quince:

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—¿No vamos a empezar, maestro?

—Falta alguien.

—¿Alguien más?

—No fuiste el único distraído en la clase, joven Choi. Puede dejar de sentirse mal, porque otros compartieron su decaída.

—¡MAESTRO, AQUÍ ESTOY!

—Allá viene el otro joven.

—No... todos menos él.

SeungCheol quería salir del lugar, pero las obligaciones eran lo primero. Junhui era el otro estudiante que faltaba. Aunque era para tener una hora de clase extra, corría alegre, dispuesto a completar el circuito.

—¿Por qué no aprendes de él, muchacho?

—¿Por qué debería?

—Solo mira ese entusiasmo.

Cuando estaban en la partida del circuito, el maestro repite las indicaciones dadas durante la clase de la mañana, dando inicio a la actividad evaluada. La primera etapa eran flexiones de brazos.

—No... sabía... que... tú... también... debes... esta... clase —comentó Junhui con un esfuerzo sobrehumano.

—Silencio... Estamos... en... evaluación.

Peor fue la cosa cuando llegan a la fase de sentadillas búlgaras.

—¿Qué miras?

—¿Yo?

—Sí, tú.

—¿Cómo sabes que estoy mirando?

—¡Acabo de verte haciéndolo!

—¿No puedo hacerlo?

—¡Junhui, estamos en una evaluación!

—Lo sé.

—¡Deja de mirar mis piernas!

—Estoy viendo otra cosa.

—¡Ash! Esto es inadmisible.

—¿Por qué te molesta tanto que vean tú...?

—¡No me molesta!

—¿No?

—¡Solamente no lo veas!

—Parece un durazno, justo como dijo Seungkwan.

Cheol ignoró cada comentario de Junhui... hasta lo que pudo tolerar. Ignorarlo era complicado, pero ignorar en sí... ¿Saben el porqué SeungCheol reprobó la actividad durante la clase?

—¿No puedo mirarte, pero tú a mí sí?

—¿Qué?

—¿Te gusta mi cuerpo? —no se detiene, pero crea expresiones seductoras al bajar.

—Eres una molestia.

—¿Siempre te quedas mirando a todo lo que te parece molesto?

—¡No te estaba mirando!

—Mi ropa es muy delgada, como mi cuerpo. ¿Tienes algo con la delgadez?

—Basta, por favor, basta —murmuró.

La última etapa fue la más insoportable: por una parte, dar cinco vueltas por toda la cancha en menos de quince minutos no era sencillo. Pero la otra parte equivalía al noventa y nueve por ciento de lo tedioso que fue hacerlo.

—¿Te gusta correr?

—Sí... y en silencio.

—¡Qué aburrido! —lo empuja, pero no pudo derribarlo.

Miaw! Mío • JunCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora