Fascinated¹ | JACOB BLACK

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Reese Weasley
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-. No. Por supuesto que no.

Fruncí mi ceño ante su negativa. ¿Qué clase de derecho creía tener para negarme aquello?

-. ¡Vamos! Tampoco es que sea una lisiada, idiota.

Observé como alzó una de sus cejas, antes de echarle un breve vistazo a Pansy, quien estaba charlando con Carlisle sobre pociones y plantas medicinales.

-. ¿Estás demente, Reese? Quiero decir, ya estabas loca desde hace tiempo, pero creo que el Crucio lo empeoró.- Sentenció el chico frente a mí. Rodé mis ojos.

-. Por favor, Ron. Deja de ser un gruñón. ¡Ni siquiera Jake está quejándose como tú!

Apunté en dirección de mi novio, quien estaba junto a Paul y Quil, charlando con George y Fred. El morocho volteó a verme al escuchar su nombre.

-. Eso es porque no estaba atento.- El pelirrojo volteó a verlo.- ¿Qué opinas de la idea de Reese viajando a Rumania para cazar a Bellatrix?

-. ¿Estás loca?.- Alzó su voz Paul, viéndome como si me hubiera salido un tercer ojo.

Solté un quejido al oír al resto de la manada apoyar el no de Ronald.

Estábamos en mi casa, la cual estaba siendo acomodada por todos, pues gracias a la linda Bellatrix Lestrange Black, esta había acabado destrozada, con un agujero en la pared.

Por suerte, los vampiros y hombres lobo parecían ser buenos en arreglar desastres, así que se habían ofrecido a cubrir aquel orificio.

-. Tranquila, Reese. Potter y yo nos encargaremos que mi tía no escape esta vez.- Draco apoyó su palma en mi hombro, dando un ligero apretón.- Tú debes concentrarte en curarte.

-. ¡Pero si estoy bien! No es el primero crucio que recibo, y no será el último.

-. Me asusta como lo dice con tanta tranquilidad.- Murmuró Jasper, mientras Alice asentía con una mueca en sus labios.

-. Cariño.- Jake se sentó junto a mí, mientras que mis manos descansaban en su regazo. Me odié por cómo aquel gesto había alejado todo el enojo en mí.- No han pasado ni dos días del accidente.

-. Y no dejaré que pasen tres sin saber que esa perra está en azkaban recibiendo el beso de los dementores.

-. ¿Deberíamos saber qué es eso?.- Escuché la voz de Quil mientras este estaba junto a los gemelos.

-. Te prometo que en cuanto estés mejor, yo mismo viajaré contigo a Londres para que la rastrees. Pero no arriesgaré tu vida de nuevo, mucho menos por ella.

No quería admitir que tenía un punto válido. No cuando en mi mente me sentía completamente inútil por dejar que aquella maldición imposibilitara el ir detrás de ella.
Odiaba sentir que había ganado aquel duelo.

Resignada, con los recuerdos de nuestra conversación en casa de los Cullen, acabé asintiendo, refugiándome en sus brazos de las burlas de los chicos.

-. Pero que fácil la haz domado, hombre.- Se burló Bill, mientras que Blaise y Theo reían frente a nosotros.

-. Cállate, Bill. O duegmes en el sofá.