Acerca de esta historia:
Intentando huir de la persona que te atormentaba, obtienes un nuevo trabajo cerca de la casa de tu tío Nick, este te ofrece quedarte mientras encuentras un lugar independiente.
Ahí te vuelves a encontrar con tu prima Deliah...
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Es curioso como durante nuestra vida, podemos llegar a repetir los mismos errores a pesar de reconocerlos como la palma de nuestra mano...
si es que alguna vez te has dispuesto a analizar entre tus propias líneas.
₍ᐢ..ᐢ₎
A pesar de los desacuerdos, parecía que el padre de Deliah había hecho las pases con Springtrap, tenían unos cuantos días conviviendo, como si nunca hubiesen existido disputas entre ellos.
Nick habría decidido también adoptar propiamente al gatito, haciendo feliz a su hija.
Y hablando de ella, también había pensado que era mejor que Deliah permaneciera en casa, disfrutando de lo poco que le quedaban de vacaciones.
Todo estaba bien.
Te encontrabas a mitad de la sala, habías ido a la cocina por más palomitas en lo que dejabas a Springtrap y a Deliah viendo la televisión juntos. Estaban contentos de por fin pasar más tiempo de calidad.
En todo caso, el momento era agradable. Pero una sensación en tu pecho al mirar a Springtrap te inquietaba.
'¿Podrá sentir lo mismo?' te preguntabas incesantemente, sosteniendo el bowl con fuerza. No parabas de preguntarte si tendrías una oportunidad. Sabías que el agrado era mutuo, ¿pero qué tanto?
De pronto, el giró su mirada, notando que ya estabas de regreso. Te regaló una sonrisa que correspondiste con nerviosismo.
"Sientate querida, te estamos esperando" pronunció el, con suavidad. Había algo en su voz que te hacía sentir distinta.
Deliah estaba atenta al televisor. Estaba muy metida en una caricatura, algo sobre una humana atrapada en mundo paralelo con brujas y demonios. Era entretenida, aunque tu atención definitivamente no estaba en el programa.
Tomaste asiento al lado del conejo, siendo recibida rápidamente con el brazo que tenía libre para rodearte, pues el otro estaba abrazando a Deliah. Te sentías en paz, a pesar de el ardor en tus mejillas que incluso te hacía sentir mareada.
Pero tu tono de llamada te sacó del ambiente cálido.
Sacaste el dispositivo de tu bolsillo. No alcanzabas a distinguir los caracteres del dueño de la llamada, era como si estuviesen en un idioma desconocido. Aún así contestaste, incapaz de controlar tus acciones.