IV

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—Serás una excelente madre, hermana. —dijo Cassandra sonriendo en dirección.

Madre, maternidad, dejaría de cazar para atender a su hijo, mientras Aemond muy posiblemente estaría en cualquier Casa del Placer, mientras a ella la libertad le sería negada.

Ya no entrenaría con Royce.

—¡Esto amerita un festejo! —gritó Lord Borros. —¡No veo la hora de ver a mi hija hinchada!

—¿Nos vamos, futura esposa? —dijo Aemond ofreciendo su mano.

Aeysant la tomó sin responder, podría huir por el bosque, después irse en un barco y huir para jamás ser encontrada o bien, podría servir a Rhaenyra Targaryen.

Finalmente habían salido al bosque, en donde Aeysant de un golpe se había soltado del príncipe Aemond corriendo lejos de él, quien reía macabramente detrás de ella.

—¿A dónde vas? —gritaba corriendo detrás de ella. —¡No puedes esconderte futura esposa!

El clima no era favorecedor, la lluvia caía fuertemente, las gotas bloqueaban la visión de Aeysant provocando que cayera al chocar con una cadena lo suficientemente grande.

Unos ojos amarillentos y furiosos de haber sido despertados de su siesta.

—¡lykiri, Vaghar! —tranquila Vaghar. La espalda de Aemond había bloqueado su campo de visión, había bloqueado aquellos ojos amarillentos y llenos de furia.

Nuevamente se puso en pie aprovechando la distracción del joven príncipe, corriendo nuevamente por aquel bosque que se le hacía desconocido, con hojas pisadas y ramas rompiéndose detrás de sí, no faltaría mucho para que Aemond la alcanzará.

Una mano la tomó bruscamente del brazo, haciéndola rebotar contra un fuerte y tonificado pecho, cayendo en la tierra debido a los cambios de velocidad y fuerza, cayendo Aeysant primero con Aemond encima.

—¿Te has vuelto loca? ¡No puedes huir en medio de la noche, menos en medio de la lluvia, en un bosque!

Aemond gritaba en su rostro, su único ojo ardía en furia, la mirada se le había apagado, su ojo azul estaba oscuro, la mataría esa noche, eso era seguro.

Pero Aeysant no lo escuchaba, solamente cerró sus ojos sintiendo la lluvia caer, la lluvia y los gritos de Aemond eran buena combinación, Aemond no se escuchaba.

Sintió una mano quitarse bruscamente de su cabeza, para después ser puesta en pie bruscamente, provocando un quejido de su parte.

Su pie, lo sentía frío, el dolor poco a poco se envolvía y la hacía mantenerse inmóvil, incapaz de correr, incapaz de huir.

—¿Qué te pasó ahora? No me digas que Vaghar te mordió.

—Vete a la...

—Ese no es vocabulario de una dama, y menos de una Targaryen.

—Soy Baratheon pedazo de imbécil.

—¿Cree qué Borros la quiere? No sea imbécil. ¿Tiene idea de cuántas veces me ofreció a Maris? La quiere más a ella que a usted. ¿Y aún dice ser Baratheon? Agradezca que la he elegido, sí no iba a casarse con el imbécil Lannister.

—¡Todos son mejores opciones que usted! ¿Realmente cree qué su valor está en un dinosaurio volador?

—Poco me importa lo qué una mocosa mimada y tonta pueda decirme. —dijo mirando la situación, ambos estaban completamente mojados, la lluvia había disminuido haciendo el camino más visible, Aeysant estaba apoyada en un árbol, con él enfrente, ambos discutiendo como dragones.

𝐀𝖾𝗒𝗌α𐓣𝗍 ─ 𝐀𝖾ꭑⱺ𐓣ᑯ 𝐓α𝗋𝗀α𝗋𝗒𝖾𐓣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora