El Final

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Los fuertes aullidos inundaron la oscura noche y los jóvenes que apenas se adentraban en el bosque intercambiaron miradas.

- Recuerden, la menor cantidad de heridos - recalcó Merlina con la ballesta colgando de su espalda - Sean más inteligentes que ellos, si son demasiados esperen los refuerzos - todos asintieron y con una honda respiración se separaron, con sus pocos números actuales tenían que cubrir la mayor cantidad de terreno para mantenerlos alejados de la ciudad.

A medida que avanzaba podía escuchar los gruñidos lejanos. Tenía que ser cuidadosa, no podía permitirse ser petrificada por una górgona, tampoco dejarse desangrar por un vampiro y su mayor temor, los licántropos.

Escuchó varias hojas siendo aplastadas y rápidamente se ocultó detrás de un árbol, era un chupasangre, lo sabía por los prominentes colmillos en su boca; caminaba a paso lento mirando de lado a lado buscando una presa, sacudía la cabeza de vez en cuando, gruñía cada varios segundos y golpeaba los troncos más cercanos a él hasta hacerlos agrietar.

-Te tengo - como si fuera parte de las sombras, la joven Addams se comufló y apuntó, el dardo dio justo en el cuello y vació su contenido. El cuerpo cayó al suelo y duró unos momentos sin moverse hasta que aturdido intentó levantarse - Ve a casa - le dijo pasando al lado sabiendo que había funcionado.

Ese fue el inicio de su pesada noche, algunos más difíciles de controlar que otros, como esa górgona que mantenía sus serpientes alerta sin dejar ningún punto ciego.

Dio un bote en el suelo y disparó adivinando, erró el dardo dando en un árbol lo que solo alertó al hombre de su presencia. Sus padres estarían muy decepcionados de ese intento fallido, maldijo para si misma cuando escuchó el siseo de todas las serpientes en su dirección; se preparó para salir pero cuando lo hizo el ser estaba en el suelo, hecho piedra.

Miró en todas las direcciones sin entender cómo había sucedido hasta que una mano apareció sobre el cuerpo y dejó de lado un espejo de bolsillo.

- ¡Dedos! - corrió hasta donde la extremidad estaba y se arrodilló frente a él sin poder negar el alivio que sintió al verlo - ¿Dónde estabas? - recibió unos cuantos gestos, como supuso, al seguir a Enid quedó encerrado en la base subterránea, en habitaciones diferentes - Lamentablemente para ti sigues vivo - sonrió levemente y dedos correspondió con un gesto feliz antes de comenzar a señalar - ¿Está por allá? - de inmediato su atención se fue a ese punto en la oscuridad, como temía su novia había sido envenenada, pero la salvaría, así fuera lo último que hiciera - Si quieres ayudar toma el dardo de allá e inyecta al primer infectado que veas - recibió un pulgar arriba y se separaron.

Merlina escuchó un gruñido cercano y preparó su ballesta apuntando de acuerdo a los sonidos que escuchaba, una pisada, una rama quebrándose o lo que en su caso fue todo un árbol yéndose abajo.

Logró esquivarlo por poco y supo que ya había sido percibida, volvió a apuntar con el arma detrás de unos arbustos donde dos brillantes ojos azules la miraban fijamente. Merlina no le tenía miedo a nada, pero en ese momento la imagen de su novia transformada, con el pelaje erizado y sangre recorriendo sus colmillos hasta manchar el pelaje de su cara, la hizo estremecer.

La bestia permaneció en la misma posición como si esperara el más mínimo movimiento antes de lanzarse contra ella, y el momento llegó cuando le dispararon.

Merlina retrocedió instintivamente cuando el dardo siguió de largo perdiéndose en la oscuridad, la loba lo había esquivado trepando a un árbol y ahora la tenía acechándola desde arriba.

Corrió nuevamente mientras recargaba otra de las curas, sentía las pesadas exalaciones muy cerca a ella mientras zigzagueaba entre los árboles. En ese estado no podía predecir lo que haría, no la perseguía como cuando jugaban, no buscaba sorprenderla, quería acabar con ella.

La Pieza Perfecta (Wenclair) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora