Las últimas lunas del embarazo de la princesa Aeysant habían sido cuestionadas por los maestres, los cuales se negaban a descuidar a la princesa de seis lunas.
—Princesa, por favor siéntese no puede estar mucho tiempo de pie.
—Descuiden, estoy bien.
—Se puede golpear.
—Estoy bien, estoy encinta, no tengo una enfermedad terminal.
—A menos que mueras, ahí sí va a ser terminal.
—Príncipe Aegon. —gruñó Minerva. —la princesa Helaena necesita de su presencia en los aposentos del príncipe Maelor.
—Yo no voy a cambiarlo. —dijo asqueado. —Aeysant, vas a ser madre muy pronto. ¿Por qué no prácticas cambiando a Maelor?
—Príncipe Aegon, estás lunas son claves para el buen desarrollo del infante, no puede realizar tantos esfuerzos ni mantenerse tanto tiempo en pie.
—Maestre Beocca. ¿Puede ver qué quiere Helaena?
—Me temo que estoy atendiendo a la princesa Aeysant, mi príncipe.
—Aeysant ayúdame.
—Aegon, tal vez Helaena quiera hablar contigo sobre la crianza de Maelor, no creo que sea algo tan malo.
—Son las cuatro de la mañana. ¿Por qué quiere hablar ahorita?
—Sí vas lo descubrirás.
Aegon gruñó, encaminándose a los aposentos de su último hijo, el cual había nacido hacía unos tres inviernos atrás, dejando a Minerva, Aeysant y Beocca solos en los aposentos de la castaña.
—Ya estás en tu sexta luna, en unos días entrarás a tu séptima luna, sí sientes algún dolor no dudes en decirme.
—¿Es malo?
—No, pero prefiero prevenir antes que lamentar. —dijo quitando sus utensilios, limpiando sus manos, Aeysant cubrió nuevamente su vientre. —otros maestres vendrán a verte para contribuir el chisme al reino. —Beocca rió.
—Dejaremos que descanses Aeysant. —dijo Minerva, cerrando las puertas.
Aeysant se acomodó mejor entre las sábanas y las enormes almohadas que Aemond había enviado a perfeccionar al pueblo para su descanso, cuando estuvo a punto de cerrar los ojos escuchó la puerta abrirse, por el sonido y la pesadez de las pisadas dedujo que era Aemond.
Escuchó el tintineo de sus botones cayendo, junto a un suspiro cansado.
Sintió las sábanas levantarse logrando que el frío entrará en ella, una parte de la enorme cama se hundió, la parte en donde Aemond estaba acomodándose.
Cerró los ojos una vez más intentando volver a dormir, sin embargo al hacerlo, sintió la mano de Aemond atrayéndola hacía él, colocando su enorme mano en su vientre hinchado y dejando su barbilla en su cuello.
—Esposa.
—¿Umh?
—¿No tenías antojo de pan de miel?
—La última vez que lo comí vomité.
—¿Y de cerezas?
—Beocca teme que el pequeño sea alérgico.
—Madre me dijo que desde ayer estabas pidiendo pan de miel.
—¿Lo conseguiste?
—Fui hasta Essos, en tu panadería favorita, lo conseguí, sé que las Cocinas no igualan la Cocina del pueblo.
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𝐀𝖾𝗒𝗌α𐓣𝗍 ─ 𝐀𝖾ꭑⱺ𐓣ᑯ 𝐓α𝗋𝗀α𝗋𝗒𝖾𐓣
Aléatoire-Necesitamos aliados Aemond, te casaras con una Baratheon. -Se baratheons issi hollow se unbearable, nyke'd rather dīnagon nykeā dȳñes than mēre hen zirȳ. -las Baratheon son huecas e insoportables, preferiría desposar un animal antes que a una de el...