiera seguir patinando por su cuenta. Al rato, cuando tomaron un descanso de esa actividad, unas parejas los invitaron a un paseo en trineos halados por perros. Los chicos no se negaron y recorrieron gran parte del parque nacional en trineo, tomaron fotos y se lanzaron bolas de arena.

—Epa — Ranma esquivó la bola de nieve lanzada por Shampoo.

—No te apunté a ti — dijo la chica con una sonrisita.

Desde arriba se deslizaba otra bola de nieve de mayor tamaño que atrapó a Ranma y terminó engargolado en la rama de un árbol, su obvia expresión de desagrado sólo hizo que la amazona se riera aún más. Ella saltó y lo ayudó a zafarse de la rama, ambos caminaron un poco para volver al área de las cabañas y justo en ese momento presenciaron uno de los espectáculos más hermosos que la madre naturaleza pudiere ofrecer: una aurora boreal.

—Es... hermoso — susurró la chica con un brillo sinigual en sus ojos —gracias por invitarme Ranma.

—Es un placer haberte traído — Ranma le acarició la mejilla derecha —te quiero. Quiero que seas mi novia.

—Yo... Yo te amo — Shampoo dijo emocionada

Shampoo no dudó más y lo besó, al fin lo había conseguido jugando limpio y legal; y Ranma también se sentía pleno y realizado, tranquilo y al final de tantas cosas que había pasado desde que perdió la memoria, el volver a conocer a las personas que lo apoyaron y al final quedarse con quien no dudó ni un segundo en ayudarle a adaptarse a un mundo "nuevo" para él como lo fue Nerima. 

Se separaron y se miraron a los ojos luego se tomaron de las manos y siguieron viendo la aurora boreal que coloreando el cielo con sus tonos verdes iluminaba la oscura noche alasqueña, bajo las estrellas vigilantes en el firmamento las personas que disfrutaban sus vacaciones invernales antes de volver a clavarse horas y horas en sus trabajos.

—Acepto ser tu novia — dijo la amazona.

Ranma la abrazó permitiéndole que se acomodara para que se recostase en su hombro, imaginaba que no debía viajar millares de kilómetros para encontrar a la persona que tanto bien le había hecho y más en ayudarlo en adaptarse al anormal e inusual barrio de Nerima en Tokio.

(...)

Los días siguientes para la recién formada pareja casi le hace dar un infarto a Nodoka, algunos días después Shinobu fue con ellos donde vivía su abuelo. Era una casa grande, de mampostería y madera pintada de blanco en la fachada, cuando la albina entró guio a los dos novios a dónde estaba su abuelo, un par de minutos después llegó la matriarca Saotome y ahí se podría aclarar todo con respecto al parentesco sanguíneo de Ranma y la Arisaka.

—Creo que estamos todos — dijo el abuelo de Shinobu, un señor de ochenta años en silla de ruedas —fue hace veinte años que conocí a tu madre, Ranma.

La tensa calma estaba por romperse, Ranma tenía nervios pero sabía que Shampoo estaría allí por si llegara a tener un colapso. Su ritmo cardíaco iba en aumento, su sudoración estaba empapando su camiseta a pesar del frío invierno que se podía sentir en Anchorage.

—Realmente — el señor empezó a hablar —Nodoka salió con mi hijo Yokoi antes de que se casara con la madre de tu hermano, yo no aprobaba esa relación pero me di cuenta con el tiempo que mi hijo jamás fue feliz y aprendí una cosa.

Los presentes pusieron atención a lo que el señor Arisaka estaba por decir.

—Forzar a alguien a casarse por un capricho tuyo es un abuso — afirmó —ellos merecen ser libres y no cumplir con las obligaciones de sus padres.

—Fue justo lo que hizo Genma — mencionó Nodoka.

—¿Te refieres al panzón que me arregla el jardín? — indagó el señor Arisaka y la mujer asintió —, es un buen trabajador...

—Pero un mal padre — complementó Ranma —no estuvo cuando tuve un accidente y perdí la memoria.

—Hijo, acércate — pidió el mayor.

Ranma lo obedeció y lo miró a los ojos, una mirada entre dureza y sabiduría extrañamente entremezcladas le hizo sentir inseguro pero confiado en las palabras de aquel adulto mayor.

—Los padres cometemos errores estúpidos — el hombre mayor acomodó sus lentes —y somos tan orgullosos que pensamos en algunas ocasiones que pensamos que lo hacemos por el bien de nuestros hijos, la ingenuidad no tiene edad. Anda, ve y disculpa a tu padre.

La mirada del chico parecía extraviada y al sentirse perdido no sabía cómo ir, Nodoka lo tomó de la mano y lo guio a donde estaba Genma sacando la nieve del jardín trasero. Ranma y el patriarca Saotome debían resolver sus diferencias allí y ahora.

—Te escucho — murmuró Ranma.

—Es que... — Genma titubeó —no sabía como reaccionar. La culpa me consumió ¿estás feliz?

Ranma lo abrazó, no lo odiaba sólo detestaba su actitud tan insoportable y que siempre estuviese empecinado en casarlo con Akane, claro a ella la quería mucho pero no estuvo cuando más lo necesitó y en parte fue culpa de su padre. Los cabos sueltos finalmente se ataron y lo único que el joven Saotome deseaba era pasar una vida tranquila con Shampoo.

—Este... ¿usaste el champú que te dije que no usaras? — preguntó Shampoo mirando a Shinobu.

—¿Te refieres a que mi cabello cambia de color cada que toco el agua fría o caliente? de hecho no, se lo compré a una tal Cologne y me estafó — Shinobu apretó los puños —meh... me gusta.

Al mes siguiente el torneo de artes marciales de los dojos de Alaska y como sorpresa el dojo Sao-Tendo terminó en tercer lugar obteniendo un premio de dos mil dólares, dinero que usaron para comprar un par de cosas para la casa en la que se quedaban. 

—Oye Ranma — llamó Ryoga —mira esto — le mostró un GPS que Akane le regaló de San Valentín —se recarga con energía solar así que ya no podré perderme.

—Es bueno por ti — Ranma sonrió poniendo unas cosas en una camioneta que Shinobu le regaló, era vieja pero útil para conducir por el Estado —creo que tanto frío me afectó.

—¿A dónde irás? — preguntó Kasumi ocultando unas cosas algo vergonzosas y que sólo se usan en pareja.

—A California — el chico se subió al asiento del conductor —quiero descubrir más este país.

Shampoo se subió junto a él y lo besó en la mejilla, Ranma sólo sonrió y pisó el acelerador yéndose por la autopista que cruzaba Alaska. En cualquier lugar que estuviera con aquella amazona ya sea en una isla desierta o en mitad de la jungla de concreto helado estaba feliz de que ella estuviera con él.

FIN...


Recuerdos de NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora