Capítulo X

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Se escuchó un bullicio a nuestro alrededor. Cuando me atreví a abrir los ojos, vi a Clay venir hacia donde estábamos nosotros. Miro a Nils y simplemente, negó con la cabeza. Por como Nils se tensó me di cuenta de que no era nada bueno.

—Sostente. — me dijo Nils. Era difícil escucharle atravesó del casco pero me agarre con fuerza. Incluso yo sabía cuándo no debía discutir.

Nils arranco la motocicleta con rapidez. Estaba medio ida. Todo este asunto me había paralizado. No me creía que acababa de correr una carrera de motocicletas. ¡Esposada! Si te lo ponías a pensar era sumamente peligroso. Nos pudimos haber caído o algo peor. ¡Algo mucho peor! ¿En qué demonios había pensado?

Mi estómago se estaba revolviendo. Me habían entrado los nervios. ¡Lo peor es que no teníamos las llaves de las esposas!

Nils estacionó la motocicleta a las afuera de la ciudad.

— ¿Estas bien?— me pregunta sacándose el casco.

Asiento con la cabeza pero no puedo hablar. Ya sé lo que se venía, me solía pasar cuando estaba muy nerviosa.

Levante mi mano hasta el broche del casco, necesitaba sacármelo de inmediato.

—Espera. Déjame ayudarte. — dice Nils.

Le quito su mano de un manotazo. Bueno... su mano derecha porque la izquierda sigue esposada a la mía.

Me apresuro a sacar el casco y paso mi pierna al otro lado de la motocicleta. Mi cerebro no proceso que no podía huir muy lejos con la muñeca de Nils esposada a la mía.

Termine cayéndome y vomitando en la rueda de la motocicleta de Nils.

—No me puedo creer que vomitaras la rueda de mi vehículo otra vez. — dice el desgraciado, recordándome como le vomite la rueda del auto.

—Podrías decirme algo amable, ¿sabes? Corrí por ti.

—Corriste porque tampoco tenías otra opción.

— ¡Pude haberme reusado!

— ¡Pues no lo hiciste!

Nils por fin se bajó de la motocicleta. Mi bracito ya no daba más del dolor.

—Vamos. — dijo tirando de mi muñeca para que me pusiera de pie.

Seguía sintiendo el estómago raro, solo por eso no puse resistencia cuando me guio a una especie de depósito; era como un garaje.

No podía estar más incómoda esposada. Mientas Nils iba caminando perfectamente bien, yo tenía que doblar mi brazo para que podamos caminar derecho. Al desgraciado ni le importo. Menudo idiota que es.

Cuando llegamos, se agacho para abrir el candado que tenía la puerta y la levanto. Ahí estaba su coche.

Suspire, aliviada.

No volveríamos a montar la motocicleta. La única parte buena de estar esposada a Nils era que no podía dejarme tirada.

Me arrastro hasta una nevera que había y cogió una botella de agua. Bebió un trago y me dio lo que quedaba de agua.

Maldito.

Sin embargo, me trague lo que quedaba de agua, estaba deshidratada.

— ¡Espera!— dije atragantándome con el agua. Es como si mi cerebro recobrara la vida. — ¿Cómo dices que volveremos a casa?

—Pues en el auto. — tiro de mi muñeca cuando comenzó a caminar hacia su auto.

—Pero... pero estamos esposado.

Diez letras: serendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora