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Reese Weasley.
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El viento chocar contra tus mejillas en medio del invierno, es en definitiva, una de las mejores sensaciones que mi existencia me ha permitido experimentar.

Nunca fui muy cercana a todo lo que era el calor, quizás sea por el hecho que nunca viví cerca de este, y la calidez de mi hogar en medio de aquellas lloviznas, siempre me recuerda a mi familia. Como fuese, prefería mil veces el invierno antes que las acaloradas olas de calor.

Es por eso que siempre me pareció curioso Forks. Era un pequeño pueblo lejos de mi hogar en Inglaterra, donde 320 días del año es cubierto por nubes y un clima bastante peculiar en comparación al resto de sus pueblos cercanos; Parecía como si se tratara de magia.

Aquella palabra siempre había rodeado mi vida. Provenía de una familia numerosa de magos, donde yo era la sobrina adoptada luego de la muerte de su padre a manos de magos tenebrosos. Toda mi existencia se basaba en aquello, inclusive mi propia esencia.

Vivir con mis primos y tíos no siempre fue sencillo, y lo último que teníamos era la privacidad, pero mi lejanía de casa cada año, en la escuela de magia de Hogwarts, era mi respiro de mi múltiple familia, permitiéndome conocer más cosas por mi cuenta, y alejarme un poco de los amigos que siempre pasaban el verano con nosotros.

Durante siete años residí en Ravenclaw, siendo una de las mejores alumnas de mi generación en aquella casa, y compitiendo constantemente el primer lugar con Hermione, la actual novia del príncipe de Slytherin. No la detestaba, pero su competitividad por siempre ser mejor y la más sabelotodo era agotadora, inclusive para mí.

Por suerte para mí, Luna y Theo siempre estuvieron conmigo, siendo mis amigos desde el segundo año, y acompañándome en mis desafiantes bromas contra mis primos, los autoproclamados "Reyes de las bromas". Claramente no siempre fue una buena idea, pero por suerte Flitwick y Snape tenían cierto favoritismo por nosotros, y nunca tuvimos demasiados castigos.

Todo esto cambió cuando llegó mi último año en aquella escuela. Mi mejor amigo había sido obligado por su familia a unirse a aquellos que asesinaron a mis padres y tío, mientras que mi mejor amiga fue secuestrada por los Malfoy para intentar llamar mi atención, y a su vez, de Harry Potter.

Estuve por meses huyendo junto a Harry, Hermione y Ron. Pero pronto tuvimos que encontrar una forma de poder ayudar en la guerra, específicamente Harry y yo, pues eramos el premio que Voldemort deseaba.

No me pude quedar de brazos cruzados, y en cambio, me permití ser un agente infiltrado dentro de la escuela, ahora dirigida por mortífagos. Había creado un hechizo que me permitía salir de la escuela con facilidad, y ser transportada a donde se encontraba la persona que quería ubicar. Fue realmente útil cuando Theo y Draco recurrieron a mí para esconderse de sus familias, a las que habían abandonado.

Por desgracia fueron los únicos hijos que se salvaron de la pesadilla. Pansy y Blaise fueron torturados hasta el final de la guerra buscando nuestra ubicación, y teniendo un especial interés en mi persona, y la facilidad con la que podía crear hechizos sin siquiera estudiarlos o decirlos en voz alta. Nadie sabía como una Weasley manejaba una magia tan antigua, y que se encontraba perdida. Pero nadie conocía el pasado de la familia de mi madre, y como esta se llevó aquellos secretos a la tumba, teniendo precaución en mi mente, para que fuese imposible poder acceder a esta con hechizos y torturas. Ni siquiera los cruciatus e imperios de Bellatrix pudieron sacarme la información que deseaba.

Pansy abandonó a la causa unos días después de que atraparan a Harry. En aquel entonces, fue inevitable ver la conexión entre ellos dos, y lo enamorados que estaban del otro, aún encontrándose en bandos opuestos de la guerra, principalmente por los ideales de los Parkinson.

Fascinated¹ | JACOB BLACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora