Capítulo 3

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La cacería era una total tortura para Jacaerys, puesto que no disfrutaba de cabalgar y menos de matar animales inocentes. Sin embargo, era lo que se esperaba de él como heredero, así que se encontraba en ese momento cabalgando al lado de su abuelo que le hablaba emocionado sobre el ciervo que buscaban.

- Otto ha dicho que se vio un ciervo blanco - le mencionó - el rey del bosque real.

Jacaerys lo miro sin entender su entusiasmo.

- Dicen que sólo se le presenta a quien deba ser el verdadero Rey. Antes de que los Targaryen gobernáramos los siete reinos, ese ciervo era el símbolo de la realeza - le explicó - Un regalo de los Dioses para tu llegada, sin duda.

Entonces Jace trago saliva pesadamente. Carajo, ahora tenía otra presión. Debía atrapar a ese ciervo y mostrarle a su abuelo que realmente era digno del puesto, pero no sabía cómo hacerlo.

- El último que vimos fue en el segundo día del nombre de Aegon, pero nunca lo pudimos encontrar.

- Ha de ser difícil - dijo Jace, más que nada porque quería llenar el silencio.

- Haz estado lejos de casa mucho tiempo, mi niño - su abuelo lo miró - debes familiarizarte con las tradiciones de Desembarco del Rey si quieres gobernar algún día.

Jace lo miro dubitativo pero le sonrió. El lo sabía, un buen gobernante debía honrar a sus antepasados y sus tradiciones. Pero también quería mirar hacia el futuro y avanzar en ciertas cuestiones que consideraba relevantes para el reino. Solo que debía ser cuidadoso. Sabía que la gente lo veía como un bastardo y dar tantas opiniones frente a los demás quizás le jugara aún más en contra para su crítica situación y la de su madre.

El chico sabía que muchas personas preferían que su tío Aegon se sentara en el trono de hierro en lugar de su madre, la princesa Rhaenyra. Y él, como un hombre de honor, no iba a permitir que alguien usurpara el lugar de su madre. No especialmente porque le encantara la idea de ser rey algún día, sino porque era el hijo mayor, y como tal debía proteger a sus hermanos y a su madre de todo y de todos.

- Creo que sería bueno separarnos - dijo su abuelo - Ademas así puedes familiarizarte más con el bosque real. Asegúrate de matar al ciervo si lo vez.

Él no estaba tan seguro de eso pero obedeció y comenzó a dirigir a su caballo hacia la dirección contraria a su abuelo. El caballo, sin embargo, hacia lo que quería y no obedecía al chico.

- Desearía que fueras como Vermax- mencionó entre dientes.

Trató de tirar de las cuerdas del caballo pero este salió corriendo tan rápido que Jace solo pudo mantener el agarre para no caer y gritar que le obedeciera. Pero el caballo corría en una dirección que ni él conocía, solo agradecía que nadie lo estuviese viendo.

- ¡Detente! - gritó por quinta vez y el caballo finalmente se detuvo de golpe dejándolo frente a un gran árbol que estaba cercano al riachuelo.

Jace suspiro pesadamente, odiaba tener que hacer esto, pero sabía que era parte de su vida. Se dispuso a tratar de guiar al caballo de vuelta con su abuelo. Todo esto era estúpido y nunca encontraría ese maldito ciervo.

Sin embargo se detuvo al ver que una mujer se acercaba al agua y se despojaba de su vestido quedando solo con el camisón blanco que llevaba bajo este y se introducía en el agua. Jace maldijo cuando se dio cuenta que esa mujer era Lady Daena Hightower. ¿Qué carajos estaba haciendo?

La observo un momento mientras nadaba tranquila y tragó saliva pesadamente al ver cómo la tela se ceñía más a su cuerpo por culpa del agua. Era muy bonita.

Dutty | Jacaerys Velaryon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora