catorce:

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—¿Cheol? —toca la puerta.

—¿Hm?

—¿Todo bien? ¿Ocurre algo?

—Puedes pasar si quieres.

Su madre no duda en pasar, y encuentra a su hijo, tirado, con ambos brazos abiertos, ojos cerrados y una actitud tan floja que ni el estómago parecía rugir con energía.

—¿Estás enfermo?

—No... solo tengo sueño.

—¿Estás seguro? Tú nunca tienes sueño a estas horas. ¿Saludaste a tu tía o solo llegaste y subiste de inmediato?

—No... y no quiero hacerlo.

—¡No digas eso! No seas insolente. Tu tía te adora, te quiere como un hijo. Vamos a saludarla y prueba la carne salteada que trajo.

—¿Puedo ir más tarde?

—¡Choi SeungCheol, es tu tía Boah y no la dejarás esperando un segundo más!

¿Han vivido esa desagradable experiencia de tener que recibir a un familiar de visita en tu casa, pero solo hace que tu día se vuelva incómodo y te obligue a salir de tus casillas? Probablemente no sea la primera vez que a Cheol le ocurra.

—¿Cómo me ha quedado, hijo mío?

—Muy deliciosa, tía. No se hubiese molestado en prepararlo y traerlo... ni en venir.

—¡Cheol, no seas malagradecido! —regaña enojada su madre.

—Mamá, ¿no has visto el tráfico? De seguro le tomó horas llegar hasta acá. Pudo ahorrarse todo esto viniendo un fin de semana.

—Nunca es una molestia venir a ver a mi hermana y a mi sobrino... ah, y a tu padre. —rodando los ojos.

—¿Aún sigue resentida con él, tía?

—No asistir a mi cumpleaños por supuestas horas extras es algo que WonKyu ha usado tantas veces para encubrir sus salidas clandestinas con la flaca y huesuda de su amante.

¡Ah! El drama familiar es algo que Cheol amaba escuchar. Era mucho mejor que un drama o una novela turca por cable. SeungKwan tuvo mucha razón en aconsejarle no salirse de la mesa a tiempo para poder escuchar los secretos bajo el tapete que la familia podría tener.

—¡Aún no puedo creer que estés a nada de los diecinueve, hijo mío! Ya estás a pocos pasos de ser todo un hombre, pero ya te ves como uno.

—Cómo no, si es idéntico a su padre —elogió su madre.

—Si debo darle mérito a tu marido en algo, es que le dio buenos genes a mi sobrino. Esos hombros y su mandíbula no la pudo haber heredado de mejor manera. De resto lo heredó de ti, claramente. Sus ojitos, su estómago y sus cachetes. ¡Ay, me acuerdo cuando tenías solo cinco años, hermanita! Qué días de antaño. Pero tenemos a Cheol, que es exactamente a ti en ese aspecto.

—Boah, cálmate. —se ríe mientras va al refrigerador por una jarra de té helado.

—Dime, hijo, ¿has seguido los pasos de tu padre para encontrar a su media naranja o todavía estás probando medias lunas?

—¿Ah? No le entiendo.

—Tu tía quiere saber si ya estás en camino para conquistar a una chica y pedirle matrimonio en los siguientes cuatro años y medio.

—¿Qué? ¿Por qué?

—¡Hijo mío, solo es una pregunta para conversar! —recibe el vaso con té helado que su hermana le da y bebe la mitad en cuestión de dos segundos—. Cuando tu padre tenía tu edad, intentó lo imposible para conquistar a tu madre. Incluso, tuvo la valentía de hablar personalmente con tu abuelo.

Miaw! Mío • JunCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora