—Aemon, coloca tu mano en el mango de la espada.
—¿Por qué Aemond le enseña a Aemon a usar la espada? Sí aún es un bebé.
—No lo sé, tal vez teme por la seguridad de sus hijos. —Alicent murmuró. Aemond tenía a Aemon en su brazo izquierdo mientras sostenía la espada con el derecho, ambos cabellos blancos moviéndose al compás de sus movimientos. —pero Aemon es aún un bebé. Tal vez quiere forjar una unión con su hijo. ¿Vamos por Alaesanne y Gaelle? Quiero tomar el té con Helaena.
—Por supuesto.
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—¿Lo has entendido pequeño?
—¡Sí! —Aemon chilló con emoción mientras Laed reía, tomando una espada, mientras Aemond los miraba desde arriba.
—¿Sucede algo?
—No estoy de acuerdo con qué Laed le enseñe a mi hijo a usar la espada.
—Aemond, es un bebé, pasa más tiempo con él de lo que pasa contigo. Es normal que se sienta más a gusto con él qué...
—¿Qué? ¿Qué con su propio padre?
—Tal vez sea culpa tuya. —Aeysant dijo, intentando pasar al lado de Aemond con una taza grisácea en sus manos, Aemond la detuvo tomándola del brazo.
—Soy un príncipe del reino. Sí querías a alguien que no tuviese deberes ni posición podrías haberte casado con Laed.
—Y lo habría hecho de no ser por tu insistencia y tu egoísmo, podrías haberte casados con Floris o Maris, inclusive Cassandra o hasta Ellyn, por capricho me elegiste. ¿Y ahora es mi culpa? Yo iba a casarme con Laed, él pidió mi mano y por tu egoísmo y querer probar que tu miembro es grande me obligaste a casarnos.
—¿Probar qué mi miembro es grande? Cómo sí la dulce e inocente princesa no supiese que tan grande es. Sí mientes sobre mi verga. ¿Entonces tus gemidos, gritos, jadeos y lloriqueos son mentira, esposa?
—Soy una esposa complaciente.
—Hmm. De rodillas.
—¿Disculpa?
—¿No dices ser una esposa complaciente? De rodillas ante tu príncipe.
—Estás demente, Aemond. Estoy encinta, no puedo simplemente ponerme de rodillas. —Aemond miró el vientre ligeramente abultado de su esposa, sobresaliendo sobre la tela roja que adornaba su cuerpo.
—Sobre la cama, tu cabeza en la almohada.
—No lo haré Aemond.
—Oh. ¿Realmente no lo harás? —el mayor dejó salir una sonrisa cínica y siniestra, una que sabía que ponía a Aeysant de rodillas.
Aeysant suspiró desganada, acostándose en la cama, con su cabeza en la almohada, escucho el tintineo de los pantalones de su esposo caer y al notarlo, Aemond estaba encima suyo, sin aplastar su vientre, con su miembro cerca de su boca.
—Abre. Demuestra que tan complaciente puede ser mi señora esposa y posiblemente, te ayude con tu insomnio, mi lady.
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—Ser Laed. —sonrió Aeysant, acomodando su escritorio, recientemente Aemond había salido, no sin antes morder una parte de su cuello, dejando ver una mancha rojiza qué pronto sería morada.
Inclusive sabía que sí su vestido fuese más claro y transparente, se podrían ver las marcas de las manos de Aemond en ella.
—Princesa. —el rubio sonrió. —debo admitir que el príncipe Aemon a pesar de ser un bebé que a penas y sostiene una espada, será un gran espadachín.
—Herencia de su padre, supongo. ¿En dónde está?
—En la guardería, junto a sus hermanos. Quisiese hablar con usted.
—Por supuesto.
—Verá, sé que al príncipe Aemond no le agrado y no es secreto que es recíproco, ambos peleamos por la misma mujer y sólo uno gano...
—Laed...
—Sólo uno tiene el placer de dormir con ella y saber que es la madre de sus herederos. Pero me temo que posiblemente tendré que volver a Casterly Rock, mi señor padre me ha llamado y he pedido unos días fuera. No podré cuidar de usted ni de los pequeños.
