Capítulo 26

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Un corazón roto.

Se preparaban para irse del salón, las actividades habían terminado. Era viernes y todo parecía un caos con el festival, tuvieron que suspender las actividades de los clubes por mala organización de los compañeros encargados de la prueba de vestuario para el maid café, que a estas alturas, le pareció grandioso que lo hayan hecho, así ella podía reclamar sobre el "atuendo" que pretendían que ella usara.

"No seas tan mojigata, Kochō. Es para atraer clientes" 

Si el vestido escotado que amenazaba con que se saliese una teta no era suficiente para golpear a sus compañeras, no sabía qué lo sería.

Makomo al menos pudo hacerle algunos arreglos al suyo, Mitsuri dijo que no estaba incómoda por el hecho de que sus chicas salieran a saludar al mundo, picándole el ojo a algún incauto (estaba segura que Iguro-senpai moriría de hemorragia nasal al verle y reviviría para mandar con Kami-sama al genio al que se le ocurrió semejante idea), al menos dijo que usaría unas medias que éste le había regalado en su último cumpleaños, cubriendo sus piernas.

Y no la culpaba, tenía un cuerpo bellísimo, y quizás si ella no estuviese tan acomplejada también hubiese aceptado usarlo. El resto de sus compañeras no se veían mal, pero Shinobu se sentía mil veces más cómoda usando el uniforme que dictaba la leyenda, fue usado por los cazadores de demonios varones. Sería la única chica con él, y eso la hizo sentir un poquito especial.

Había aprovechado para mandarle una foto tomada en el espejo a su sensei, a quien le debía todo el crédito por la maravillosa idea tan original. Cosa que no le importó al ver que el mensaje había sido visto casi un minuto después de ser enviado, y sin respuesta en los minutos siguientes, de eso ya había pasado una hora.

Sus amigos la esperaban fuera del salón hasta que sintió que alguien la tomaba del brazo. Volteó para encontrarse con una joven de ojos verdes demasiado abiertos como para no perturbarla, cabello corto con flequillo y en punta, y una sonrisa que seguramente intentaba ser amigable, pero que en realidad, daba algo de miedo.

—Eh, ¿necesita algo, senpai?— la había visto en alguna ocasión con Kenma, mas no recordaba su nombre. Sabía que era su amiga más cercana, tampoco estaba muy interesada en saber mucho de ella.

—Susamaru— sonrió, achicando más sus ojos— Puedes llamarme Susamaru.

—Bien, Susamaru-senpai, ¿necesita algo?

—Sí, tengo que pedirte un favor, es algo muy importante— Shinobu la miró con duda. No se conocían de nada, era la primera vez que se hablaban, ¿qué podría querer de ella?— Creo que ya lo sabes, pero mañana es el cumpleaños de Kanbara.

Oh, por supuesto que lo sabía, toda la bendita semana se le ha pasado debanándose los sesos pensando en qué debía hacer con Kenma. La conversación con Kanae, lejos de esclarecer dudas, le hizo cuestionarse más cosas desde diferentes enfoques.

¿No crees que, el que te esté causando tanta duda, también te diga algo?

—Sí, tenemos un plan para ese día— Susamaru abrió los ojos, brillantes, un escalofrío de incomodidad recorrió la espalda de Shinobu.

—¡Es más que perfecto! Escucha, le estamos organizando una fiesta sorpresa, tu papel será llevarlo hasta el club. Fácil, ¿no?

—¿Club?— ¿Tenía cara de ir a los clubes? ¡Sólo tenía quince años, y ni siquiera estaba segura de aparentarlos! Ni de broma la dejarían entrar a uno, ¿qué le pasaba a su senpai?

La cara de contrariedad no pasó desapercibida para Susamaru, recordó aue la niña por la que su mejor amigo intentaba cambiar era la típica estudiante ejemplar, ni siquiera ella estaba del todo segura de que invitarla fuese una buena idea, pero era eso o inmiscuir al hermanito menor que era la adoración de Kenma, y no podía simplemente decirle "sólo llévalo a la fiesta y ya después te retiras", además, creía que acercarlos un poco más sería bueno para su amigo. Claro que tendría que estar al pendiente de ella por cualquier cosa. Era consciente de que meter a Shinobu en una de esas fiestas era como meter a un niño en un campo minado. Kenma se llevaba con mucha gente, pero no los consideraba a todos sus amigos, por ende, no podía confiar en ellos, y ella, al conocerlos a casi todos, tampoco les confiaría a quien podría ser la redención de su mejor amigo. Se había prometido a sí misma que tendría que hacerle de niñera si fuese necesario, pero intentaría que de alguna forma funcionase.

Te quiero, sensei.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora