Epílogo 2/2

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Respire hondo antes de levantarme del asiento y buscar mi bolso. Seguí la fila de personas que estaban esperando para bajar del tren, un tren que nos dejaba justamente de HighVille, no me creo que de verdad este haciendo esto. Le había dicho a mi terapeuta que lo pensaría y que le diría mi decisión. Bueno. Eso no fue lo que sucedió. Luego de mi sesión con la Sra. Smith, di vueltas en la ciudad hasta que se hizo de noche, estuve pensando y a la vez no pensé en nada. Solo sé que antes de volver a mi casa, pase por la estación de trenes saque un boleto, fui a por mi maleta y mis cosas y volví a la estación de trenes donde llamé a mi madre para avisarle, cosa que no le gusto mi impulsividad pero, por eso mismo, procure llamara una vez a bordo del tren. Llame a mi padre quien se sorprendió bastante pero me aseguro que estaría en la estación a la hora de llegada. Y ahí estaba, con mi mochila roja colgando de mi hombro, mi bolso en una mano yendo a buscar mi maleta para ir al interior de la estación donde me estaría esperando mi padre.

¿En qué demonios estaba pensando?

Mientras esperaba a que me dieran mi maleta, sopese todas las opciones que tenía para huir de esto. Entrar, comprar un boleto de vuelta, escabullirme para que mi padre no me vea, apagar mi teléfono y tomar el siguiente tren.

Para cuando me dieron mi maleta ya era tarde porque mis pies me estaban guiando hacia donde estaría esperando mi papá.

Hice el recorrido lo más lento que pude pero de un momento a otro ya estaba ahí con varias personas buscando entre la maraña de personas a la persona que bajara del tren, fue cuando lo vi y el me vio.

— ¡Kylie!— exclamó mi papá, levantando la mano para que le viera mientras venia hacia mí con una sonrisa. — Te extrañe demasiado. — dice mientras me abraza y yo me quedo quieta en mi lugar.

—Hola papá. — Traté de sonar alegre. — ¿Cómo te encuentras?

—Mucho más feliz ahora que estas aquí. Ven, dame eso. — básicamente me arranco el bolso de la mano y tomo la manija de mi maleta para arrastrarla por sí mismo.

—Quiero que me cuentes todo.

—Papá. — Solté una risa. — No es como si no hablásemos hace mil años.

—Pero no te veía hace meses. Ya extrañaba tu cara.

—Ya. — Solté una carcajada. — Eres ridículo.

Subimos en su auto y me hizo contarle todas las cosas de la universidad y de Andrew aunque ya se lo había mencionado por teléfono pero decidí seguirle la corriente. Me hablo de los antojos que tenía Isabel y como el ya detestaba hasta la palabra "azúcar". Al parecer Isabel se había vuelto adicta a los dulces desde que estaba embaraza.

Cuando llegamos al edificio, sentí una opresión en el estómago y un nudo crecer en mi garganta. Mi padre no se dio cuenta de lo incómoda que me puse. Saco mi maleta y nos adentramos en el edificio. Solo rogué para no encontrarlo cuando se abrieran las puertas del ascensor. Suspire aliviada cuando las puertas se abrieron y no había nadie adentro, mi padre se adentró y yo lo seguí con el corazón en la boca. No fue hasta que entramos en su departamento que conseguí respirar.

— ¡Llegamos!— anuncia mi padre.

— ¡Hola!— Isabel esta... wuaw... está muy embarazada.

Está sentada en el sofá mirándome con una gran sonrisa y su gran, gran barriga.

—Hola. — sonreí, acercándome a ella.

— ¡Oh, Kylie, te hemos extrañado tanto!

—Y yo a ustedes. — me acerque a darle un abrazo.

Di un respingo cuando algo subió sobre las piernas de Isabel.

—Gato. Suspiré y lo agarre para estrujarlo en mis brazos— A que me extrañaste, ¿a qué si?— digo con esa voz boba que suelen adoptar las personas al hablarle a su mascota.

Diez letras: serendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora