—México es precioso, cariño. Desearía que estuvieras aquí. — me dice mi madre al otro lado de la línea.
Después de muchos días, por fin podía hablar con mi mamá. No había tenido señal telefónica para llamarme.
—Sí, yo también.
—Oh, oh... ¿No la está pasando bien?
—Claro que sí. Solo que te extraño.
— ¿Haz conocido a alguien?
—Algo así. Trabajo en una cafetería.
— ¿Por qué trabajas en verano?— casi podía ver la misma cara que puso mi padre cuando le dije que trabajaría.
— ¿Porque no? Además, es divertido. Trabajo con amigos.
— ¿Qué dice tu papá?
Casi me rio.
— ¿Qué crees que dice?
—Ya. — hay un corto silencio y se lo que se viene. — Cariño...
—Ahora no.
—Va a llegar tarde o temprano. Y tienes que elegir...
—Canadá o San Diego. Créeme, lo sé.
—Ya. Si quieres mi opinión...
—Tengo casi dieciocho, mamá. — su opinión era la misma desde hace meses. «En mi opinión...San Diego...y así»— Creo que puedo tomar la decisión de a qué universidad puedo ir.
En ese momento di un respingo cuando escuche que alguien se atragantaba a mi lado. Estaba en el balcón, mirando hacia la piscina del edificio. Me gire rápidamente y me encontré a Nils batallando con el humo que se había tragado del cigarrillo.
Gesticule un « ¿Qué demonios?» ¿Es que había estado escuchando mi conversación?
—Hola ¡Hola! ¡Hola!— mi mamá no dejaba de llamarme al otro lado de la línea.
—Ah... mamá, estoy aquí.
— ¿Qué ha pasado?
— ¡Oh! ¿Quieres saber?— mire fijamente a Nils. — De hecho, me falto contarte algo primordial. Tengo un vecino. Es muy estúpido, el pobre. No le da la cabecita para tanto. ¿Lo peor? ¡Su balcón está al lado del mío! Y siempre anda de cotilla. — Nils me saca el dedo medio.
—Quizás le gustes. — dice mi madre, inocentemente y casi me muero de la risa que me entro.
—No creo que sepa lo que es gustarle a alguien. — le saco la lengua.
— ¿Sabías que tu padre y yo éramos vecinos antes de casarnos?
La diversión se me fue de golpe.
— ¿Qué?— era un dato que no sabía de mis padres.
—A veces las historias de amor comienzan así.
¿Qué demonios está diciendo mi madre? El idiota de Nils, dibuja un corazón con sus manos y lo miro fijamente.
—Sabes que los quiero a ambos, mamá; pero tú y papá no son un gran ejemplo de historia de amor puesto que se divorciaron y tienen una hija malcriada. — le saqué el dedo medio a Nils.
— ¿Hay algo que quieras decirme, cariño?— pobre de mi madre, estaba súper confusa.
—Debo irme. Espero que te estés divirtiendo. Te quiero.
Colgué el teléfono y cruce mi balcón hasta llegar a donde lo compartíamos con Nils.
— ¿Siempre fuiste mentirosa o es solo conmigo?— enarca una ceja.
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Diez letras: serendipia
Novela JuvenilKylie Miller, va a pasar el verano antes de comenzar la universidad a casa de su padre en un pueblo de California. Su plan es simple: leer, dormir y estar tirada en las tumbonas de la piscina y ¡oh!... alejarse de su molesto vecino que de alguna for...