ocho:

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—SeungCheol, Choi SeungCheol —el maestro Jeon llama su atención—, es tu turno de leer. La polilla continúa.

—¡Ah, sí, sí, claro, claro! Disculpe, me había perdido. —agarra su libro y lo apega muy cerca de su nariz, así, evitando el más mínimo enfoque en Junhui—. "¿Cuándo será el día donde sea yo quien los pueda llevar a mi humilde posada? Tenemos néctar nocturno y una carrera por la vida para evitar los encuentros con las redes de La señora Viuda Negra y El señor Violinista".

—"¡Muy buenas tardes, señores y señoras! ¡Bienvenido a mi panal, su panal, mi casa, su casa!"

—"Señor abeja, con permiso de usted y su majestad, les presento, por primera vez frente a vuestros ojos: La Polilla Madre".

—"¡Oh! Señor Monarca, es una de las cosas más deprimentes que he visto. Pensé que era solo una leyenda, pero veo que es muy verdadero. Tu pariente es feo".

—"¡No insultes lo que apenas conoces! Las polillas son polinizadores al igual que muchos de nosotros. Son cercanos a las luciérnagas que tanto vienen a prestarte luz por las noches de verano y a los grillos que dan conciertos cerca de las fogatas".

—"No es por ser maleducado, pero nunca vi a una mariposa con alas tan desteñidas y mal perfumada".

SeungKwan se detiene, pero no porque no podía proseguir, sino que, en ese momento, La Polilla Madre debía responder. Pero Choi SeungCheol estaba en otro universo o en otra página.

—Cheol.

—¿Ah? —voltea al productor de la voz.

Pero era Junhui. Y maldito sea, porque iba tan bien en el camino de no verlo, pero se estrelló contra un cactus y sus ojos, ahora, inmóviles quedaron. «Lee», le dijo su compañero mientras se echaba en la mesa y cambia el brillo y posición de sus ojos; ya no eran serios, eran más atractivos. Era exactamente igual a los de ayer, ayer fue cuando Cheol se vio en esa pantalla, misma que estaba viendo Junhui.

«¿Por qué a mí? ¿Por qué esto me tiene que pasar? ¡El destino me está castigando por empujar a SeungKwan en su piscina en su décimo sexto cumpleaños!». Y Junhui era cada vez más derogar y más apático.

—¿Joven Choi? —el maestro interrumpe su desorientación.

—¡Ah, sí, justamente iba a leer! —pega su libro a su cara, como si lo estuviera besando—. "Voraces son vuestras palabras, querido plebeyo. Cada que la noche cae, salimos a..." manosear... ¡Digo, digo! "...trasnochar por las..." ¿Cinturas? ... ¡Ataduras! "...ataduras de los planos más soleados...".

Cheol se pierde cuando lee la palabra "lengua", y no puede creer que realmente el texto diga eso. Recuerda perfectamente cómo Junhui sacó su lengua y la forma extraña que tenía... Pero la campana suena, librando a los estudiantes de otra media hora leyendo otro texto al azar.

—¡Para la próxima semana, voy a pedir que resuelvan todas las preguntas que están debajo del texto con su compañero de puesto! ¡No habrá cambios ni negociación! —agarra su maleta y se despide educadamente de los alumnos, como era intrínseco en él.

—Ya lo sabes, SeungCheol. —Junhui lo detiene con su mano cuando este se estaba parando.

—¿Cuándo te parece oportuno hacerlo? —sin mirarlo.

—Mi casa es un buen lugar...

—Entonces será en tu casa. Adiós. —se marcha con la pesadilla de carácter sexual en su mente.

"¿Te han dejado ir a la reunión de bienvenida de Junhui?", "Junhui también dijo que podíamos hacer una pijamada", "¿Queda lejos su casa? Escuché que vive en un área rural", "Supe que Minghào le prestó su casa de playa"... Y todo mundo presumía estar invitado a la fiesta de Junhui... menos... pues, ellos.

Miaw! Mío • JunCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora