—Kylie...— me advierte Ace en un susurro, cuando paso a su lado.
—Si... ya. ¡Perdón!— musité, yendo a recoger la escoba por tercera vez.
Ya se me habían caído dos vasos de cerveza y un plato. Ace era lindo pero estaba colmando su paciencia.
Estaba demasiado torpe hoy. No podía concentrarme en nada. ¿Se me olvidó mencionar que además de romper cosas también he intercambiado pedidos sin querer?
— ¿Qué demonios te sucede?— musita Claire cuando pasó a su lado.
Fui a dejar el pedido a la mesa y sonreí muy falsamente. Di media vuelta y volví a la barra.
— ¿Quieres romper otra cosa?— bromeo Ace y lo mire seria. Levanta las manos a modo de rendición.
—Ya enserio. — Dice Claire. — ¿Qué demonios te sucede? Atendí a dos de tus cliente que te los pasaste.
¿Hice eso?
—Nada. — mentí.
Los dos se miraron y luego me miraron a mí como si no me creyeran. Malditos.
—Ya. — dijeron ambos al mismo tiempo.
Yo sabía el motivo pero no iba a admitirlo.
—No tendrá que ver con un chico exótico, rubio, guapo, aparentemente, corredor de carreras de motocicletas, ¿no?— canturrea Claire.
— ¿Nils?— frunzo el ceño.
—No. Ace. — dice sarcástica.
—Ya. — Ruedo los ojos. — No tiene que ver con Nils. — mentí.
Ace y Claire se miraron y comenzaron a reírse.
—Que los jodan. — puse los ojos en blanco y me fui a atender una mesa.
El día había sido horrible y para colmo me tenía que fumar a esos dos que no paraban de mencionar lo de anoche con Nils. Si realmente supieran lo que paso anoche. Me mando a la mierda.
Trataba de canalizar mi odio hacia Nils para no pensar en su cicatriz. Obviamente que me había llamado la atención. Y una cicatriz así no se hace por accidente. No voy a mentir, tenía curiosidad y me... me importaba, joder. Nils y yo no nos hemos llevado bien pero sigue siendo Nils.
Sacudi mi cabeza.
A la mierda Nils.
Me trato de lo peor anoche y yo solo quería ayudarlo.
Maldito, Nils.
Menudo idiota.
Debía dejar de pensar en él. Necesitaba alejarlo de mi mente y... oh no.
Deje caer la bandeja de metal que tenía en mis manos.
Suspiré, aliviada porque no tenía nada encima.
Erick estaba enfrente de mí. Si. Erick.
Se agacho para coger la bandeja. Mire sobre mi hombro y vi a Ace mirarme fijamente. Gesticulé un «Perdón» por lo de la bandeja.
Erick se puso de pie y me entregó la bandeja.
—Hola. — me sonríe.
—Erick. — Digo algo estupefacta. — ¿Qué haces aquí?
— ¿Es un mal momento?
—Yo...— mire sobre mi hombro a Ace. — Un poco sí. Un día malo. — le explico.
— ¿Qué sucede?— es la primera persona que me lo pregunta en serio y no porque conteste mal o azote la puerta o rompí cosas. Casi que me largo a llorar.
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Diez letras: serendipia
Ficção AdolescenteKylie Miller, va a pasar el verano antes de comenzar la universidad a casa de su padre en un pueblo de California. Su plan es simple: leer, dormir y estar tirada en las tumbonas de la piscina y ¡oh!... alejarse de su molesto vecino que de alguna for...