Habían pasado algunos días desde que Jace y Daena habían arreglado sus problemas y todo iba bastante bien entre ellos. Ambos pasaban casi todas las noches en el lecho de pulgas y ayudaban en todo lo que podían. Incluso Jace había ordenado a varias personas de su confianza, llevar comida al lugar y había hecho que llevaran a dos de las mujeres, junto a sus hijos, a la fortaleza para trabajar como criadas para sus hermanos pequeños, Aegon y Viserys.En el lugar, el príncipe Jacaerys ya era querido, y todos concordaban en que su madre sería una gran reina y él un digno sucesor. Sin embargo, el pequeño Reid parecía ajeno al encanto del príncipe y cada vez que él se acercaba un poco más de la cuenta a Daena cuando él estaba en sus brazos lo pellizcaba o rasguñaba en la cara, aunque muchas veces terminaba mirándolo atento e imitando su actitud y todo lo que el príncipe hacía.
Pero ese lugar no representaba bien el sentir del pueblo llano, y Daena lo sabía. Sabía que en muchos lugares se burlaban de la princesa Rhaenyra y de sus hijos llamándolos bastardos. Y aunque ella prefería no contarle nada de eso, sabía que no podría protegerlo para siempre de esa cruda verdad.
A pesar de eso, los momentos que ambos compartían eran hermosos para ambos. Ella le había contado cómo había conocido ese lugar, le había hablado de su difunta madre y le contó cosas de su infancia. Él por su parte compartió con ella algunos se sus miedos e inseguridades, y ambos habían comenzado a apoyarse mutuamente. Pasaban mucho tiempo juntos, no solo en casa de Mary, sino también en la Fortaleza Roja, donde encontraban muchas excusas para verse o se escabullían entre las personas para estar a solas.
Y tal como Daena pensó, Jacaerys se había vuelto insaciable y siempre estaba buscándola para besarla o hacer otras cosas. Aunque a ella no le molestaba en absoluto, ya que siempre lo estaba provocando. Él dejaba notas en su habitación, o se las entregaba sutilmente bajo la mesa en los incómodos almuerzos y cenas familiares. La última que recibió había hecho que ambos terminaran haciendo cosas indebidas en una de la habitaciones de la biblioteca de la fortaleza. Y aunque Daena quería coleccionar cada una de las palabras que Jace le escribía no podía hacerlo, era muy arriesgado que alguien las encontrara, así que las quemaba todas.
Por otro lado, Jacaerys aún no sabía bien cómo plantearle a Daena que se casara con él. Sentía que por un lado era algo obvio, pero tampoco quería abrumarla con el tema y que volviera a malinterpretar las cosas. Aún así, el tiempo corría y el padre de Daena no contestaba aún la propuesta de su madre y Jace estaba cada vez más nervioso porque él y Daena habían estado haciendo muchas cosas que podrían traer una consecuencia. Cada vez se decía a sí mismo que no la volvería a tocar hasta que estuvieran casados o al menos oficialmente comprometidos, pero no podía. El deseo le ganaba.
Además, estaban teniendo bastantes aliados para encontrarse a solas. Luke, principalmente, quien los cubría en todo y luego hacía mil preguntas sobre qué ocurrió, y que además luego cobraba el favor a Jace para que lo cubriera cuando él quería verse a solas con Rhaena. Helaena, con quien Daena había hablado para contarle la confusión, y por ende siempre actuaba como coartada para la chica cuando su tía la buscaba. Y Ser Erryk, quien se había vuelto leal a la pareja y los cubría cuando ambos estaban en la habitación de la chica o cuando Daena se iba a pasar las noches con Jace.
Pero los miedos de Jace eran infundados, ya que él no sabía de la existencia de cierto te que ayudaba a prevenir esa consecuencia. La verdad Daena también ignoraba para que servía antes de que la princesa Rhaenyra y ella tuvieran una incómoda conversación luego de la reconciliación que tuvo con Jace.
- Yo... no quiero insinuar nada sobre usted Lady Daena - dijo la princesa - Pero si ocurrió algo entre usted y mi hijo, debe tomar ciertas precauciones.
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Dutty | Jacaerys Velaryon
Fanfiction"- Usted no comprende, mi Lady - dijo el chico acercándose a demasiado a la chica - Me han educado para actuar con honor y para cumplir mi deber, pero cada vez que la veo siento salir a la luz los deseos más profundos de mi corazón - y susurrando en...