Capitulo 2

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—¡Erendira! ¿Qué estás haciendo?—Interrumpió con voz grosera en su habitación.
—Hola prima, estaba leyendo este pergamino que encontré en la biblioteca, habla un poco sobre los astros.
—¿Pero por qué haces eso?, ¿no sabes que las mujeres tenemos prohibido leer?
—Si, pero creo que nuestro pequeño secreto está a salvo,¿no?—Le guiñó el ojo en señal de compromiso.
—Podría estarlo si me ayudas a elegir el vestido de esta noche.—Se arrojó a su cama como una niña emocionada.—Hoy vendrá un príncipe y mi padre valorará si es digno de ser mi esposo.
—¿Por qué no usas cualquier vestido?, Le das mucha importancia y tal vez tú padre lo rechace como hizo con los tres anteriores.
—Espero que con este no haga lo mismo, él es un hombre muy guapo según me han contado y es el heredero de un castillo, ¿Te imaginas? Yo reina amada y respetada.—En sus ojos se veía la auténtica emoción e ilusión de cualquier princesa con sueños.—Tu tienes que ayudarme porque tienes unos gustos maravillosos, sabes que elegir para cada situación y nunca te equivocas.
—Ojalá me consultaran para otro tipo de situaciones y no solo para la ropa.—Cerró su libro y se dispuso a ayudar.
Salieron de la poco elegante habitación a las cuales la realeza estaba acostumbrada. Esta era más como la de un noble o un lugar de descanso para visitas. Había una cama pequeña, con cobijas viejas que se esforzaba por mantener mejor. Una letrina que en muchas ocasiones era limpiada por ella misma, más que por falta de sirvientes con ganas de servirle lo hacía por humildad antes sus propias cosas. Había también un tocador con un gran espejo, donde sentada en una silla pasaba gran parte de su tiempo arreglando su cabello. Una silla más junto a la ventana donde le gustaba pasar el mayor tiempo leyendo o mirando a través de los caminos del palacio. En general las paredes estaban algo descuidadas, el rey y reina no querían hacer gastos innecesarios en el palacio que no fuera para disfrutarlos ellos mismos. También tenía una mesa de madera con un recipiente donde diariamente le servían algo de fruta, en esa mesa tenía una colección de pergaminos con los cuales se divertía leyendo. El techo era muy alto lo cual en temporada de invierno y por la altura de la habitación en donde se encontraba, el frío era un rival muy digno para sobrevivir ahí. Ni la gran cantidad de cobijas que ella tenía ahí lograban solucionar este problema.
—Venga prima vamos rápido que esto me urge.—Jaló de ambas manos a la que sería su representante de modas.
El pasillo era muy largo, la no tan apreciada prima estaba en la habitación mas lejana de este. Tenían que cruzar dos pasillos para llegar a las habitaciones de la realeza, donde las princesas tenían sus grandes y hermosas habitaciones. La de Sleidy que era a dónde se dirigían, era la primera al dar vuelta a la derecha. Recorrieron un piso frío pero bastante limpio. Unas paredes claras en color pero con falta de vida en ellas, bastante solitarias. Y un techo largo, alto y color azul haciendo referencia al tipo de sangre enviada por Dios para gobernar. Esto era uno de los pocos detalles simbólicos que quedaban en el castillo aún. Los reyes actuales no se enfocaban tanto en eso, lo hacían más por acumular riquezas en su periodo y gastarlo en su propio beneficio. La tradición auténtica del monarca se estaba perdiendo.
—Ven, pasa por favor cierra la puerta.—Ambas se apresuraron en entrar después que la dueña del cuarto usara su llave para abrir la puerta. Una mucho más ansiosa que la otra.—Mira, estos son los vestidos que seleccioné y me gustaría usar el mejor para hoy.
—Primero dime. ¿De dónde viene este hombre?—Se sentó a un lado de los vestidos observando directamente al rostro a su prima.
—De un reino llamado Olster, son unas tierras lejanas al oeste de aquí. Su familia estaba buscando ampliar su territorio y necesitan de aliados a los reinos centrales, por eso han venido hablar con mi padre.—Ella también se sentó para divagar en la conversación.—Si mi padre acepta, yo seré la mujer más afortunada, seré la segunda hija que se case pero me irá mucho mejor que mi hermana. Ella se casó con el hermano de un rey como favor que esté le debía y no vive en un castillo, se la llevó a vivír a unas tierras más lejanas, donde dicen que neva mucho tiempo. Aunque tiene sirvientes ella tiene que hacer muchas cosas para ella, su marido y su hijo. Pero yo tengo una oportunidad diferente, ese reino está creciendo más allá de este país y me casarán con el heredero al trono, eso quiere decir que seré reina y que viviré en ese hermoso castillo que me han descrito. ¿Puedes creerlo? Yo con ese guapo príncipe en una gran habitación, con sirvientes que nos atienden y me podré involucrar en los asuntos del reino. Además que será tan placentero darle hijos, hacerlos quiero decir.
