El vecino- de mi edad o como muchos dos años más grande- me miraba con una ceja enarcada desde la puerta de su balcón. En su rostro había una mezcla de confusión y frialdad. Iba vestido de negro completamente. Unos vaqueros rasgados y una camiseta negra. Sin darme cuenta le di un repaso completo. Decir que me dejo seca la boca era un eufemismo. Tenía la piel bronceada. Antes de detenerme en su pelo que era lo único de color que tenía, porque era de color rubio, me quede viendo detenidamente como tonta el piercing que tenía en su labio; casi llegando a la comisura, era una especie de argolla que le rodeaba el labio inferior.
—Puedes seguir mirando todo lo que quieras mientras me digas que haces aquí. — la voz del rubio hizo que me desviada de mis pensamientos.
—Lo siento. — me apresure a decir. — Es que el gato de mi papá salto aquí y...
— ¿Eres la hija de John?— me interrumpe.
Asique mi padre había anunciado que su hija favorita- hija única- vendría.
—Si. Yo...
—Entonces, ¿Qué haces en mi balcón?
—Si me dejas explicarte...
—Te escucho.
Puso una mueca de burla cuando noto mi enfado. ¿Cómo quería que le explicara si no me dejaba hablar?
—Mira. — trate de sonreí amablemente. — Como te dije el gato...
— ¿Qué eso?— señala la gomita para el pelo que había venido a buscar.
Solté un resoplido.
— ¿Sabes? Si me interrumpes se me hace imposible explicarte...
— ¿Quieres robarme?
—Por supuesto. — Rodé los ojos. — Me atrapaste. Anda, llama a la policía.
—No ganaría nada, puesto que tu padre es el jefe de policía.
Lo mire fijamente.
—Bien. Eres listo. — Guiñe un ojo. — Si no te importa...— salté el muro a mi balcón. — debo ir a robar otro departamento.
Me metí en mi habitación y cerré la puerta.
Menudo idiota.
Yo ahí, con toda mi buena intención y él siendo un idiota.
Saque las cosas de mi maleta y las coloque en la cómoda que había; deje mi mini parlante. Junto con eso, tome mis toallas y mis cosas de baño; deseaba tomar una ducha.
Había conectado mi teléfono al parlante y comenzó a reproducirse mi música mientras me bañaba. Fue una ducha magnifica, estaba tensa por el viaje. Deje que el agua me cayera y me relajara.
La relajación no duro mucho, di un respingo cuando sonó una canción que no era mía. Dios, parecía algo de heavy metal. Era sumamente molesto. Yo no escuchaba esa música, no sé qué haría en mi playlist. Termine de ducharme, rápidamente; fui hasta mi teléfono para sacar esa horrible canción.
Fruncí el ceño, confusa. Mi teléfono no estaba conectado. Qué raro. Tome el parlante y lo apague. Volví a prenderlo y conecte de vuelta mi teléfono.
Mientras me cambiaba para la cena de esta noche con papá e Isabel, la jodida música se volvió a cambiar. Esta vez parecía de Rock. Ni siquiera sé cómo mi teléfono se desconectaba. ¡Y ni siquiera sé de dónde venía! Estaba sola en casa. Nadie podía conectarse. Igual había alguna clase de interferencia.
Apague otra vez el parlante. En ese momento, la puerta principal se abrió y salí de mi habitación.
Fui a la sala principal donde me encontré a mi padre y a Isabel. Les sonreí, educadamente. Joder. Que incomodo, no se sentía mi casa.
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Diez letras: serendipia
Novela JuvenilKylie Miller, va a pasar el verano antes de comenzar la universidad a casa de su padre en un pueblo de California. Su plan es simple: leer, dormir y estar tirada en las tumbonas de la piscina y ¡oh!... alejarse de su molesto vecino que de alguna for...