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Habían pasado diez días desde que Sophie cumplió un mes y Madelyn seguía ordenando todos los regalos que le dieron a su hija.
-¿Necesitáis ayuda?
-Ya era hora de que aparecieras- dijo Daniel.
-Estaba haciendo ejercicio.
-Y a mi que me importa, Sophie es tu ahijada, por lo tanto, tu también tienes que ayudar a colocar todo esto.
-Por eso estoy aquí, idiota- dijo George rodando los ojos y acercándose a Madelyn- ¿Que tal estás Lyn?
-Bien.
Al escuchar esa respuesta tan seca, el británico miró confundido a Daniel, que se encogió de hombros y con una seña le indicó que se acercara a él.
-Lleva dos días así.
-¿Por que? ¿Le ha pasado algo?
-No lo sé, recibió una llamada y desde entonces se comporta más distante con todos.
-¿Quien le llamó? ¿Que quería?
-No se nada George, ella me dijo que está todo bien, que no me tengo que preocupar.
-Os estoy oyendo- dijo Madelyn dándose la vuelta para mirar a ambos pilotos.
-¿Quien te llamo?- pregunto el de Mercedes.
-Me voy a dar una vuelta con Sophie- dijo ella, ignorando la pregunta.
-Madelyn, no me has respondido- dijo George, agarrándola del brazo para evitar que se fuera.
-No me ha llamado nadie, dejad de ser tan dramáticos.
-No me gusta esto George-exclamó Daniel cuando la monegasca desapareció de su vista.
-A mi tampoco.
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Madelyn iba caminando por las calles de Mónaco, pensando en la llamada que tuvo hace dos días, hasta que el sonido de la bocina de un coche la sacó de sus pensamientos. Dirigió su mirada hacia ahí, y vio a un chico cruzar la carretera corriendo en su dirección.
-¿Cuantas veces te habré dicho que mires antes de cruzar?
-Madelyn.
-Hola Lando- dijo ella con una pequeña sonrisa, acomodando mejor a su hija que estaba mirando con curiosidad al británico.
-Yo... mejor me voy- susurró el.
-Espera, no te vayas, quería darte las gracias por el regalo.
