Capítulo XXXIV

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Capítulo 34.
Yan_skyblue.

Capítulo XXXIV.

Laura sonrió, lo primero que vio luego de ser revisada por el médico y enviada a descansar fue a Adam recostado en un lado de la cama

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Laura sonrió, lo primero que vio luego de ser revisada por el médico y enviada a descansar fue a Adam recostado en un lado de la cama. Contempló de nuevo su rostro tranquilo escuchando su respiración pausada, no pudo evitar acariciar sus cabellos oscuros.

—Despertaste…— susurró abriendo los ojos regalando el color de un bosque reverdecido iluminado por el sol. Laura asintió.

—Gracias por cuidar de mí su excelencia.

—Es lo que un esposo haría.

Ella se acomodó mejor, permanecieron de lado viéndose cara a cara por un largo tiempo, no había incomodidad, solo un aire ligero flotando entre ellos, como si pudieran conectarse a través de aquel silencio.

Después de asearse y cambiarse, Adam bajó para atender los asuntos de la boda junto a sus padres que llegaron hacía poco junto a los duques de Wellington, lady Olivia, su sobrina y el futuro duque de Fife Hendrick.

La rubia permaneció tranquila sentada en la cama, la puerta se abrió y su abuelo entró.

—Muy buenos días, barón, ¿qué lo trae por aquí?— preguntó con una sonrisa.

El barón Dacre vio el cuello de su nieta y sintió una nueva punzada de arrepentimiento y dolor. La culpa lo estaba destruyendo, fue descuidado con Katherina, pero para Laura la indiferencia de su parte fue más marcada, quizás porque ella parecía tan diferente a sus otros dos nietos… no, no podía poner excusas, era completamente su culpa que Louise llegara tan lejos.

—Lo lamento Laura— apretó los labios conteniendo los sentimientos en su pecho —, todo fue mi culpa.

—El barón no podría saber que madre era una mala persona— trató de aligerar la carga que probablemente llevaba su abuelo a cuestas.

—Mi nieta— suspiró —, este viejo no estuvo para ti, no imagino la soledad que pasaste.

Laura palmeó el espacio a su lado invitándolo a sentarse, él vaciló por unos instantes, al final tomó asiento.

—El barón tenía responsabilidades importantes, también debía encargarse de la educación de Robert.

—Todo eso es excusa para mis propios pecados. Te he malinterpretado todo este tiempo Laura.

—Está bien— vio las sábanas, cuánto había deseado hablar con su abuelo como ahora, solo eso la hacía feliz.

—Mi querida Laura— le acarició la coronilla y ella comenzó a llorar —, tu abuelo intentará enmendar siempre su descuidó de ahora en adelante. Nunca terminaré de disculparme contigo.

—Me basta con saber que me ama— le miró con ilusión.

—Tu abuelo te ama mi niña— también lloró.

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