—Creo querida prima, que te estás adelantando mucho.—Puso una mirada de desaprobación por sus palabras. ¿No te parece que debes conocerlo primero y así dejar pasar todo lo que quieres o poder evitarlo si él no te agrada?
—¿Pero qué dices? ¡Claro que me va agradar!—Tocó su pecho con ambas manos.—Lo siento en mi corazón.
Su prima no pudo más que guardar silencio y mover la cabeza diciendo que no.
—Mira este vestido, me gusta para el evento.—Agarró con sus dos manos uno que en mayor porcentaje era blanco y tenía unas figuras rosas para darle más vista.
—¿Enserio ese?—Preguntó ella un poco desilusionada.—Ese lo puse ahí como mi última opción, creí que me dirías que el verde o el azul.
—La importancia de elegir un vestido es no darle toda la elegancia a el propiamente. Lo que en verdad va a lucir eres tú, con tu cuerpo y personalidad. No debes elegir un vestido por como se ve con colores o diseños hermosos. Debes elegirlo por como te verás con el y que parte de tu cuerpo va resaltar más. Por ejemplo este tiene un ligero corte en el cuello, así dejarás pensando a los hombres en que hay debajo de ese cuello.
—¡Vaya!, cuando lo explicas así todo tiene lógica querida prima.—Agarró el vestido con ambas manos seleccionandolo sin ninguna duda. —Creo que desde este momento dejaré de cuestionarte y haré lo que me dices al pie de la letra.
—No te preocupes prima, no te decepcionaré, este día harás sentir fuego a todos los hombres.
Dejaron a un lado los demás vestidos para poner al elegido en la cama. Aunque esta parte estaba lista aún faltaba elegir los accesorios, el peinado y el calzado.
Los accesorios fueron fáciles de elegir pues la princesa tenía varias joyas que lucían por si solas. Pero tomaron el concepto inicial del vestido y eligieron una pequeña y delgada que en el cuello era visible pero no se llevaba toda la vista, permitía que el cuello siguiera siendo una parte seductora que anunciara lo que debajo había. El erotismo no era necesariamente algo físico, comenzaba con la parte visual, invitando a descifrar lo oculto por la persona que así lo deseara. Jugar con este concepto era algo sencillo para una mujer hermosa y bien proporcionada como lo era ella. Los vestidos estaban destinados a hacer lucir las partes más importantes y coquetas de una mujer como lo eran los senos. El secreto era como hacerlos ver con ropa.
Pudieron pasar al segundo paso que era el peinado. Este fue más laborioso pues lo tuvo que hacer ella sóla por capricho de su prima. Ese era un trabajo habitualmente para las damas o para las sirvientas que trabajaban en el castillo pero ella se sentía más satisfecha cuando su prima lo hacía directamente y más tratándose de una fecha importante, se rehusaba a qué alguien más lo hiciera.
El peinado que usó fue uno con el cabello recogido en la parte de arriba, el resto se dejó suelto por detrás de sus orejas como si de una cascada se tratara, en la parte del cráneo uso algunas tiras que trenzó haciendo un círculo que cerraba a la altura del cuello y de ahí una larga trenza se dejaba caer a la altura de la espalda medía. Era un peinado difícil y laborioso pero con la dedicación adecuada quedó perfecto. Además hacía lucir muy bello el cabello rubio y resaltaba por completo lo delgado del rostro. Acompañados por esos ojos verdes e ilusionados que hacían el rostro perfecto para enamorarse a simple vista. Su belleza no era cuestionable en ningún momento pero después de estar arreglada de esa manera iba a prevalecer en los recuerdos de cualquiera que la viera en ese momento.
—¡Estás lista prima!—Con gusto notificaba el final de su misión.—Has quedado más preciosa de lo que siempre estás.
—¡Prima, eres fantástica, no se que haría sin ti!—Estaba sentada mirándose en el espejo de su tocador contemplando su reluciente belleza.—¡Estoy muy emocionada, está noche será fabulosa!
—¡Princesa, su padre me ha enviado por usted. Es momento que se reúna con él en el salón real!—Una joven sirvienta entraba a la habitación para anunciar el mensaje del rey.
—Y parece que terminamos justo a tiempo.—Con sarcasmo Erendira daba un comentario al sentarse en la cama.
—¿Cómo que a tiempo?—Respondió la princesa un poco alterada.—Por estar aquí no has tenido tiempo de arreglarte, tu también debes ir hermosa a la reunión.
—No te preocupes yo así estoy bien, la que debe lucir eres tú.—Se recostó un momento en la cama.—Nadie notará si estoy o no ni mucho menos el como voy vestida. Además solo estaré un rato y me retiraré de ahí.
—¿Por qué parece que te aburren esas reuniones?, Nunca duras mucho tiempo en ninguna.
—Creo que soy una mujer que se aburre rápido, siento difícil acostumbrarme a la monotonía de ver a hombres con falsas caras y mucho más, hombres ebrios.

El Rey Lisiado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora