Capitulo 15

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Parecía que la estrategia mental del rey tendría efecto, al menos por un instante pues el sospechoso mostró la intención de hablar confesando todo pero no lo hizo. Al final solo miró al rey en forma retadora y no dijo nada en absoluto.

—El rey te hizo una pregunta.—Intervino el jefe militar.—Responde y acabemos con esto de una vez.

—Lo único que tengo que decir es que son unos abusivos y Dios es mi testigo que están cometiendo un error.

Sus palabras fueron certeras y quitaron la idea de que eso terminaría rápidamente. El tiempo no estaba a su favor y la estrategia de ese hombre era perfecta para quitarles más.

—Mi señor en opinión esto es una perdida de tiempo.—El ministro de asuntos internos continuaba con sus negativas.—No quiero sonar ofensivo pero, ¿De verdad vamos a confiar en lo que dice una prostituta y un campesino?, ¿Podríamos ir a la guerra por eso?

Los murmullos comenzaron de nuevo, de cierta forma y desde su punto de vista el ministro tenía razón y era muy debatible lo que decía.

Entrar en ese dilema era algo que el propio Ricardo dudaba pero, ¿Qué podía hacer? ¿detenerlo todo y fingir que nada pasó?

—Y ¿Qué le parecería confiar en la palabra de un rey?—Agusto intervino después de analizar toda la situación. Tenía que mover sus piezas justo como estaba acostumbrado. —El rey Ricardo no está en absoluto obligado a atacar, de hecho yo se lo pedí. Lo que tratamos de hacer es prevenir una desgracia.

—Su palabra jamás estará en duda para nosotros.—Dijo el ministro bajando la cabeza ahora el mientras respondía a Agusto.—Pero entenderá que los intereses del reino son primero y si debemos ir a la guerra debe ser por un buen motivo y no por sospechas.

—¿Quiere más pruebas de las acciones de este hombre?—Comenzó a jalar su silla el mismo para acercarse a el sospechoso. Esta acción nuevamente dió mucho de que hablar entre murmullos generando incluso lastima en la forma que se desplazaba.—Este hombre usa ropas comunes de la región Este después de las montañas. Allá donde está la ciudad de Krimea. Quizá han escuchado hablar de ella pero yo la conozco bien porque pertenece a mi familia. Quizá para ustedes sean solo rumores pero yo he unido todas las piezas y estas encajan bien. ¿Por qué este hombre está aquí? Me permito preguntar.

—Puede decirnos ¿Qué asuntos tiene en este reino?—El ministro pregunto al acusado sin moverse de su lugar.

—Ya les he dicho que estaba de paso y entre aquí para comer y reabastecerme.—Trató de mantener la cabeza baja mientras respondía. No quería dar mucho de que hablar.—Es un error que lamento mucho, son muy poco sociales.

—Aún no has respondido, te burlas de la hospitalidad del reino sur.—Agusto continúo con las preguntas.—¿A dónde te diriges y con qué asuntos?

—Soy un viajero, estaba de paso por estas tierras para seguir mi camino al bosque donde se rumora hay joyas y riquezas.—Su tono de burla seguía muy marcado.—No me pueden culpar por ser un soñador.

—Y yo te diré que esa marca en la ropa que traes es el emblema de la guardia de élite del reino.—Agusto habló muy fluido, esperaba que el hombre dijera cualquier cosa para atraparlo con eso.—Esos datos de encuentran incluso en los pergaminos y registros. La marca de la familia real.

Todos miraron con atención aquel símbolo que Agusto había descubierto en la espalda de aquel hombre. Muchos no conocían el emblema pero podía ser corroborado en los archivos como el rey lo indicó.

—Además tus ropas no son de campesino.—Continúo Agusto muy enganchado con aquello.—El tipo de tela, el poco desgaste, la fineza, todo concuerda a que eres alguien de confianza. ¿A quién más no enviaría usted rey Ricardo si no a un hombre de confianza para tal misión?

Ricardo miró con atención y asintió con la cabeza apoyando a Alfredo.

—Esas ropas las robé en el camino.—Dijo el hombre como última defensa.—Vi que unos bandidos las dejaron ahí después de haberle robado a alguien.

A pesar de la presión no era tonto, sabía que declararse como bandido era igual de grabe así que acomodó sus palabras de la mejor manera posible.

—Entonces casualmente un hombre de tu reino venía, lo robaron y dejaron las ropas ahí en el piso.—Ahora era Agusto quien recurría al tono de burla.—Y tú lo viste como una bendición así que las tomaste ¿No es así?

El sospechoso ya no dijo nada, se quedó en silencio nuevamente de manera muy inteligente pues comprendió que no se seguirían tragando sus mentiras tan fácil así que tenía que idear rápidamente una nueva estrategia para salir de ahí.

—Para ti será más fácil si confiesas todo y se evita el crimen.—Agusto le habló con mucha experiencia y como todo un jugador mental.—Tu peor castigo si cooperas será en mi reino. Pediré que seas juzgado allá y por Dios como testigo te prometo que el resto de tu vida estará lleno de torturas.

—Si no lo quieres hacer por ti hazlo por tu prima.—Erendira se acercó dando unos pasos muy lentos, se había puesto también en el papel de jugadora mental.—Sabemos que ella es tu cómplice y que la orillaste hacer esto con chantajes familiares.

El sospechoso quedó muy sorprendido, jamás se esperó esa jugada maestra ni que edad información se supiera. Le causó un poco de remordimiento pero de igual manera trató de mantenerse en su misma postura, en silencio.

—Ella puede librar un castigo peor pero si no cooperas, créeme que las torturas y castigos también serán para ella.

El rey Ricardo y todos los ahí reunidos se asombraron por escuchar hablar a Eréndira de esta forma. Jamás había imaginado que esa noble mujer podría asumir esa postura.

—Esta es la última oportunidad que te daremos, estás acorralado y por tu bien y el de ella es mejor cooperar.

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