capítulo 22.

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Nuestros labios se movían juntos pero no coordinaban muy bien por el efecto del alcohol. Fue un beso divertido entre risas porque no podíamos hacer más de tres movimientos sin perdernos.

De repente, las luces de la cocina se prendieron, haciendo que Lautaro y yo cerremos los ojos por la molesta luz y nos separemos lento el uno del otro. No había durado mucho el beso.

-El Tucu ya avisó que vayamos todos a la mesa- dijo Enzo mirándonos entre una mezcla de serio y neutro- en cinco comemos.

-Uhh que rico- dice Lautaro emocionándose- voy a ver si picoteo algo porque tengo un hambre.

Me reí mientras ví a Lautaro irse como nene chico, mientras que Enzo me seguía mirando serio.

De vuelta su cara volvió a entrar a mi mente y no salió, por Dios este chico me estaba volviendo loca.

Me di vuelta para ignorarlo y agarré mi vaso de fernet que estaba en la mesada, me lo llevé a la boca pero la mano de Enzo apareció y me sacó el vaso a la mierda.

-¿Qué haces?- le pregunté frunciendo el ceño.

-Creo que ya estás bastante bien de alcohol, paramos por acá eh, ¿te parece?- me dijo.

-No, no me parece- dije intentando manotearle mi vaso, cosa que no encaré.

-Bueno a mi si me parece- dijo tomando de mi vaso.

-Vos no me decís que hacer- le dije.

-Claramente no- dijo riéndose- sino estarías encima mío y no chapándote al feo de Lautaro.

-¿Estás celoso?- me reí burlona.

Enzo negó con la cabeza volviendo a tomar de mi vaso, pero esta vez me miró a la cara.

-Me di cuenta que no vale la pena ponerme celoso, si total soy yo el que te tiene loca- dijo seguro de si mismo, cruzándose los brazos.

-Estás tan seguro de eso que me da gracia- lo peleé.

-Sabes que es verdad- dijo levantándose de hombros y sonriendo de lado- Lautaro no te causa lo mismo que yo.

-Que poco sabes..- mentí mirando para otro lado.

-Sos muy mala mentirosa Ari- dijo poniéndose en frente mío- mirame.

-Salí Enzo- le dije queriendo correrme pero me agarró de la cintura impidiéndomelo.

-No hay chance que Lautaro te ponga tan nerviosa como te pongo yo- dijo serio.

Enzo me agarró de la pera con su mano, obligando a que mis ojos lo miraran a él, y no pude evitar tragar saliva.

-No puedo dejar de pensar en lo mucho que te quiero morder esos labios- dijo sin sacarme los ojos de encima, lo hacía a propósito, y le salía muy bien ponerme nerviosa, él sabía como hacerlo, como provocarme, todo.

-¿Los mismos labios que estuvieron con Lautaro?- intenté ponerlo celoso o molesto, pero parecía darle más poder.

-Esa boquita me la comí yo primero- dijo sonriéndome- por ende sigue siendo mía, y más si todavía soy yo el que te sabe provocar.

-Lautaro también sabe.

-¿Ah si?- me preguntó Enzo mirándome la boca, se mordió los labios.

Mi respiración empezó a dificultarse cuando su pulgar acarició mi labio inferior y empezó a bajar sus dedos deslizándolos por mi cuello, cerré los ojos y me humedecí los labios.

Apretó suave mi cuello y su mano siguió el recorrido abajo, bajando por entre medio de mis pechos y dibujando como un caminito con sus dedos, bien despacio cosa que me ponía los pelos de punta.

Se dió cuenta como volví a tragar saliva.

-¿Lautaro también te pone así de nerviosa?- me preguntó acercándose y haciendo que su voz bajara.

Intentaba controlar mi respiración pero era inevitable sentir sus dedos sobre mi piel sin ponerme como loca, nerviosa, deseosa todo junto. Para colmo, Enzo bajó hasta mi estómago haciendo caricias y en la parte donde empezaba mi pantalón, empezó a acariciarme con solo dos dedos, de un lado a otro.

Qué hijo de puta, todo lo hace a propósito, pensé.

Mis ojos estaban cerrados gozando de su tacto, pero su voz masculina interrumpió cualquier cosa que se me pasaba por la cabeza.

-Mirame- dijo.

Le hice caso sumisa y no dudé en mirarlo a los ojos, fue ahí cuando sus dedos bajaron hasta mi zona íntima, y por arriba de mi pantalón blanco de fiesta que había llevado, me empezó a tocar despacio y con movimientos continuos.

Fue inevitable abrir mi boca para soltar leves y bajos jadeos, quise cerrar mis ojos pero Enzo me volvió a pedir que lo mirara.

El conjunto de mezcla entre deseos de lujuria y las mariposas que estaba sintiendo en mi panza por este pibe era inexplicable.

-Mirame a los ojos y decime que Lautaro también te hace sentir así- me dijo mientras me provocaba sutilmente.

Negué con la cabeza y él se mordió los labios.

Abracé a Enzo por la espalda cuando empezó a hacer movimientos más rápidos sobre mi ropa, jadeando en su oído.

Me dejó unos segundos más disfrutar de su mano ágil hasta que de un momento al otro, frenó con lo que estaba haciendo.

Lo miré deseosa, con el ceño fruncido y cara de perrito mojado como preguntándole por qué había frenado.

-Hasta por encima de tu ropa me puedo dar cuenta como te mojas conmigo- me dijo recorriéndome con sus ojazos marrones.

-Lautaro no me moja así- le di la razón en todo y Enzo sonrió con grandeza, se aguantó por darme un beso también y lo noté.

-Fa, lo caliente que me dejas lo vamos a hablar después- me dijo- ahora vamos a comer que nos están esperando todos.

Tentación. (enzo fernández)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora