cuarenta y uno:

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—¡No inventes!

—Estamos a pocos pasos para que acepte mi obra en el teatro.

—¿Te imaginas que te llamen para contratarte como actor de dramas?

—No lo sé... Mi maestro dijo que tenía mucho potencial y que, tarde o temprano, todo llegaría a su debido tiempo.

Durante la noche, tanto SeungKwan cómo Hara le fueron hacer algo de compañía para que sus primeros días en su nueva residencia no fueran tan aburridos.

—Aún no la aceptan.

—Cheol, dile algo.

—¿Ah?

—¿Estás bien? —su mejor amigo lo miró como un proyecto de ciencias—. Has estado muy desconcentrado.

—Hm, solo es un pequeño dolor de cabeza.

—Te ves enfermo.

—Hara, no es nada de eso. Creo que tengo que dormir un poco más.

—Seguramente estás perdiendo el tiempo con ese gato que nadie más que tú ha visto.

—¿Qué gato?

—¿No le has dicho a Hara sobre el gato?

—Ese tema está cerrado. Descubrí que era de una pareja que vive al lado de los departamentos.

—Cariño, ¿realmente estás bien? ¿Tienes sueño?

—¿Podemos retomar lo que sea de lo que están hablando mañana? Ahora necesito descansar.

—¿No has prestado atención? Estuvimos hablando de la próxima obra de SeungKwan, misma que él escribió.

—Déjalo, Hara. Realmente se ve perdido. —se levanta, no sin antes tomarse el poco de vino que le quedaba—. La cena estuvo deliciosa, Hara. ¿Irán mañana?

—Yo sí. Cheol, ¿irás?

—¿Adónde?

—¿No le habrán dicho?

—¿De qué están hablando?

—Minghào nos invitó a una reunión en su casa. Me dijo que todos estábamos en la lista, y que tenía una sorpresa para todos.

—No me ha dicho nada.

—Bueno, ahora lo sabes. Vendré por ti a las siete, ¿te parece?

—Bueno, está bien.

SeungKwan los deja y Cheol lo ve como el momento más práctico para ducharse e irse a dormir. Su lívido semblante le hace un grito a Hara para quedarse en el departamento, para cuidar y asegurarse de que Cheol no adquiera alguna fiebre nocturna. Ella se queda en el sofá y Cheol prácticamente muriéndose en su cama, girando en todas las direcciones y tratando de meterse en algún sueño, pero solo llegaba Junhui. Realmente provoca una fiebre por tanto pensar.

—¿Cheol?

—¡Ah! —se sentó como si una palanca lo hubiese provocado.

Ahí estaba Hara, parada en la entrada de la habitación, de brazos cruzados y una preocupada mirada. Se notaba molesta, pero solo era el instinto femenino de que algo no andaba bien, algo heredado de las madres que sabían hasta el novio de sus hijas con solo ver una anormalidad en la ropa u oler a su creación a lo lejos.

—¿Quieres que te prepare algo? Aún son las once y puedo cocinar algún medicamento.

—No, solo estoy estresado.

—No quiero que mañana despiertes peor. —se sentó a su lado y le tomó la temperatura estimada con su mano—. Treinta y siete... Estás ligero de temperatura.

Miaw! Mío • JunCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora