cuarenta y seis:

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Así como SeungCheol estaba inventando cualquier pretexto para evitar reunirse con SeungKwan, este le trataba de encontrar cualquier minuto para juntarse en su casa y hablar, porque empezó a recordar muy poco de su última borrachera; incluso dos días después, cuando sus imágenes fueron tomando forma y color.

No es como si fuera urgente, pero algo extraño se le aparecía, apiñando la alta gama de cosas que pudo haber hecho.

—¡Cheol!

—¿Oh? —volteó, sabiendo de quién se trataba y cómo reaccionar—. ¡Hola, SeungKwan! —saliendo de su casa, con su bolso de gimnasio.

—Tenemos que hablar —lo dijo tan harto de recibir solo esquivos por dos días.

—SeungKwan, no tengo tiempo. Si no voy hoy, tendré que ir el domingo, y no abren más allá de las doce por los domingos.

—¡Hablo en serio! Se me ha formado un recuerdo confuso de inferir, pero te vi. Así que tú sabes exactamente lo que ocurrió, porque deduzco que no te has emborrachado, porque MinGyu me dijo que me habías llevado a mi casa, y tú, cuando te embriagas, ni a tu propia casa puedes llegar.

Todo eso era cierto, por lo que oponer resistencia ya no era una opción inteligente. En todo caso, podía quedarse diez minutos más allá y no presentaría complicaciones de ningún tipo.

Ya empujado en el departamento de SeungKwan, en su sillón, este le cierra la puerta y lo mira tan apretado como para aplastarlo con los párpados.

—Dime todo lo que ocurrió.

—¿Cuál es la importancia de aquello? Estabas borracho, y todos cometemos locuras cuando lo estamos.

—¿Qué locura cometí?

—¡Locuras! ¿Qué son locuras para ti?

—Golpear a alguien de cincuenta años por accidente, como ocurrió con ese guardia de seguridad en esa fiesta a la que me llevaste para intentar cosas nuevas con otras chicas y así olvidarme de Gyuri, y no funcionó.

—También te besaste con tres chicas y...

—¡Todo eso lo sé, porque tú me lo revelaste el siguiente día! Debido a eso, sé que no debo regresar ahí para no armar otro pleito. ¡Necesito saber lo que ocurrió cuando celebramos mi exitoso regreso al teatro local!

—¡Nada relevante!

—Tú estabas ahí, lo sé. Estabas conmigo, en mi cama, y dijiste o te dije algo, pero después, solo hay un bucle en mi cabeza que desordena todo lo que planeo restaurar. ¡Es más! Cuando te busqué, no estabas, aunque creo haberme levantado para vomitar al baño.

—Era tarde, ¿ok? Tuve que regresar a mi departamento para dormir. —se levantó, sosteniendo su bolso, con toda intención de marcharse en un veloz paso—. ¿Me abres la puerta?

—Cheol, tú siempre te quedas conmigo cuando me embriago en exceso, y eso hasta mi madre lo sabe. Siempre te quedas por si algo me pasa o si me ahogo con mi propio vómito. Hablando de eso..., recuerdo ahogarme con algo, pero no pudo ser vómito, o te hubiera recordado ayudarme, pero te desapareciste.

—Olías mal y no estabas en tu mejor momento, ¿ok? Además, te veías muy cansado o con ganas de hibernar.

—¿Crees que no me percato de mi propio olor? ¡Claro que olía horrible! Pero eso no importa ahora. Me cargaste, me acostaste, casi siento que me ahogaba y te desapareciste. ¡Mi vida literalmente corrió peligro y tú te fuiste! ¡¿Qué clase de mejor amigo hace eso cuando nunca acostumbra a dejar al otro en momentos similares?!

Dos caminos, una llave: decirle la verdad para dejar de darle gasolina a las demandas de SeungKwan, o tomar el camino de la fuerza para librarse de SeungKwan y planear una respuesta mucho más competente.

Miaw! Mío • JunCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora