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-¡Lyn ábreme la puerta!- gritaba Charles en el pasillo del hotel.
-Cállate inútil- susurró Arthur cuando abrió la puerta.
-¿Que haces tú aquí?- pregunto confundido Charles.
-A Lyn le sigue doliendo la espalda así que me he quedado con ella para cuidarla.
-¿Le sigue doliendo igual?- pregunto preocupado por su hermana mayor.
-No lo sé, cuando terminamos de ver los libres ella se quedó dormida.
-¿Charles?- pregunto Madelyn cuando se despertó y vio al piloto de Ferrari enfrente suya.
-Lyn- dijo el acercándose rápidamente a ella para sentarse al lado suya- ¿Como te encuentras? ¿Estás mejor?
-Estoy bien Charlie, lo siento por no haber podido ir ayer a verte pero hoy prometo que estoy en el garaje de Ferrari con tu sudadera apoyándote.
-No Lyn, si te sigue doliendo la espalda prefiero que te quedes aquí y que descanses- dijo él agarrando la mano de su hermana.
-Pero Charles- dijo ella quejándose.
-Charles nada, prefiero que te quedes aquí, mañana si te encuentras mejor podrás venir a la carrera y si te sigues sintiendo igual entonces la verás desde aquí.
-He venido a verte Charlie- dijo ella cuando de repente la puerta de su habitación fue abierta.
-Aquí traigo al doctor- dijo Carlos que se encontraba acompañado de Pierre, Lando y Max.
-¿Doctor?- pregunto confundida ella.
-Tiene que mirar tu espalda- dijo Arthur.
-No me lo puedo creer- susurró incrédula- Puede marcharse doctor, esta todo bien.
-No, como se le ocurra irse de esta habitación sin haberla revisado haré que le despidan- le dijo Charles al doctor.
-¡Charles Leclerc!- regaño ella- No le digas eso, pide disculpas.
-Pero
-Ahora- ordenó ella enfadada.
-Perdón- dijo él.
-Ya se puede ir doctor- le dijo Madelyn con una sonrisa que fue correspondida por el médico.
