Capítulo 18

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—No.

—Pero...

—No.

—Oye.

—He dicho que no.

—Oh, vamos.

—Que no.

—¿Y así te dices mi amigo?

Se encontraban en el departamento compartido entre el pelinegro y el pelinaranja, este último había hecho una petición fuera de lo común a los ojos de Tomioka: acompañarlo en una cita doble.

—¿Por favor?

—¡Que no!

—¿Pero por qué no?

—Tú... ¿acaso quieres que me persiga la Interpol? Ya dije que no, y no cambiaré de opinión.

—¡Agh!— el pelinaranja sabía que lo decía más para sí mismo que para su persona, pero aún le costaba un poco de trabajo aceptar que su mejor amigo apoyaba sus sentimientos por Makomo, pero se rehusaba a hacer caso a sus propios sentimientos—¿Qué necesito hacer para que aceptes ir?

—Nada, porque eso no pasará.

—¡¿Pero por qué mierda no?!

—¿Que no me escuchaste el lunes? La cagué, parte de mi pensamiento se filtró, y no quiero alentar esperanzas que ni ella ni yo vamos a poder sostener. ¿Por qué no puedes entenderlo?

—Porque me cuesta creer que seas un cobarde cuando se trata de tus propios sentimientos.

—No soy...

Si lo analizaba desde el punto de vista de Sabito, la palabra "cobarde" probablemente no sería suficiente para describirlo. Tomioka lo había pensado muchas más veces de lo que estaba dispuesto a admitir, y realmente, no había punto de comparación para la situación entre él y Shinobu con lo que vivían Sabito y Makomo. Después de una revelación de su amigo, diciendo que ya había tenido suficiente y que era el momento apropiado de poner las cartas sobre la mesa con la pelinegra de ojos turquesas, le pareció apropiado una cita doble para que la chica pudiera dimensionar lo que era estar con una persona adulta.

—Bueno... tal vez sí lo sea— dijo en un tono bajito.

—Es una certeza, no un "tal vez"— tomó asiento en una esquina de la cama del pelinegro— Le hiciste frente a tu ex novia tóxica, ¿pero no puedes hacerle frente a una adolescente? No entiendo qué me estoy perdiendo.

—Si soy honesto, yo tampoco.

Pero, no era lo mismo. Los sentimientos que tenía por Yae eran totalmente diferentes a los que sentía por su alumna. Shinobu hacía que su corazón se saltara un latido con sólo verle a los ojos, ni hablar de los celos que sentía de su estudiante de tercer año que podía pasesrse por toda la academia si quería de la mano de la chica, compartir un almuerzo en tal intimidad, llevarla a casa (a pesar de que él mismo lo había hecho una vez), o la batalla interna que desataba una sóla sonrisa de la pelinegra hacia él, esas que no eran fingidas, esas que lo hacían querer abrazarla, levantarla del suelo de la forma más cursi posible cual princesa y darle un beso en la frente, nariz, mejilla, párpados y labios. Llenaría su bella carita de besos por el resto de su vida si pudiera.

Era peligrosa la intensidad de los sentimientos que esa chica despertaba en él.

—No lo haré. Daki está por irse unos días y me pidió que nos reunamos hasta entonces.

—Oye, corrígeme si estoy mal, pero, creo que te has refugiado mucho en Daki últimamente.

—No realmente.

Te quiero, sensei.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora