22- Auroras boreales

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Por culpa de un accidente de tráfico Ranma terminó llegando donde los Tendo a las 6:45 de la mañana él se sorprendió al verlos con las maletas en la calle y abrigados saliendo del dojo. El chico se acercó a Akane y la detuvo para hablar con ella, la chica le miró confundida y Kasumi, con una mirada, le asintió para que hablaran.

—¿Se van ya? — preguntó el pelinegro.

—Sí, Ranma — dijo la chica —queremos estar allá antes de año nuevo y antes de que las tormentas de nieve no impidan ir. ¿Qué has pensado? ¿irás con nosotros? 

—Tengo que llamar a Shampoo — Ranma sacó su celular y cuando lo iba a ver estaba casi sin batería —¡ay no puede ser, me quedo sin batería! 

—Ranma — Nabiki le entregó una batería externa —rápido, llámala.

El muchacho inmediatamente conectó el cable USB de su teléfono al banco de energía, y agradeció que empezara a cargar. Marcó el número de Shampoo y hablaron juntos durante varios minutos, al parecer la amazona estaba apenas despertándose por el tono adormilado de su voz; las chicas Tendo observaron sus reacciones y notaron que en realidad Ranma estaba bastante enamorado de Shampoo pero ¿acaso él ya se había dado cuenta de ello o era tan ingenuo para no pensar en eso?

—Estoy diciéndote que nos iremos a Alaska, tenemos que comprar los tiquetes de avión 

Ranma son menos de las siete de la mañana, está bien — dijo la amazona —lo que necesitamos es encontrar la explicación del abuelo de Shinobu. ¿Dónde estás?

—En el dojo Tendo — le respondió.

Estaré allí en diez minutos — Shampoo se levantó de la cama.

El muchacho esperó allí, a pesar de que los Tendo hayan salido tan temprano su vuelo no saldría hasta la madrugada de ese día, Akane había propuesto la condición de irse con ellos dos. Mientras cargaba su teléfono, Ranma escuchaba música de diversos artistas y hasta una ópera, "El barbero de Sevilla"  una que realmente impulsaba la creatividad en las personas. Con cada minuto que pasaba y él observaba las calles de Nerima, quizá por última vez, Kasumi lloraba en silencio, Soun se limpiaba las lágrimas de dejarlo todo atrás para poder reunirse con sus hermanos en Estados Unidos. Habiendo pasado casi quince minutos, apareció por fin Shampoo llegando con su bicicleta asesina al lugar y antes de chocar con Akane apretó bruscamente los frenos de disco de las ruedas de la máquina.

—Nihao, Akane — saludó la china luego le entregó una cajita de regalo —feliz navidad.

—Gracias, Shampoo — le sonrió la Tendo.

Cuando Akane abrió el regalo de Shampoo encontró un champú, un acondicionador y una loción para el cabello y además una crema para peinar. La pelinegra observó eso con curiosidad y detalló que no había malicia en la intención de la amazona en regalarle eso, claramente aunque hayan tenido diferencias en el pasado no podían negar que se caían bien.

—Tienes un cabello muy lindo, ojo no vayas a usarlo con el cabello seco — Shampoo la halagó —bien, creo que también Ranma y yo tenemos asuntos que atender en América.

—¿Qué es? — preguntó Kasumi —imagino que algún desafío de algún artista marcial.

—Te equivocas — la amazona la miró —resulta que Shinobu y Ranma son parientes, más específicamente, medios hermanos.

—¡Sí! — Akane sonrió —Nabiki, cuatro mil yenes.

La nieve empezó a caer tras dos días con lluvia acompañando al grupo hacia la parada de autobuses, Akane miró por la ventana una vez hubo subido al vehículo acompañada por su familia. A Genma lo verían más allá, cerca del aeropuerto mientras tanto a Ranma no le importó en lo más mínimo preguntarle a su madre sobre Shinobu y sólo lo alertó cuando le llegó un mensaje.

—Es mamá — dijo Ranma mirando a Shampoo —me está preguntando en dónde estoy.

—Escríbele que te irás a Alaska

El chico obedeció a las indicaciones de la amazona y durante varios minutos esperó a que le respondiera, cuando volvió a recibir un mensaje de Nodoka observó la frase "te veré allá", era como si su mamá estuviera tratando de buscar y encontrar algo que en su pasado fue doloroso. A Kasumi no le agradaba la idea de irse en avión, tuvo malas experiencias en tiempos pasados cuando su madre aún seguía en este mundo la llevaba al aeródromo y le daba paseos en avión junto a su padre, luego dejó su pasión por los vuelos y los aviones a un lado para dedicarse de lleno a su familia.

—Akane — llamó la mayor a su hermanita —no sé, la idea de irnos sonaba bien pero... me arrepiento, me quiero bajar — Kasumi se mostró nerviosa.

Pese a que Akane apenas era una niña de doce años cuando su madre falleció a causa de un accidente aéreo quien llevó la peor parte fue Kasumi quien desarrolló aerofobia, es decir, miedo a volar en avión. Eso no es un miedo tan raro como la ailurofobia de Ranma, pero tampoco era del todo agradable ello. Por la frente de la mayor de las Tendo surcaban las gotas de sudor frías, miraba inquietamente a todos lados hasta que en una de esos fugaces vistazos encontró a Akane.

—No es por nada pero ¿y si se cae el avión en medio del mar y no tenemos dónde quedarnos? — la mayor continuaba sudando.

—Kasumi — Akane dijo —no va a pasar nada.

—Eso no me lo asegura — Kasumi le respondió —, en serio. Me aterra la idea de ir en avión... yo pienso que ir en barco es más seguro.

—No, Kasumi. Tendrías que pasar días y meses en un barco para llegar a Alaska — Nabiki le contestó.

Akane la abrazó cuidadosamente, era normal que Kasumi se mostrase tan preocupada por el hecho de tener que volver a volar en avión incluso tras la muerte de su madre. Quizá el mero hecho de pensar que el aparato se va a caer en medio del océano, algo que sería muy complicado que ocurra, la hacía estremecer. Dubitativamente aceptó el abrazo de su hermanita y cómplice en todos los aspectos de la vida desde la desaparición repentina de su ex-prometido.

(...)

Nodoka, una mujer de temple de acero y de estricta sabía que tarde o temprano debía recoger sus huellas. Y no es como si el pasado tuviera un peso considerable en su presente, dejando de lado sus pensamientos abandonó la posada Arisaka y tomó un tren rumbo al aeropuerto de Tokio antes de que los chicos llegaran en autobús, una parada obligada antes de viajar al territorio de su ex-suegro, el hombre que arrebató de sus manos a su primera hija.

—El tiempo no miente jamás — Nodoka abordó el avión que iría a Los Ángeles.

Sabía perfectamente que Ranma era tanto su hijo como de Genma, sin embargo cuando a ella dio a luz a su primera hija hace ya veintidós años no había nacido muerta como dijeron los dictámenes médicos, finalizando el siglo XX y a unos cuantos años de entrar el año 2000, casi dieciocho años desde que se había casado con el padre de su hijo y un año después tuvieron a su primogénito. Mientras estaba en el asiento del avión una suave nevada cubrió la pista de aterrizaje algo que, en dosis mayores, impediría el despegue de cualquier aeronave. Sin embargo esta no fue la ocasión, el avión despegó por fin rumbo hacia el lugar donde hallaría las respuestas que tanto anhela.

Recuerdos de NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora