Capítulo VI

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— ¿Se vería muy mal si no voy?

— ¿Quieres decir si te vas de la casa?— mi papá frunce el ceño, confuso.

—No estoy de humor. — le confieso. Mentira. No estoy de humor para ver a Nils.

— ¡Anda! Es el primer cumpleaños de Isabel en el que estás tú. Le hace ilusión.

Aprieto los labios mientras le ayudo a colocar los platos.

Hoy era el cumpleaños de Isabel y vendrían a comer sus amigas junto con sus familias. Eso quería decir, Nils vendría. Qué horror.

— ¿A qué hora vendrán?

—Cerca de las ocho.

Joder. Justo hoy no tenía que ir a trabajar. Ace me había comentado que los viernes, sábados, domingos y lunes; no me tocaban turnos. Hoy es viernes. ¡Genial! –Que se note la ironía-.

Voy a mi habitación, cojo ropa y me meto en el cuarto de baño. Mi padre dijo que me vista para una ocasión especial ¡Y me miro de arriba abajo! ¿Acaso eso es una indirecta de que me visto mal? A ver... tenía solo una camiseta grande, que me llegaba hasta las rodillas y tenía un sticker de una mano sacando el dedo medio. Igual si venia Nils, era perfecta.

Opte por ponerme unos vaqueros azules ajustado de tiro alto, una remera sin tirantes negra y mis Converse negras. Las negras las usaba para "ocasiones especiales", se veían formales. No me había entrado en la maleta mis botas, por desgracia.

No me había fijado que me habían crecido las tetas. Mientras me miraba en el espejo, notaba como el top se me ajustaba en la parte de las tetas y las aplastaba, es decir que se me veía la línea esa que se te hace cuando las juntas. Me veía genial.

Isabel llego del trabajo y se metió en el cuarto de baño. Termine de ayudar a mi padre con la rápida decoración que había hecho. Casi me quedo sin aire cuando me pidió que inflara los globos. Tuve que hacerlo con mi aire porque no tenían inflador.

A las ocho en punto llego Karen y su adorable hijo (ahí está otra vez, la ironía)

Ni siquiera se fijó en mí. Felicitó a Isabel saludo a mi padre y a mí ni siquiera me miro. ¡Y después yo era la inmadura!

Salude a su madre y me encerré en mi habitación. Mi excusa era que estaba buscando el jodido parlante porque mi padre me pidió que pusiera música.

Cuando salí de mi habitación, mi salón estaba lleno. Parecía que se habían multiplicado y todos me miraron como si tuviera un foco de luz encima. Estaban feliz por conocer por fin a la hija del gran John.

Había dos parejas más, una de ellas con un bebé y la otra tenían un hijo de unos quince, por ahí. Y había otra chica, sola.

Sonreí a todo el mundo. Nunca me verían tan risueña.

Papá me mando a hacer la ensalada, cosa que agradecí. Anhelaba desaparecer de ahí un rato. Así pues, me encerré en la cocina. Y procuraba hacerlo lo más lento posible.

—Tú debes ser Kylie. — dice el hijo de una de las parejas, entrando en la cocina.

—Si. — Le sonreí amable. — Y tú eres...

—Kevin. — se presenta.

—No es divertido ahí, ¿verdad?— señale con mi cabeza al salón.

—La conversación se basa en como un bebé crece tan rápido y después esta mi mamá que dice que lo mejor es planchar al nene para que no crezca.

— ¿Qué?— me carcajeé.

—Ni yo entiendo. — Se encoje de hombros. — Y era venir contigo o quedarme con el chico que parece más aburrido que yo.

Diez letras: serendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora