Cicatrices De Guerra

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Enid lentamente abrió los ojos parpadeando repetidas veces para poder ubicarse en su entorno, lo primero que reconoció fue su habitación por lo que suspiró aliviada; bajando la vista lo segundo que notó fue el cuerpo dormido de su compañera a un lado de la cama, estaba sentada en el suelo y solo sus brazos y cabeza reposaban en el colchón.

Por alguna razón su corazón se aceleró al verla ahí, una mezcla de alivio y cariño; intentó moverse para alcanzarla y ahí se dio cuenta cuánto le costaba incluso respirar, para su suerte dedos a su lado se levantó emocionado al verla despierta.

- Hey - saludó cansada volviendo a relajar su cuerpo y quedar mirando la chica a su lado, comenzaba a removerse y esperó pacientemente hasta que abrió sus ojos dirigiéndolos de inmediato hacia ella.

- Estás despierta - dijo Merlina enderezado su espalda y mirándola ansiosa - ¿Cómo te sientes? - preguntó poniendo las manos en sus piernas.

- Como si me hubiera pasado un camión por encima - respondió la rubia haciendo una mueca de dolor - ¿Qué pasó exactamente? -

- ¿No recuerdas? -

- Pequeños fragmentos - admitió permitiendo que le contarán lo ocurrido, tenía muchas cosas que procesar, pero desde su punto de vista había podido salir peor.

- Gracias y... Lo siento -

- ¿Eh? ¿Por qué? - la joven lobo se veía claramente confundida.

- Sabía lo que iba a pasar y aún así no pude evitarlo - respondió mirando el suelo.

- Lo intentaste - la tranquilizó Enid con una sonrisa que trataba de ocultar su malestar - Además no podía dejar que te destriparan, y no digas que hubieras preferido eso - añadió frunciendo el ceño.

- ...Hay que cambiar las vendas - la más baja se levantó sin mantener el contacto visual y tomó del escritorio los implementos de aseo - Deberías bañarte antes -

- Con respecto a eso... - la rubia intentó sentarse pero solo pudo moverse unos centímetros antes de que todo su cuerpo le reclamara - No creo que pueda - Merlina la miró procesando la situación.

- Si, claro... - se acercó y apartó las cobijas - ... - se quedó parada insegura de cómo proceder.

- Merlina - la llamó Enid para que se concentrara en ella - ¿Qué pasa? - nunca la había visto tan indecisa.

- No quiero lastimarte - Enid levantó las cejas sorprendida y no pudo evitar sonreír.

- ¿Te preocupas por mi? - preguntó divertida al ver que no le sostenían la mirada.

- Enid - Merlina tomó aire y toda duda dejó su tono de voz - Estos meses contigo han penetrado en lo profundo de mi ser como una bala en el cuerpo que no alcanza a salir al otro lado - dijo con seriedad - Solo una de las dos puede decidir retirarla y hasta ahora no está en mis planes hacerlo -

La rubia se quedó mirándola con la boca entreabierta sin darse cuenta del calor que había subido a su cara hasta que fue demasiado tarde.

- En los míos tampoco - murmuró avergonzada agachando la cabeza, estaba acostumbrada a los comentarios directos de Merlina, pero no a ese grado de sinceridad - Entonces... - la miró de reojo - Confío en ti - afirmó sonriendo con seguridad.

La más baja tenía una extraña sensación en el pecho después de escuchar esas últimas palabras, sin poder entenderlo desvió su atención a la chica, caminando hasta la cama y ayudándole a levantarse la apoyó en su cuerpo para poder llevarla al baño.

- Me cambiaste - Enid rompió el silencio notando la pijama que llevaba puesta, un gran camisón que cubría hasta la mitad de sus muslos.

- No vi nada, y dedos tampoco - tranquilizó la peli-negra dejando a un lado de la tina las toallas, vendas limpias y un antiséptico para las heridas.

La Pieza Perfecta (Wenclair) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora