diecinueve:

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«¡Ya cierra los malditos ojos y duerme!», se exigió en su cabeza. Desde que Junhui le confesó lo que ocurrió con él en deportes, su cerebro estaba muy activo y su corazón buscando los documentos archivados que tenía que tener a mano para recordar que no debía ilusionarse por cualquier palabra o gesto. Suficiente tuvo con SeokMin y se negaba a retomar la mala costumbre de lucirse a cualquier chico que le gustase.

Podía estar perdiendo el tiempo leyendo alguna novela en su teléfono o contando corderitos para acelerar el sueño, pero solo pensaba en el miedo, y el miedo no te deja dormir. «¿Debería decirle?».

Mira a Junhui dormir cómodamente como todo un bebé, y era como... «Lo más lindo que he visto en mucho tiempo». ¿Tanto tiempo se lo ha escondido a sí mismo? Como cuando Cher Horowitz se daba cuenta a última hora de lo mucho que amaba a Josh. «Ay, Josh, ¿quién no estaría locamente enamorado de ti?».

Decide esforzarse para contraer algo de cansancio, se estira múltiples veces para agarrar una chispa de pereza y poder dormir a gusto... y lo estaba logrando, de hecho. Al fin sentía el efecto de contar y de respirar pacientemente, justo como SeungKwan se lo había enseñado hace un tiempo.

Y contaba, y respiraba, contaba, respiraba, cinco segundos de aguantar, diez de bote. Finalmente estaba ocurriendo, sus ojos cerraban cortinas y su cerebro se cepilla sus dientes. «¿Me cepillé los dientes? ¿Traje mi cepillo de dientes? Mañana me echaré pasta dental en la boca, O... ¿SeungKwan habrá traído la suya?... ¡No, basta!». No... al parecer, su cerebro se había hartado de su dueño y no le hizo más caso.

...

Son las tres de la mañana y Choi SeungCheol está durmiendo, soñando que se había perdido en un bosque lleno de monstruos y SeungKwan era el único que podía matarlos por poseer una sustancia letal en su sangre, pero debía usar su sangre. Acto siguiente, tres monstruos de tres cabezas aparecen desde el inframundo y los persiguen, pero las energías de todos se consumen y caen al suelo. Todo parecía haber acabado, hasta que SoonYoung mata a SeungKwan y...

«¡AH...! ¿Hm?». Bueno, fueron dos horas de un terrible sueño, pero fue eso, un sueño. Cheol se despierta, pero no de la manera habitual y dramática en la que alguien despierta por una pesadilla. Debería sentarse y respirar tan hondo como si sus pulmones hubieran duplicado su tamaño, pero estaba quieto y mudo en su saco de dormir, recto como una regla y duro como los extremos de un huevo.

Movimiento de párpados, boca cerrada, brazos pegados a sus costados y piernas pesadas como dos gigantescas rocas. «Parálisis del sueño, es solo una parálisis del sueño. Nada malo pasará… Ayuda, por favor», sentía que uno de los monstruos agarraba su pierna y se la trataba de arrancar sin piedad. También podía ver a otro de ellos acercarse por una sombra para ahorcarlo. «¡Ayuda, ayuda!»... Pero... «¡AHHH!», y se calló inmediatamente.

Podía hablar... Él podía hablar. ¡No era una parálisis del sueño! Movió su cabeza para ver a un SeungKwan que parecía inmune al grito que tiró, lo mismo con el resto: nadie se despertó. ¿Qué tan profundos pueden ser los sueños? Porque solo Cheol tenía un sueño tan pesado que no lo interrumpía ni con una construcción de casas.

Decide voltear la cabeza al otro lado para ver a... ¿Dónde está Junhui?

—¿Te has asustado?

—¡AH! —asustado como en su pesadilla—. ¿Junhui?

Ahí estaba Junhui, sobre las piernas de Cheol, sosteniendo una cajita con leche de chocolate, con su holgada y fresca ropa de siesta, un short y una polera delgada, y una mirada tan indiferente a la terrible situación que Cheol estaba experimentando.

—¿Qué haces ahí? Me vas a dejar sin piernas.

—Te noté asustado y me desperté. —le estira su cajita— ¿Quieres unos sorbos?

Miaw! Mío • JunCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora