XLIX

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Cuando el vigésimo día de la séptima luna llegó, los esposos estaban en sus aposentos, el príncipe Aemond se encontraba abrazando a su esposa, ambos con una fina sábana blanca sobre sus cuerpos.

—¿Princesa Aeysant?

—¿Sí Minerva?

—Los príncipes han despertado, la reina ha pedido su presencia en el Comedor, ya han sido llevados.

—Gracias Minerva. —murmuró la castaña, mientras Aemond tenía una mano en su cintura y besaba su cabello.

—Me alegra que nuestro momento de crisis matrimonial finalmente haya terminado.

—Igualmente. —la castaña murmuró, levantándose con una sábana a lo que Aemond rió.

—Te he visto desnuda más veces de las que te he visto vestida, esposa.

—Sh. —dijo y Aemond nuevamente rió.

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—¿Má...?

—Mi pequeña. ¿Qué sucede? —Aeysant murmuró, acercándose a Gaelle, la castaña al ver a su madre acercarse, comenzó a sollozar. —Gaelle mi dulce pequeña. ¿Qué pasa?

—¿Ma má?

—Sí mi amor, soy mamá. —la castaña sonrió, Gaelle se aferraba fuertemente a su vestido lila. —¿Qué sucedió pequeña? 

Sus hermanos se encontraban en la guardería junto a sus nodrizas, mientras que Gaelle había escapado.

—¿Esposa? —Aemond murmuró, mirando a Aeysant de espaldas. —¿Sucedió algo?

—Nada que lamentar esposo. —Aeysant se volteó, dejando ver a su hija jugando con el collar que su padre le había obsequiado.

—Oh, mi pequeña princesa. —Aemond dijo, alzando a la menor, quien al verlo, le sonrió, jugando con su barbilla. —no jales mi cabello Gaelle, sólo mamá puede hacerlo.

—¡Aemond!

—Sólo tú puedes hacerlo ya que tu me peinas. ¿O qué pensabas esposa?

Aeysant rió, mientras miraba al padre e hija convivir, Gaelle, oh su preciosa niña, dulce y frágil, pronta al llanto.

—¡Aeysant!

—¿Daemon?

—¡Alaesanne casi me deja calvo! ¡Me confundió con Viserys!

—¿Cómo?

—Estábamos jugando y se me tiró encima.

—¡Alaesanne venció a Daemon en un duelo! —Lucerys dijo, mientras venía riendo por el pasillo.

—¡Es una bebé! Aunque siempre puedo enfrentarme a su padre.

—Podría, pero un Targaryen siempre paga sus deudas. —insinuó y Lucerys se retiró, diciendo que Jace lo necesitaba.

—Sí es un niño, no es necesario. —Daemon dijo, jugando con la espada de madera de Alaesanne. —un niño no es consiente de sus actos, es influenciado por sus padres o la situación.

El ojo de Aemond se agudizó, mientras estaba con Aeysant y charlaban, ella le había pedido que le diese una segunda oportunidad a Lucerys, aunque también habría bromeado con llamar a su próximo hijo así, Aemond había enfurecido y había parado, sin embargo, su enojo no había durado mucho.

Ahora le rogaba a los Dioses que las múltiples veces que se había derramado dentro de Aeysant, el bebé que llegase, no se llamase Lucerys.

O sino, enloquecería.

—Cómo decía, he pensado en llevar a Gaelle a mirar otros huevos de dragones, Rhaenyra dijo que quería darle uno que sentía que podría ser perfecto para ella. —dijo, la menor se aferraba a su madre, al escuchar el nombre de Rhaenyra, levantó su cabeza.

—Sería increíble Daemon, gracias. —Aeysant sonrió y Daemon también.

—Sí me disculpan, tengo que vencer a esta pequeña princesa en un duelo. —dijo, haciéndole cosquillas a la peliblanca, llevándosela.

Aemond rió, meciendo a Gaelle quién se estaba quedando dormida.

Aeysant suspiró, acomodando a Aemond a los aposentos de la menor, en ellos estaban las nodrizas, la mujer tomó a la menor y la coloco en su cuna mientras ambos salían.

Pasearon por los jardines, Caerys leía junto a Alicent, mientras Helaena estaba a su lado, tenía la cabeza apoyada en un árbol, mientras Jaehaerys y Jaehaera perseguían una mariposa.

—¿En dónde están Maelor y Aemon?

—Deben de estar con Jace o Rhaenyra. —Aemond dijo, besando el cabello de Aeysant. —no te preocupes, nuestro hijo está bien.

—¿Qué han dicho los guardianes sobre sus huevos?

—No saben siquiera si van a eclosionar. —Aemond aclaró su garganta. —dicen que tal vez yo he interferido al no tener un dragón.

—No dijeron tal cosa.

—No pero lo sospecho.

—Aemond, el tener un dragón no te hace más o menos Targaryen, eres Targaryen porqué tu padre es Targaryen, si ellos no tienen un dragón no los hará menos, al igual que Aemon, al tener un dragón no lo hace superior a sus hermanos.

—De niño fui víctima de las burlas de mi hermano y mis sobrinos, al no tener un dragón, me dijeron que iban a darme uno, como niño tonto fui y me dieron un cerdo con alas, lo llamaron Terror Rosado, fui a contarle a mi madre, después de haber irrumpido en la Fosa, ella me dijo que dejará mi obsesión con esas bestias, nadie lo entendía, todos tenían uno, sólo mi madre y abuelo al ser Hightower no lo tenían, pero siempre veía a Rhaenyra volar con Syrax, desde pequeño, me acerque a ella con intención de tocar a Syrax y poder volar con ella, pero madre me vio y me alejó de Rhaenyra, fui obligado a estar con mi hermano y sobrinos en sus lecciones con los guardianes, Jace fue el último que vi en ordenarle a Vermax, Aegon se veía aburrido y Luke se veía emocionado y Jace estaba más que emocionado, pero no compartí esa emoción de tener un huevo que eclosionará.

—Aemond, no eras un niño tonto, eras un niño, un niño que quería un dragón y jamás pensaste que tu propio hermano fuese tu abusador, pero Helaena es jinete de Dreamfyre. ¿No? Ella tampoco tuvo un huevo que eclosionará.

—La reclamo a los once.

—Dreamfyre solía volar mucho con la reina Rhaena. ¿No?

—Hmm, y ahora está encerrada en la Fosa.

—¿Y sí ayudas a Helaena a montarla?

—No le gustan los dragones.

—¿Y sí permite qué alguien más la reclame?

—No es posible a menos que su jinete muera.

—Comprendo.

—¿No quieres volar en Vaghar? Hace mucho no salimos y...

—¿Y volveré a estar encinta?

—Posiblemente. —dijo y la menor rió. —después de lo sucedido anoche, no dudo que lo estés.

—Lo veremos en nueve lunas. —dijo riendo, sin embargo, dejó de hacerlo al sentir una emoción embriagadora.

—Majestades.

—¿Qué sucede?

—El príncipe Aemon ha desaparecido.

𝐀𝖾𝗒𝗌α𐓣𝗍 ─ 𝐀𝖾ꭑⱺ𐓣ᑯ 𝐓α𝗋𝗀α𝗋𝗒𝖾𐓣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora