XIII

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—Maestre.

—Lady Aeysant.

—Disculpe. ¿Lo he despertado?

—No mi lady descuide. ¿Sucede algo?

—¿Cree qué pueda dictarme los ingredientes para el té qué usted siempre me daba cuándo era niña?

—Puedo prepararlo.

—No quiero molestarlo más.

—No es molestia mi lady, preparamos su té juntos y usted después anota los ingredientes.

—¿Seguro? Lo último que deseo es molestarlo.

—No es molestia, venga, vamos a la cocina.

Sus pasos resonaron en el pasillo hasta una de las Cocinas, un guardia les abrió la puerta mientras ambos se adentraban a está.

El maestre tomó una cacerola, llenándola de agua mientras prendía un poco de fuego, Aeysant lo miraba en silencio, parecía concentrado.

—¿Cuánto tiempo tengo qué dejarlo?

—Puede esperar hasta que el agua hierva completamente o puede servirlo tibio.

—¿Cómo surge mejor efecto?

—Pueden ser ambas, depende de cuanto tiempo desee dormir.

—¿Cuánto debe de ser para siempre?

—El maestre rió. —no puedo asegurarle saber la cantidad correcta, lady Aeysant.

Tomó unas cuantas ramas pequeñas de un frasco, dejándolas hervir en el agua, antes de vertir el agua agua a la copa la llenó con hojas de menta arriba y abajo.

—Puede esperar un momento sí así lo desea.

—Gracias.

—¿Puedo saber el motivo de su insomnio?

—Mi deseo nunca fue casarme.

—Sé que no, me recuerda mucho a la difunta lady Elenda.

—¿Por qué?

—Sé casó con lord Borros a sus trece días del nombre, deseaba tener una vida de libros, pero no deseaba un esposo, al menos no él.

—¿Intentó fugarse?

—No, pero tampoco podía dormir, mi abuelo le preparó un té para dormir, después se casó con lord Borros y tuvieron seis hijos.

—No deseo ser madre.

—Lo sé.

—Preferiría servir en batalla, no quiero una, pero no deseo estar en un Castillo expulsando herederos mientras mi esposo se acuesta con cualquier mujer.

—¿Por qué cree qué la engañaría?

—Es hombre maestre, es un príncipe, según su inteligencia la cual dudo que exista, tienen más derechos. ¿Qué sería yo, una lady adolescente para ejercer su dignidad? Odio ser mujer por ello, creen que no tenemos palabras, no tenemos permitido reinar, sólo ser una cara bonita y una incubadora, no deseo eso.

—Las mujeres son más que eso, es una lástima la era tan machista en la que vivimos, créame que ustedes son más valiosas de lo que creen ser.

—¿Sabe? Sí el príncipe Aemond no me es fiel, tampoco lo seré.

—Mi lady...

—¿Sí?

—Créame cuando le digo que creo que el príncipe Aemond le será fiel.

𝐀𝖾𝗒𝗌α𐓣𝗍 ─ 𝐀𝖾ꭑⱺ𐓣ᑯ 𝐓α𝗋𝗀α𝗋𝗒𝖾𐓣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora