Capítulo 49

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Daemon ingresó a la habitación donde se encontraba su hija mayor y su prometido y los vio sentados frente a la chimenea. Baela leía un libro mientras Aemond observaba el fuego en silencio. Ambos parecían en paz, ajenos a todo lo que había ocurrido horas antes en la Fortaleza, o más bien fingiendo que no sabían lo que ocurrió. El chico estiró su brazo tomando la mano de Baela en un acto aún más íntimo que un beso o sexo, ya que esto implicaba que ambos sentían apoyo uno en el otro, que tenían una conexión emocional fuerte, y eso hizo hervir aún más la sangre del padre de la chica.

Iba a matar a ese estúpido, pensó Daemon mientras cerraba la puerta de la habitación de golpe generando un gran estruendo. Su sobrino se volteó para mirarlo hacia la puerta soltando la mano de la chica, mientras Baela no se inmutó y pasó la página de su libro ignorando completamente a su padre y a su prometido que poco a poco perdía el color en su rostro. Daemon la miró entrecerrando los ojos, esa niña era igual a él y lo estaba sacando de quicio poco a poco con las estupideces que estaba haciendo. Una cosa era creerse enamorada de un hijo de Alicent y otra cosa era hacer todo lo que él le decía. Él no la había educado para eso.


- ¿Qué creen que están haciendo? - dijo de mala gana mientras cerraba la puerta con fuerza de un solo golpe.

Baela dejó el libro sobre su regazo y lo observo.

- Leo un libro - dijo como si fuera obvio - Aemond me hace compañía.

- Baela - dijo enojado y ella continuó mirándolo decir nada, entonces el hombre fijó su vista en Aemond - ¡Quiero que tú salgas ahora mismo de acá! ¿Me entendiste?

- Padre - dijo la chica - Aemond es mi prometido, nos casaremos pronto, no tiene nada de malo que me acompañe mientras leo.

Daemon apretó los puños fuertemente y su mandibula se tensó. Maldita niña, la odiaba tanto por tener su personalidad.

- No se hagan los estúpidos conmigo - dijo de mala gana - ¿Dónde está Criston Cole?

- Supongo que en la prisión donde mi hermana lo metió - dijo Aemond hablando por fin.

Entonces Daemon se abalanzó hacia él y lo tomó por el pecho levantándolo. Baela hizo una exclamación y se puso de pie.

- Mira hijo de puta - dijo apretando el pecho del chico - Puedes hacer las mierdas que quieras, actuar como la puta rata traicionera que eres, pero no involucres a mi hija en esto ¿entendiste?

- ¡Padre! - dijo Baela en un grito - ¡Suéltalo!

Daemon arrojó con fuerza a su sobrino al suelo y este cayó golpeándose la espalda y las costillas. No lo iba a negar, nunca pensó que su tío tuviera tanta fuerza y el golpe le había dolido como el infierno. Llevó sus manos a sus costillas respirando con dificultad.

- ¿Qué estás haciendo? - dijo Baela enojada - No puedes hacer eso.

- Escúchame bien - dijo aproximándose nuevamente a Aemond quien se estaba poniendo de pie - Te irás esta misma noche, me importa una mierda donde vayas pero que sea lejos. No te quiero volver a ver cerca de mi hija ¿entendiste?

Acto seguido lanzó al chico al suelo nuevamente y lo pateo en el estómago con su pie, haciendo que este se quejara por un momento. Sin embargo, Aemond intentó aparentar el dolor y se puso de pie con dificultad para mirar a Daemon directo a sus ojos.

- No.

- No era una pregunta - dijo Daemon enojado mientras empuñaba a Hermana Oscura en su mano - Deberías estar besando mis pies agradeciendo que no le he dicho a la Reina sobre tu traición.

Dutty | Jacaerys Velaryon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora