siete:

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¿Lloriqueos? ¿Señal cortada? ¿Una discusión? Muchas cosas se escuchaban a la vez, pero era como un ruido blanco. Pero la impaciencia lo estaba tentando a patear la puerta y asegurarse de que nada malo ocurriera. ¿Diez minutos? Estaba seguro de que llevaba más de diez minutos. ¿Por qué la puerta está junta, pero sin cerrar? Todo era sospechoso.

Cheol no pudo mantenerse al margen cuando escuchó un quejido de dolor, ahogado por algo. Entonces, sin provocar sonido alguno, avanza y empuja la puerta, asoma su ojo derecho... «¿Qué carajos...?», no tenía forma lo que veía, o eso creía....

Junhui estaba echado en la cama de Gyuri, en posición fetal, dando la espalda, ambas extremidades delante de él. Decide abrir la puerta un poco más, rechinando; ni eso pudo contra Junhui: se mueve y... gime, bajo, pero gime. Toma su teléfono, mira la pantalla y baja el volumen del boche previamente escuchado, dejando al estelas sus jadeos y sus involuntarios movimientos. Encorva más su cuerpo, sacando más trasero, apretando las piernas y moldeando su figura.

«Ah... Hm...» gime... excitado, pero sin subir el volumen de su voz.

—¿Pasa algo con Junhui, Cheol? —SeungKwan pregunta desde abajo.

—¡Ya-ya-ya bajamos!

—Gyuri dice que no pueden demorar más de cinco minutos. Sus padres están por llegar.

—¡Allá estaremos en cuatro minutos!

SeungKwan no se escucha más, por lo que Cheol retoma su concentración en... ya saben. Pero fue muy rápido lo que prosiguió, sin tiempo para prepararse: Junhui se había dado vuelta, y Cheol pudo saber lo que tanto estaba haciendo... Junhui se estaba masturbando.

No tenía su erección a la luz, pero sí su mano derecha dentro de su jeans, con su brazo izquierdo abrazando una almohada, misma que usa para callar sus gemidos, misma que apretar con sus labios, misma que muerde. Nada de eso era comparado a sus ojos abiertos, similares a esa mirada penosa y suplicante cuando compartía su leche en cajita con Cheol, misma con la que lo miró en el intercambio de marcas.

Él no parecía asustarse o alarmarse; era alguien completamente tranquilo. Y Cheol, justo como su cerebro, no sabe qué era lo que debía hacer. Junhui se niega a parar y ablanda aún más sus cuencos en SeungCheol, mimoso y protervo, algo que el mayor no debería permitirse ver, pero lo hace. Su brazo acelera el movimiento y su boca se abre en diminuto, mostrando su lengua mojada y suspiros calientes. Sus ojos se cierran y vuelve a morder la almohada, gimiendo con más fuerza. Sus piernas se frotan a sí mismas, el cubrecamas pierde el orden, acaricia el cojín de arriba a abajo... Hasta que se niega a mantener la resistencia y se baja sus pantalones por completo, seguido de su ropa interior... y lo saca a la luz.

Junhui no parece notar que ha pasado un buen tiempo ahí, o lo nota, pero no le importa, o le importa, pero sabe del placer irrebatible de una masturbación en casa ajena. SeungCheol admite haberlo hecho, pero no al punto de hacerlo en la habitación del residente. No quiere caer, pero eso no lo decide él.

—¡Cheol, dile a Junhui que no demore! —pidió Gyuri, subiendo por las escaleras.

—¡No subas!

—¿Por qué? —se detuvo.

—Junhui... necesita privacidad. Está... acomodando su ropa.

—¿Su ropa?

—O sea, parece que tiene algo mal puesto.

—¿Tanto está demorando en eso?

—Es... un asunto de hombres.

—Oh, no quiero saber lo que sea eso. —baja las escaleras—. Dile que sea rápido.

Miaw! Mío • JunCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora