Tu Error.
Yan_skyblue.Capítulo IV.
Cuando un hombre no espera nada de sí mismo, puede llegar a caer en caminos peligrosos.
William Wellesley desde que nació su vida se vio ensombrecida por ninguna expectativa, por un mundo lleno de posibilidades el cual su madre creyó él aprovecharía al máximo contando con su apoyo incondicional y por supuesto con los recursos que su posición podría otorgarle.
Olivia se prometió no cometer el mismo error que hizo con su hijo mayor al cargarlo de expectativas de perfección y responsabilidades, Will sería lo que fuera que él quisiera y ella lo amaría así decidiera ser capitán de un barco y hacerse a la mar para buscar fortuna o simplemente fuera un hombre de campo como en el fondo lo era su hermano mayor.
Cada vez que miraba a Henry con las narices metidas en libros y libros siendo dirigido por su profesor, ella veía el rostro regordete de su bebé y le prometía en silencio que él sería diferente, él podría volar en libertad hacia donde sus alas le llevaran.
Olivia Wellesley, duquesa de Wellington no imaginó que era precisamente este pensamiento amoroso y maternal el que le mostraría a su hijo menor no existían los límites, además crecería con un complejo de inferioridad causado por la perfección de su hermano mayor y la envidia. Olivia no entendió a tiempo que debió educar a sus retoños de manera contraria. Siendo más estricta con el menor por su personalidad viciosa y débil; en cuanto al mayor debía crearle un panorama más amplio y menos rígido para no dejarlo caer a la arrogancia y los prejuicios. Ella solo deseaba ser buena madre al igual que su esposo.
Desde su niñez fue bastante pícaro y resbaloso dejando ver su falta de modales y hasta de freno para con su lengua llegando a ser irritante, peleaba con su hermano quien trataba de hacer el trabajo de mentor golpeándose siempre con una pared de indiferencia.
La primera vez que William probó el sexo fue más por miedo que si lo hubiera buscado. La esposa hermosa y joven de un banquero millonario, demasiado viejo para una mujer en toda su juventud quien tenía todo el tiempo de ocio y todo el rencor hacia él para serle infiel, fue quien le introdujo en esos placeres. La mujer conoció a William en esa época de apenas quince años en el teatro donde acudió junto a su tía para disfrutar del dinero de su tonto esposo quien le compró por ser hija menor de un Lord, pero con demasiada belleza y elegancia para ser desperdiciada.
Ella quedó encandilada del adolescente al que acosó fervientemente hasta que una noche en uno de tantos bailes de sociedad lo encontró en su primera salida acompañado solamente por su permisiva madre. El duque y el heredero Wellesley estaban en el condado de Hampshire poniendo en orden los asuntos del ducado, oportunidad que la mujer aprovechó para escurrirse entre el gentío y lograr abordar al jovenzuelo un tanto precoz quien no paraba de apreciar su atrevido escote. Ella le dio confianza como adulta pero no tanto para parecer una anciana. William bebió esa noche demasiado para decir que no, pero no tanto para no poder valerse por sí mismo. Sus sentidos estaban atrofiados, se sentía poderoso y las palabras subidas de tono que la dama le decía al oído mientras le tocaba disimuladamente lo hicieron creer que finalmente había algo en que le ganaba a su hermano. Se fue con ella escalera arriba aunque cuando tuvo miedo y quiso parar Jane no le dejó escapar de sus garras. Entre el incierto y la excitación de un acto no consensuado William perdió su virginidad. Ese trauma le persiguió hasta su muerte asociado a su falta de cariño en el sexo como fue con él y el usar a quienes se entregaban a su apariencia y encantos.
La intensa relación con Jane terminó cuando ella y su esposo se fueron a Austria, fue un golpe del cual el adolescente no pudo recuperarse. Primero bebió y se desahogó en la cama por despecho, pero luego fue por gusto, su naturaleza se vio envuelta en placeres tan adictivos como tentadores a los cuales no pudo negarse.
Amaba a todas y a ninguna, besaba los labios de casadas, viudas, empleadas y prostitutas por igual perdido en un éxtasis indefinido del cual no encontró salida y no deseaba salir jamás. Su madre intentó tantas veces hacerlo redimir esa vida de excesos, pero ver el rostro de su hermano, verlo convertirse en duque a los veinte años cuando él seguía luchando con el recuerdo de Jane y sus burlas cuando le pidió huir juntos le volvía loco.
William sí formaría su camino, lastimosamente ese camino lo llevaría por senderos demasiado estrechos cayendo finalmente en sus errores y sus vicios.
Entonces a sus dieciocho cuando esa mujer rubia se había borrado de sus tortuosos pensamientos la conoció. Ella era ingenuidad hecha mujer, era bonita y tan desesperada por atención como él mismo aquellos ayeres en sus quince años. Laura tenía una tenue sonrisa y unos ojos castaños melancólicos, su forma de ser era demasiado entallada notándose a simple vista para alguien tan experimentado como él, ella no tenía ni idea de la coquetería haciendo solo lo que se suponía debía hacer como si fuera un libro de etiqueta andante. Le atrajo y la odió al mismo tiempo.
Laura era fácil porque se notaba lo que deseaba y él se lo daría por un tiempo. Jamás se había atrevido hasta el momento a tratar de seducir a una señorita de sociedad menos una debutante, pero ella pedía a gritos un poquito de atención. Sí, definitivamente sería fácil... además estaba cansado de ser siempre el número siguiente, esta vez deseaba ser el primero, la llevaría a un cielo pintado en colores para luego dejarla caer en picada por el barranco de su propia estupidez.
El joven jugaría con el corazón de tal dama incauta para finalmente perder esa libertad que su madre tanto luchó por otorgarle, él mismo cerró las puertas de salida quedando finalmente en penumbras y todo empezó con una sonrisa altiva de su parte mientras que las mejillas de Laura Hamilt se pintaban en color rosa.
Ambos comenzaron a recorrer esa relación unilateral en la que la rabia se resquebrajaba a pedazos en el silencio de un amor tan doloroso, como lo fue en su momento el rechazo de su padre.
Continuará.
¿Desean otro capítulo?
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Tu Error
Romance(Segunda entrega de la saga Parejas Impropias, la n#1 se llama Tu Reputación y el n#3 es Tu Decisión) Laura Hamilt era tan bella como desdichada por el maltrato psicológico de su madre, quien le pedía perfección. En su afán de buscar amor, Laura cay...