Apenas había sonado el timbre anunciando el final de las clases y el grupo estaba más que listo para poder huir a sus casas. Tanjirō se acomodaba su mochila sobre su hombro izquierdo, tenía la intención de poder ayudarle a Kanao con la suya, como todo un caballero, y es que hace unos días había visto el brillo con que la chica miraba a la pareja InoAoi cuando este prácticamente le arrebataba su bolso a Aoi, diciendo que su mujer no debía preocuparse por otra cosa que no fuera sostener su mano y que él era lo suficientemente fuerte para cargar con ambas mochilas en su camino a casa. Así que dedujo que a Kanao le hacía algo de ilusión que tuvieran un gesto similar para con ella. Hoy iba a hacer su mejor esfuerzo para escalar en esa relación de "amigos" de manera que ella comenzara a notarlo como potencial pareja, ignorando por completo que ella estaba más que enamorada de él.
—¿Necesitas ayuda con eso?— se acercó al pupitre de la chica, señalándo su mochila con estampado de flores y mariposas, tomándola por sorpresa.
—No te preocupes por eso, Tanjirō, puedo con ella.
—Sé que sí, es sólo que, bueno...— vamos, piensa en una buena excusa— así podrás cargar tranquilamente a Rokuta cuando pasemos por ellos.
Y se percató del leve sonrojo que adornada las pálidas mejillas de la chica. Le gustaba verla así, con su cabello perfectamente peinado, su distinguido broche de mariposa, sus grandes y hermosos ojos violetas, sus pequeños labios rosados. Era tan bonita a los ojos del mayor de los Kamado.
Kanao no tenía ningún problema para cargar al pequeño y sostener el peso de su mochila sobre su espalda. Era una chica fuerte, pero tampoco iba a dejar pasar la oportunidad de que el chico que le gustaba tuviera un gesto caballeroso con ella.
Asintió aún con las mejillas sonrojadas dejando que Tanjirō tomara su mochila. Le indicó que saliera del salón y acto seguido él caminaba a su lado. Los dos estaban hechos un mar de nervios, estaba casi seguro de que comenzaría a sudar cual cerdo si se acercaba un poco más a la joven.
Apenas salieron de la secundaria para pasar al área de primaria, pasando al lado de la cancha de fútbol. Desde que le había sugerido entrar al equipo femenil, no volvieron a tocar el tema, así que, en pos de romper el hielo, Tanjirō iba a comenzar la conversación, si no fuera por cierto rubio chillón gritando su nombre desde la entrada de la escuela.
—¡TAAAAANJIROOOOOO!
Ambos voltearon a ver a Zenitsu, que se acercaba corriendo como alma que lleva el diablo. ¿En qué se habrá metido esta vez?
—¡Tanjirō!— siendo fiel a su costumbre, el rubio se encontraba postrado frente al chico, sosteniéndolo de su suéter, manchándolo con sus lágrimas de cocodrilo y mocos.
—Zenitsu, tranquilízate, aquí estoy. ¿Qué pasa?
—¡Zenitsu, ven aquí ahora!
Los tres escucharon la voz del abuelo del chico, que se acercaba a paso firme, se notaba un poco molesto. Si eran cuestiones familiares, él no podría meterse, respetaba demasiado al señor Kuwajima como para llevarle la contraria. Sólo sintió que el agarre trémulo de su amigo sobre su ropa se volvía más inquieto, Zenitsu estaba temblando. Kanao sólo observaba la escena a la expectativa de saber qué había puesto a su amigo de ese modo.
—¡Abuelo!
—¡Ya te dije que vendrás conmigo!
—¡No quiero! ¡Tanjirō, has algo!
—¡Grosero!
En medio de la conmoción, ni siquiera había dado tiempo de saludar al adulto presente, que jalaba del cuello de la camisa de Zenitsu en pos de quitárselo de encima a su amigo.
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Te quiero, sensei.
Romance-Tienes 16 años, eres sólo una niña. No sabes lo que quieres. Además, soy tu sensei, 8 años mayor que tú. Esto de ninguna manera podrá estar bien mientras seamos profesor - alumna, la única relación que debemos llevar. -Tomioka-sensei, mis sentimien...