—Ser Laed no se preocupe, mis hijos estarán bien, no tiene de que preocuparse, vaya tranquilo a Casterly Rock. Lo estaremos esperando después, no se preocupe.
—Gracias mi lady, partiré hoy al anochecer, esperando estar allá en la mañana.
—Tenga un buen viaje, Ser.
—Gracias mi princesa. —tomó la mano de Aeysant y besó su dorso. —su favor y bendición podrían resguardarme de posibles heridas.
—Ser Laed...
—No se preocupe mi lady, por favor, sino es mucho pedir y tiene tiempo, ore por mi y por mi regreso.
—Así será Ser Laed. ¿Teme algo? Veo que algo lo inquieta.
—Iré a Casterly Rock a buscar un buen esposo para ni prima, lady Cersei y temo que ella es difícil.
—No se preocupe, lady Cersei encontrará un buen hombre.
—Gracias por sus buenos deseos, mi princesa.
—Viaje seguro, Ser Laed.
—Muchas gracias mi princesa.
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—¿Ser Laed se va? ¿Tan pronto?
—Dijo algo de ir a ayudar a su prima a conseguir un esposo.
—¿Por qué tendría qué ayudarle él? ¿No es suficiente con su padre?
—Supongo qué le tiene bastante aprecio y estima y no desea que se casé y sea infeliz.
—A veces ese es el destino de las mujeres, sea cuál sea su posición, estamos condenadas a sufrir en matrimonios dónde sólo nos ven como una vagina qué expulsa herederos. —Alicent con furia habló, quebrando la aguja de su bordado. —nos encierran y cuando crecemos nos desprecian pero jóvenes sí servimos para darles sus herederos.
—La vida es injusta, Alicent. Constantemente lo es, siempre habrá quienes tengan más fuerza que nosotros, mi matrimonio con mi difunto esposo, Ser Laenor fue por capricho de mi padre y curar la estrecha brecha que se formó entre nuestras familias al rechazar a mi difunta prima, lady Laena en matrimonio, Laenor era mi mejor amigo, mi confidente, juntos tuvimos a nuestros preciosos hijos, sólo nuestros, encontré mi felicidad y amor en ellos, tal vez los matrimonios sí nos hagan infelices y a ellos felices por cumplir con sus deberes, pero encontramos amor y honra en nuestros hijos. Son nuestro pilar para sobrevivir en un mundo lleno de hombres. —Rhaenyra dijo, terminando de bordar un lindo dragón amarillo, quién debajo, decía Syrax y un dulce corazón.
—El matrimonio ciertamente es delicado y se esperan muchas cosas, más de nosotras que de ellos, y encontramos el amor y la fuerza, la voluntad para dar la cara por nuestros hijos, por más pequeños que sean, siempre deseamos su felicidad más que nada. —Aeysant aún no terminaba de bordar, pero deseaba bordar a Vaghar.
—Creo que los humanos somos tontos, siempre deseamos lo que el otro tiene. —Helaena dijo, bordando su vestido. —siempre aspiramos a más de lo que tenemos y es por eso que los hombres son tontos.
—Y egoístas. Es por ello que una mujer debe reinar, sentarse en el Trono y reinar con la cabeza y no con su miembro.
—Y eso haré. Y todas ustedes tendrán un lugar en mi Consejo. —los ojos de Rhaenyra y Alicent brillaron mientras Helaena sonreía y aplaudia, Aeysant también sonrió. —es un juramento que jamás he de planear romper.
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𝐀𝖾𝗒𝗌α𐓣𝗍 ─ 𝐀𝖾ꭑⱺ𐓣ᑯ 𝐓α𝗋𝗀α𝗋𝗒𝖾𐓣
Random-Necesitamos aliados Aemond, te casaras con una Baratheon. -Se baratheons issi hollow se unbearable, nyke'd rather dīnagon nykeā dȳñes than mēre hen zirȳ. -las Baratheon son huecas e insoportables, preferiría desposar un animal antes que a una de el...