sesenta:

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Dos de las cuatro personas que faltaban habían parado a la puerta y fueron atendidas por SeokMin. SeungKwan entró más nervioso de lo habitual, dejando su regalo debajo del árbol y llamando con movimientos manuales a la otra persona que había llegado:

—Chicos, creo que todos la conocen, porque es mi compañera de actuación. Ella es Jeon SeoYeon.

—Hola —saludó con una reverencia—, mucho gusto a todos.

—Ella es mi invitada.

—¿Están saliendo? —preguntó SoonYoung, pero se dio cuenta de su imprudencia y se disculpó rápidamente—. Es la emoción de verte finalmente con alguien... Ay, perdón.

—No, no, aún no hay nada importante entre SeoYeon y yo. Solo somos amigos y quería invitarla.

—Mientras más mejor —dijo SeokMin, abrazando a ambos con un brazo respectivamente.

—¿Faltan más? —preguntó Hara—. Ya serán las siete y no creo que alguien se atreva a salir tan tarde con todo el frío que últimamente ha pegado.

¡Y qué coincidencia! Justamente, cuando se dijo aquello, tres golpes fueron contra la puerta. SeokMin, además de pedirles al resto que se sentaran alrededor de la mesa (porque estaba seguro de que esos tres golpes pertenecían al par que faltaba), fue a abrir la entrada para saludar con bastante placer a los recién llegados.

—¡Minghào, vienes con Junhui! —cantó emocionado, como si no lo hubiera visto en años.

—¡Es Junhui! —repitió MinGyu tras verlo ingresar a la sala.

«¿Junhui?», susurró Cheol para sí mismo, sin voltear, pero identificando su tono de voz y su suavidad, como el suavizante de ropa que había usado para mejorar la textura del chaleco que llevaba puesto.

—Tenías razón —reconoció SoonYoung—, Junhui solo estaba ocupado, nada más. ¡Anda a saludar!

—Claro, iré.

No fue, solo se quedó parado. Saludó a lo lejos a Minghào, y era lo mínimo que podía hacer como muestra de agradecimiento por dejarlo quedarse en su departamento. En cambio, con Junhui fue un intento de escabullirse: cuando la distancia se acortó alrededor de la mesa, se miraron a escondidas, expresando un cóctel de alivio y tristeza. Junhui se veía estable, pero Cheol lo aparentaba.

—¿No quieres quitarte el abrigo, Junhui? —ofreció SeokMin—. Comprendo que hace frío allá afuera, pero aquí la estufa funciona de maravilla y no creo que te guste andar sudado.

—Es que no vi el perchero.

—¡Ah, qué desatento de mi parte! Sígueme.

Junhui aún tenía el hábito de usar abrigos más sueltos, aunque iban acorde a su ancho. Cuando se quitó el peludo gorro y dejó al descubierto su cabeza por completo, Cheol se inclinó atrás para husmear. El perchero lo habían movido a la cocina, así que la luz, cuando era encendida, le apuntaba directamente, alumbrando y facilitando a Cheol poder verlo. Junhui percibió su mirada a lo lejos, pero no supo cómo responderle.

Cuando todos estaban en la mesa, SeokMin les explicó que debían partir un bizcocho por la cantidad total de invitados con un cuchillo. Quién reciba el color azul entre los rojos, sería quien usaría el disfraz de Rodolfo el reno que tenía guardado en una de las tantas cajas de ropas poco frecuentadas.

Para colmo, el perdedor era nada más ni nada menos que SeungCheol, intentando huir del lugar, pero nada que el garfio humano de MinGyu no detuviese.

—¡Aw! —gimió SeungKwan—. Cheol, ¿recuerdas cuando fuimos los renos en la obra de kinder? Te verás aún más adorable.

Miaw! Mío • JunCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora