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La princesa Aeysant se negaba a mostrarse débil ante
la pérdida de su primogénito, rechazaba todas las comidas y aguas que le llevaban, Laed la escuchaba sollozar y sollozar, a tal punto de no poder respirar.

Aemond en cambio, salió con Vaghar y Sunfyre, Caraxes y Syrax estaban en los cielos, mientras que Vaghar y Sunfyre estaban más cerca de las tierras.

—Hijo. ¿Lo encontraron?

—No madre. ¿Y Aeysant?

—Se ha ido, me ha pedido que cuide a los niños. —Helaena dijo y Aemond quiso ahorcarse ahí mismo.

—¿Ido? ¿Ido a dónde?

—No lo sé, no la detuve.

—¿Y por qué no Helaena?

—Porqué Aeysant hace lo que cualquier madre haría por su hijo, Aemon volvió madre a Aeysant. —Rhaenyra dijo. —es su niño, su primogénito, su bebé, no es de extrañar que ella esté así, a pesar de tener más hijos, ella los ama a todos, y si pierde alguno, irá por el perdido.

—No me es entendible la desaparición del príncipe Aemon, es sólo un crío de menos de dos inviernos, si desapareció fue por irresponsabilidad, de las nodrizas claro.

—Otto, no tienes derecho a opinar. —Daemon habló. —habemos personas que si amamos a nuestros hijos y no los vemos como peones. Aeysant es una de esas.

—Es comprensible su situación, es su hijo. —Jace dijo.

—¿Han buscado dentro del Castillo? —Lucerys cuestionó. —quiero decir, quizás Aemon quiso recorrer el Castillo, o alguien se lo llevó y juega con nosotros.

—¿Quién sería capaz de dañar a un inocente bebé? —Alicent preguntó y todos voltearon a verla. —ya sé, es cosa del pasado.

—Lo más sensato es buscar dentro de todos los lugares posibles.

—Después daremos inicio a que las Capas Doradas intervengan. —Daemon habló. —si alguien en el pueblo lo tiene, no vivirá por mucho tiempo.

—Bajo su yugo. —murmuró Helaena, jugando despreocupadamente con su cabello y Aegon la miró.

—¿De qué mierda hablas?

—Aegon.

—Nuestro sobrino probablemente está muerto, degollado o incinerado en algún lugar y tú sólo dices estupideces...

—Aegon. —Rhaenyra habló. —todos estamos temerosos por el estado de Aemon, no debemos de discutir entre nosotros, somos familia después de todo.

—Aegon suspiró. —perdón Helaena.

—Baboso.

—¡Oye! —el peliblanco dijo y los presentes no pudieron evitar reír.

—Majestades. ¿Han visto a lady Aeysant?

—¿Alguien en el Castillo ha visto a mi esposa?

—Me temo que salió temprano y no ha regresado, pero los niños la extrañan.

—Ve y has algo Aemond. —Daemon dijo. —el amor de una madre no se compara con el amor de un padre, pero si tus hijos no tienen a su madre, que tengan a su padre.

Aemond asintió, alejándose de la reunión, llegando a los aposentos de sus hijos, al llegar, miró a Caerys jugando con sus dedos, mientras que Alaesanne estaba con la espada de madera que Daemon le había obsequiado y Gaelle miraba todo a su alrededor con los ojos quebradizos.

—Mis hijos. —dijo entrando, tomando a Gaelle en brazos mientras Caerys lo veía y Alaesanne partía su espada de madera contra su cabeza. —¡Alaesanne! —gritó el mayor, asustando a Gaelle, quién comenzó a llorar. —no no. —Alaesanne lo miró mal, gritando furica por la ruptura de su espada, gateando hacía afuera. —¿Alaesanne? ¿Alaesanne a dónde vas? —Aemond cuestionó, meciendo a Gaelle mientras la peliblanca le daba la espalda, gritando histérica.

—¡Mamá! ¡Mamá! —gritó histérica, ante sus gritos, Alicent y Rhaenyra llegaron, seguidos de Daemon, quien la tomó mientras Rhaenyra los miraba.

—Hijo. ¿Qué sucedió?

—Gaelle estaba llorando, Alaesanne le partió la espada en la cabeza a Caerys, grité, Gaelle lloró, Alaesanne se molestó y Caerys. Dioses no sé qué le pasó a Caerys.

—¿Caerys? —Alicent dijo, caminando hacía el menor, quien se aferraba a una tela lila. —mi niño. ¿Qué sucedió?

—Ellos la extrañan. —murmuró Rhaenyra con dolor. —¿Ella no aviso?

—Temo que haya ido a buscar al príncipe Aemon y haya tomado venganza. —Minerva dijo y Aemond dejó salir una maldición en alto valyrio.

—¿En dónde está mi bisnieto? —Viserys llegó sonriendo. —¿Y Aeysant? Dijo que me ayudaría con mi maqueta. —el mayor dijo y Alicent incómoda aclaró su garganta. —¿Qué sucede? No sentía el ambiente tan tenso desde que mi... Aemma murió. —Viserys dijo, susurrando lo último.

—Padre, Aemon desapareció y Aeysant ha ido a buscarlo.

—¿Cómo dices hija mía?

—Nos avisaron de su desaparición ayer en la tarde, Aeysant desapareció hoy.

—Envíen a los caballeros a buscar a lady Aeysant, envíen nuestros mejores hombres para buscar al príncipe Aemon y a su secuestrador, está traición no quedará impune. —el peliblanco mayor dijo, mirando a todos, ante de darse la vuelta y caminar hacía sus aposentos. —Rhaenyra, hija, ven deseo que hablemos. —dijo y Rhaenyra inmediatamente fue tras él.

—Jace, Luke, patrullarán el cielo hoy, si ven un movimiento inusual aterricen, si ven niños peliblancos, bajen...

—Perdón Daemon. ¿Qué quieres decir con niños peliblancos?

—No es secreto alguno que andan algunos bastardos por allí recorriendo las calles de King's Landing. —Daemon dijo y Aegon bajo la cabeza, notablemente incómodo.

—¿Bastardos? ¿Y bastardos de quién? —la pelirroja dijo, perdiendo los estribos.

Niño colgando del hilo de una araña, niño trazando los filos de una espalda. —Helaena murmuró, su mirada demostraba temor.

—¿Qué has dicho, Hel?

Helaena levantó la mirada, topandose con el único ojo de su hermano menor, ese azul le recordaba al mismo azul del niño que había visto días atrás.

Niño colgando de una araña, niño trazando los filos de una espada. —dijo, pero está vez, mirando a los ojos a Aemond, quién a diferencia de aquellas veces, parecía estar intentando el juego de adivinanzas que su dulce hermana constantemente hacía, y él constantemente parecía ignorar, pero esa tarde, fue diferente.

—Aemond, Aegon, enviaré a mis hombres a Tierra de los Ríos, Essos, Ciudades Libres y demás, ustedes pueden ir, no se alejen de Casterly Rock ni Driftmark. —dijo, caminando con sus hijos, lejos de ellos, mientras Alicent los miraba, al notar la mirada de Otto bajó la cabeza y se marchó junto a él.

—¿Desde cuándo al tío Daemon le importamos?

𝐀𝖾𝗒𝗌α𐓣𝗍 ─ 𝐀𝖾ꭑⱺ𐓣ᑯ 𝐓α𝗋𝗀α𝗋𝗒𝖾𐓣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora