Capítulo IV

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Con Ace fuimos a comer una pizza antes de ir a la fiesta en la playa. Clay ya me había mandado la ubicación con un mensaje que decía «¡¡Mas te vale que vayas!!» Algo me decía que él también quería picar a Nils.

— ¿Te gustaría trabajar?— pregunta Ace.

— ¿A qué te refieres?

—Es que una chica acaba de dejar el puesto de camarera en el que trabajo y mi jefe cree que es responsabilidad mía buscar a alguien.

No me lo había plantead; el trabajar este verano. Pero me hizo mucha ilusión que me lo preguntara.

—Si. — Casi me apresure a decir para no darle tiempo a cambiar de opinión. — Si, si quiero.

—Genial. Un peso menos. ¿Puedes empezar mañana?

No sé si a mi padre le gustaría que trabaje pero la verdad es que necesitaba hacer algo además de estar encerrada todo el día. No estaría todos los días con Nils y Ace trabaja asique estaría sola.

—Claro.

—Te pasare a buscar a eso de las ocho de la tarde para que conozcas el camino que tienes que hacer. — Comienza a explicarme. — Servirás las mesas de una sección. Me ocupo de la barra. Si te piden alcohol, tendré que servirlo yo; ya que eres menor. Tú tranquila. Estaré contigo los primeros días hasta que te acostumbres.

—Bien. — me lleve la pizza a la boca.

— ¿Tienes algo con Nils Campbell?

Lo dijo tan tranquilo. Sin embargo, yo me atragante con la pizza. Comencé a toser como una loca. Ace se reía de mí.

— ¿Por qué dices eso?— dije con mi voz pastosa.

—Bueno... digo, ayer te estaba esperando.

—No es lo que tú crees.

— ¿No?

— ¡No!— asegure. — Es solo el pesado de mi vecino. Se supone que nuestros padres creen que pasamos tiempo juntos. Ninguno quiere estar con el otro más de lo necesario; por eso teníamos que encontrarnos ayer. ¿Lo conoces?

—Todos aquí conocen a Nils Campbell.

Casi me reí.

— ¿De qué?— bufé.

—Supongo que esta noche lo averiguaras.

— ¿Debería no ir?— pregunte preocupada.

—No, no. Sera... interesante. Esas fiestas siempre lo son.

Asentí con la cabeza.

Fuimos a la fiesta en la playa.

Cuando bajamos del auto de Ace, noté como este estaba tenso. Como si quisiese estar en cualquier parte que no sea aquí.

—Podemos irnos si no quieres estar aquí. — le dije.

Debió notar que me había dado cuenta, porque sonrió como si nada pasara y me paso un brazo sobre mis hombros.

—Vamos a por una cerveza.

Asentí, insegura; pero le deje que me guiara.

Lo del fogón era cierto. Había una gran fogata en el medio de la playa, donde varias personas estaban alrededor, tomando de vasos rojos, jugando con algún balón, hablado o simplemente recostado.

Ace nos llevó a un barril de cerveza donde había varios vasos rojos apilados, me tendió uno y se sirvió el suyo.

— ¿Tendremos que irnos si viene la policía?— bromeé.

Diez letras: serendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora