Al despertar, miró a su alrededor, estaba cambiada, un camisón adornaba su cuerpo, estaba en sus aposentos compartidos, dio un leve quejido, avisando a Beocca que ya había despertado.
—Aeysant, ya has despertado.
—Beocca. ¿Qué me sucedió?
—Te desmayaste, pero ya estás aquí. ¿A dónde fuiste?
—A buscar a mi hijo.
—Nunca creí escucharte decir eso. Siempre creí que ibas a convertirte en Septa o en caballero, te cortarias el cabello y fingirías ser un hombre, pero eres madre de cinco niños.
—Tengo cuatro hijos.
—Felicidades Aeysant, estás encinta, debes de guardar reposo.
—Beocca, no puedo estar encinta, no fui capaz de cuidar a mi hijo, no puedo tener otro.
—No te preocupes, Aemon no desapareció por tu causa, alguien con mucha maldad lo hizo.
—Era mi deber cuidarlo, no pidió venir al mundo, yo lo traje.
—El príncipe te obligó a ser madre, según recuerdo, pero aún siendo obligada, has sido una gran madre, Gaelle, Alaesanne y Caerys lo pueden afirmar, esos niños te aman.
—¿Y Aemon? Fui una pésima madre con él.
—Aeysant, eres joven, vas para diecisiete inviernos, y tuviste hijos siendo una niña, eres buena madre, no muchas van a por su hijo en caballo, además, después de tus discusiones con el príncipe Aemond, es bueno una reconciliación. Ese bebé es una reconciliación.
—¿Y sí Aemon murió? ¿Este bebé que sería? No quiero que crea que es mi consuelo o el de Aemond.
—Te notó más preocupada. ¿Qué sucede?
—Deseo ir a los calabozos, por favor.
—Estás débil y grávida, me temo que no puedes.
—Por favor Beocca, tengo un presentimiento.
—Aeysant... Aemond enviará guardias.
—No es suficiente.
—Aeysant. ¿Qué sucede? Estás pálida.
—Tengo miedo, déjame ir a los calabozos, por favor.
—Aeysant, me temo que no puedo hacerlo.
—Beocca, soy madre, entiende mi preocupación, por favor.
—Aeysant...
—Te lo pido como madre, déjame ir a los calabozos.
—Bien. Pero sí desmayas otra vez le diré al príncipe Aemond que estás encinta y aún así, hiciste esfuerzo.
—Nos cortaría la cabeza a los dos.
—Tienes razón. Mantendré silencio, pero tienes riesgo de perder al bebé.
—No quiero perder otro hijo.
—No te adelantes a los hechos. Ahora ve, pero irás custodiada por guardias.
—Gracias, Beocca. —Aeysant casi lloró, su agradecimiento con Beocca iba más allá que cualquier cosa.
Iba más allá de su cariño por él, iba más allá de que él fue su figura paterna y jamás la juzgó por su género, él la amaba tal cuál era.
Y veía a Aemon, Alaesanne, Gaelle y Caerys como sus nietos.
Y al nuevo bebé también.
Unos guardias la siguieron conforme caminaba, según sabía, todos estaban en una reunión en la Sala del Consejo debatiendo como responder ante el secuestro de Aemon.
—Aeysant, Beocca me dijo lo que sucedió. Permíteme acompañarte.
—No quiero que Aemond te corté la cabeza, Laed.
—No lo hará, y de hacerlo, habré muerto protegiéndote.
—No necesito que nadie me proteja, sin embargo agradezco tu preocupación y protección.
—No pienses que te protejo a ti, piensa que protejo a Aemon.
—Creí que era un castigo temporal por el espectáculo en la boda. —dijo sin dejar de caminar, doblando en cada esquina que Laed le indicaba. Tres filas de tres soldados iban al frente mientras que cuatro de tres soldados iban atrás.
—Lo era, pero les tomé cariño. Tu y tus hijos son muy dulces, no podría perdonarme si algo les sucede y no estoy allí para protegerlos.
—No te preocupes Laed.
—No voy a sonar pesimista, pero sí un día ya no puedo protegerlos o he fallado en hacerlo, te dejaré mi capa y mi espada, mi honor.
—No, no te preocupes. No sucederá.
Con cada paso que daba, sentía su corazón haciéndose más pequeño, el respirar se le hacía cada vez más imposible y sentía su cabeza pesada mientras su cuerpo flotaba.
—Abran. —ordenó el rubio, los guardias del lugar los miraron sin comprender, abriendo las celdas. —¡Busquen al príncipe Aemon, no nos iremos sin él! Cualquier rastro, lo que sea que sea del príncipe nos sirve. —ordenó y la búsqueda comenzó.
El cuerpo y manos de Aeysant temblaban mientras revisaba el lugar, su corazón y asco se hacían más presentes, sentía su corazón latir en sus oídos mientras su vientre se tensaba.
Mi pobre bebé, mi Aemon.
Mi pobre niño, mi nuevo bebé, pesaba la castaña.
Los estoy torturando a ambos.
Hasta que vio un cabello platino sucio debajo del sucio y viejo tapete, en él no había ningún prisionero, sin importar su condición, se agachó y tomó el cuerpo de su pequeño príncipe.
—¡Saquen a mi hijo, ya! —gritó, Laed abrió la puerta aún más tomando el cuerpo del menor del frío y duro piso, su piel blanca estaba sucia y su cuerpo más delgado que antes, consolando a la castaña, quién no dejaba de temblar mientras tenía la cabeza de su hijo en su regazo.
—¡Traigan a un maestre! —ninguno de los se movió hasta que Beocca llegó, revisó al niño y después, revisó a la madre.
—¡Está vivo pero débil, alisten sus aposentos! —gritó el mayor. —Aeysant, tu garganta está desgarrada, necesitas leche de amapola.
—Necesito a mi hijo.
—Y tu hijo necesita a tu madre. Por favor vamos arriba, pediré una cam...
—No, quiero llevar a mi hijo.
—Aeysant...
—Por favor.
—Beocca suspiró. —vamos.
La castaña llevaba a su hijo, con la preocupación y dolor en sus ojos, su hijo tenía ojeras moradas debajo de sus ojos, la piel y cabellos sucios, no sabía si había comido o cuando fue la última vez que bebió algo. A su lado, Laed también lo cargaba.
Las Capas Doradas los seguían, lamentándose del estado del príncipe menor, algunos creían que Aeysant llevaba el cadáver de su hijo.
La puerta del Consejo se abrió abruptamente, con Viserys saliendo a mirar, detrás suyo Daemon y Rhaenyra.
—Los ojos azules de Rhaenyra se abrieron y de sus labios, con vos temblorosa, dijo. —Aemond.
Aquello bastó para que el menor saliera y mirase a su esposa con Laed cargando un diminuto cuerpo.
Aemon.
—Mi hijo. ¿Qué mierda sucedió? —casi gritó, la imagen de Aeysant con Laed le subió la cólera, tomando el cuerpo de su hijo, sin embargo Laed no lo soltó.
—¿Qué están esperando? —Beocca eufórico gritó. —¡El niño puede morir!
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𝐀𝖾𝗒𝗌α𐓣𝗍 ─ 𝐀𝖾ꭑⱺ𐓣ᑯ 𝐓α𝗋𝗀α𝗋𝗒𝖾𐓣
Random-Necesitamos aliados Aemond, te casaras con una Baratheon. -Se baratheons issi hollow se unbearable, nyke'd rather dīnagon nykeā dȳñes than mēre hen zirȳ. -las Baratheon son huecas e insoportables, preferiría desposar un animal antes que a una de el...