Tiempo. Recuerdos. Vestido.
-Olvidé las llaves del auto, Kanae, iré adentro, por favor, cuida a tu hermana- la señora Kochō entró de nuevo a su hogar en busca del objeto para poder asistir a la fiesta infantil de Shinobu, la más pequeña de sus hijas; su acción fue interrumpida por una llamada telefónica por parte de su trabajo, así que Kanae entró para ver qué sucedía, pues su hermana se estaba impacientando.
-Ahora vuelvo, ¿sí? No te alejes de la entrada.
La niña tenía 5 años. Sus padres la vestían como si fuera una muñequita, lista para ir a divertirse con sus amigos del kínder y comer muchos dulces. Generalmente era obediente y hacía caso a lo que sus padres y hermana le pedían hacer, pero no dejaba de ser una niña, y como tal, sus ganas de jugar así como su curiosidad se encontraban presentes.
Cerca de su jardín delantero logró ver a un pequeño animalito de cuatro patas, se veía un poco sucio y perdido, no tenía collar pero ella no sabía si era callejero o no. Se acercó queriendo tocar al perrito, el cual se asustó, echando a correr hacia la calle. Shinobu lo siguió tan rápido como sus pacitos le dieron alcance hasta llegar a otra casa donde tenían un perro mucho más grande, al ver al pequeño perrito, el animal se puso a la defensiva, pues su olor no le era familiar. Comenzó a gruñirle mostrando sus colmillos al más pequeño asustándolo no sólo a él sino también a la niña. A pesar de estar encadenado, cuando comenzó a ladrar hacía como si fuera a correr hacia donde estaban los intrusos.
El perrito logró escaparse, saliendo del peligro. Pero Shinobu se quedó paralizada del miedo. El perro era probablemente más grande y pesado que ella, que siempre ha sido de complexión pequeña, desde su visión, aquel animal era gigante. Escuchó el sonido de la cadena siendo jalada a medida que el perro seguía moviéndose con la clara intención de ir hacia ella, y de un momento a otro, logró safarse un poco más de su agarre hasta ser liberado, haciendo que Shinobu reaccionara y echara a correr.
Lágrimas caían desde sus ojos recorriendo su carita, no estaba viendo hacia donde iba, tenía miedo, y lamentaba haber desobedecido a su hermana.
"Seguramente seré comida para aquel animal"
Seguía corriendo lo que su cuerpecito le permitió, pero, su vista se veía nublada por sus lágrimas, haciéndola caer por una grieta en la banqueta. Su llanto se intensificó, alertando a un joven que pasaba por ahí, acercándose a socorrer a la pequeña. Cuando vio la causa de su miedo, sacó un trozo de carne de puerco que le había dado su abuela cuando fue a visitarla, dándoselo de comer al perro, distrayéndolo momentáneamente de su persecución.
-¿Oye, te encuentras bien?- La niña estaba sentada en la calle llorando tan fuerte que alertó a los pocos vecinos que se encontraban paseando- Oye, ya pasó, mira, ya se va, ¿lo ves?- el perro dio la vuelta con su trofeo de carne entre sus colmillos como si nada hubiera pasado. Al notarlo, Shinobu poco a poco fue pasando del llanto a pequeños sollozos, agarrando fuertemente el largo de su vestido de flores entre sus manitas. Aquel chico le dedicó una mirada tranquila mientras le prestaba toda su atención. Ciertamente era pequeña, su cabello corto peinado en un medio recogido, con esa enorme mariposa morada, su vestido de flores lila y sus zapatitos negros la hacían ver como una muñequita- Vamos, ya pasó. No hay nada que temer, estás a salvo.
-Iba a comerme... ese perro iba a comerme- al joven se le hizo un poco difícil entender lo que la niña quería expresar por su voz entrecortada y su limitado vocabulario.
-Oh, es la hija de los Kochō, ¿qué ha pasado, qué le estás haciendo?-uno de los vecinos reconoció a la pequeña, y al ver la situación, pensó que el chico podría haberla lastimado.
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Te quiero, sensei.
Romance-Tienes 16 años, eres sólo una niña. No sabes lo que quieres. Además, soy tu sensei, 8 años mayor que tú. Esto de ninguna manera podrá estar bien mientras seamos profesor - alumna, la única relación que debemos llevar. -Tomioka-sensei, mis sentimien...