(Segunda entrega de la saga Parejas Impropias, la n#1 se llama Tu Reputación y el n#3 es Tu Decisión)
Laura Hamilt era tan bella como desdichada por el maltrato psicológico de su madre, quien le pedía perfección. En su afán de buscar amor, Laura cay...
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Capítulo II.
-¿Sabes lo que debes hacer hija?
-Sí madre- los ojos castaños miraban el piso, todo el lenguaje corporal de la criatura gritaba sumisión absoluta.
-¿Sabes lo que sucederá si no obedeces?
-Sí madre- apretó los labios conteniendo el miedo.
-Entonces, comienza tus clases y no decepciones a madre- le dio un empujoncito.
Laura Hamilt estaba en su duro camino a la perfección que anhelaba su madre para ella. Por la mañana demasiado temprano para cualquier aristócrata eran las clases con su institutriz, el desayuno se tomaba en la salita de estudios, luego más estudios, por el medio día sus clases para dejar de tartamudear, luego de dos horas siendo golpeada en los muslos y humillada cada que tartamudeara, el almuerzo dependiendo el ánimo de Louise era tomado en la casa o fuera donde fingían ser madre e hija ejemplares, después de la comida era llevada a clases de danza por dos horas, clases de piano por tres horas, clases de canto por dos horas, clases de pintura por dos horas y media, para cuando llegaban a casa, ya que Louise odiaba tener personas en la casa que pudieran ver sus fechorías por accidente todo se hacía fuera, era momento de la cena; Laura subía a su habitación donde su madre aprovechaba para hacerla repetir lo aprendido en el día hasta que lo hiciera como ella deseaba o llegaba la medianoche, no podía dejarla despierta más tiempo o su cara se deterioraría, contaba con la belleza de su hija para ganar una competencia que llevó a su esposo a la muerte y a ella al desequilibrio mental donde sus hijas pagaban una con indiferencia y la otra con manipulación.
Laura con el tiempo se acopló a esa rutina, puso su empeño y esfuerzo en llenar las expectativas de su madre sabiendo que si se casaba pronto con un hombre que la amara podría lograr le ayudara con sus hermanos a sacarlos de ese infierno.
Cuando su madre golpeó a Kate por haber sido grosera con el señorito Wesley Laura lloró en el rincón de su habitación impotente, cuando su madre dejó a Kate fuera y enfermó de pulmonía ella se escapaba en la noche sin ser vista para cuidarla luego que cobardemente no lo hizo después del incidente, cuando su madre le negaba los dulces le pedía a Robert llevarle uno o entregarlo a su abuelo para dárselo a Kate, cuando Louise la maltrataba, Laura siempre encontraba la manera de estar con su hermana sin que nadie lo supiera, amaba a sus hermanos y a su abuelo, ese amor su madre no se lo arrebataría como jamás le quitaría la felicidad a Katherina o su ternura a Robert, aunque esa llama fuera tenue estaba allí latente. Ella y Robert con sus florecitas lograban que las lágrimas de Katherina fueran menos amargas, aunque las de Laura rodaban en silencio.
-Como los copos de nieve mueren al caer- miró en el cielo las nubes grises, aún estaban en verano, pero para ella el mundo siempre era gris.
Entonces Laura un día de tantos supo lo que los demás opinaban de ella, fue entonces cuando entendió que las apariencias tenían peso y si te dedicabas a hacer las cosas desde las sombras corrías el riesgo de ser malinterpretado. Fue uno de esos días en que su madre se comportó mal con Katherina y ella bajaba a la cocina buscando a su hermano con un par de flores para que las entregare a su hermana, era su oportunidad porque su madre salió para los preparativos de una ceremonia de té que tendría en unos días, escuchó a las sirvientas sin querer.
