Capitulo 26

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La tensión para el rey Agusto había aparecido. La batalla ya no era militar, su enemigo tuvo la inteligencia de convertirla en algo moral exponiendo una situación que todos los oyentes iban a cuestionar. 

Era cierto que el reino estaba en decadencia y que muchos lo estaban abandonando. Pero aunque sonara a culpa del rey, no lo era. Simplemente dejaron de apoyarlo por su situación.

Aún así, eso era algo que los enemigos no iban a desperdiciar.

—¡Has traído a más hombres para que mueran, eso es algo nefasto si me preguntas!—Seguía su juego mental, era lo único que podía hacer en esa desesperada situación y esperaba le funcionara.—¡No te conformaste con perder a tantos tras las batallas sin sentido que luchaste en años, ahora que el reino nos aceptó y será próspero, quieres arruinarlo!

Los soldados comenzaban a mirarse unos a otros al sentir un poco de verdad en aquellas palabras. Muchos habían peleado por el en incontables ocasiones y estaban hartos de aquello. Empezaron a considerar que tal vez era buena idea probar un nuevo rey, alguien que trajera la paz verdadera.

—¡Cállate!—Interrumpió Agusto.—¡Ustedes son los que enviaron a esos ejércitos, yo solo me defendí!

—¿Qué dices? No logro escucharte.—Se burlaba su adversario tras su respuesta.—¿Quieres inventar más cosas o algo así? Bueno si crees que te va funcionar hazlo. Nosotros aquí fuimos bien recibidos y así seguiremos.

Agusto se llenó de coraje, no se había preparado para enfrentar una situación así y estaba perdiendo al caer en esa trampa. Su enemigo comprendió que podría usar el ejército del propio Agusto en su contra y así ganar de una vez por todas. Fue su último recurso al sentirse tan superado.

—¡Fuego!—Gritó el general del reino sur para sorpresa de todos.

Agusto e incluso su tío no se esperaban aquella acción.

La catapulta disparó las rocas que hirieron el muro haciéndolo temblar. Todos los soldados que estaban sobre el perdieron el equilibrio.

—¡Preparen que vamos por más!—Volvió a gritar una vez que vió su acierto.

—¿Qué hizo?—Preguntó Agusto muy desconcertado pero de cierto modo aliviado.

—Estamos en la batalla aún.—Le respondió firme y sin dudar sus palabras.—La palabrería con su tío pueden esperar una vez que lo hayamos capturado y tomado el castillo.

—Si... entiendo...

Agusto seguía sin moral después de creerse el mismo las palabras de su tío y al ver que su ejército le comenzaba hacer caso.

—¡Y a todos los soldados del reino norte que dudan de su rey!—Continuó el general alzando la voz aún más.—¡Yo no les puedo dar órdenes, pero mis hombres y yo venimos aquí por venganza y a recuperar este reino a su legítimo rey. No me gustaría tenerlos de enemigos porque yo mismo he visto lo fuertes que son. Pero esa fuerza no la adquirieron de la nada, fue del entrenamiento y las batallas con su rey!—Hizo una ligera pausa para observar sus reacciones. Comprobó que le estaban haciendo caso.—Al llegar ví a un pueblo que se sintió libre y feliz de tenerlo de vuelta, también pude ver a un ejército que le respetaba. Todos hemos sido víctimas de los engaños del enemigo que está de frente. Ese recurso no lo estaría usando si no nos temiera. Es de cobardes tomar un reino cuando no hay ejército que le defienda!

Los soldados tomaron nuevamente sus armas, sintieron que había mucha razón en lo que decía el general aliado. Así reafirmaron su lealtad a esa lucha y al rey.

—¡Fuego!—El general volvió a gritar para que las catapultas dispararan. Nuevamente las rocas golpearon los muros.

—¡Maldita sea!—Exclamó el tío quien de había tropezado por el sismo provocado por el impacto.—¡Arqueros preparen la defensa, no cederemos nuestro nuevo reino así de fácil.

El Rey Lisiado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora